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Rolando los ojos con disimulo tras escuchar el sermón de Laura con respecto al asilo que le daría a Fénix, lo esperé afuera, cerca del área de ambulancias. Abrigada hasta los dientes, aguardé por él.

¿Y si él salía por otra puerta para esquivarme? ¿Si realmente se había arrepentido de ir a mi casa? ¿Si pensaba que yo era una loca secuestradora?

Mil ideas dieron curso en mi cabeza en un segundo; ideas que pronto se esfumaron cuando apareció vestido con otras de las prendas que le había obsequiado, los zapatos regalados por las enfermeras y las bolsas con sus pertenencias.

─Desde mi habitación hasta acá abajo pensé en que tu oferta era una broma del Día de los Inocentes ─sonrió, alegrando mi semana ─. No puedo creer que confiaras en alguien que ni yo mismo conozco.

─Es un salto de fe que me permití dar. Confío en que no me equivoco con vos ─avanzando por  la avenida Almirante Brown fuimos en dirección a la parada del colectivo 152.

─¿No tendrías que estar trabajando?

─Avisé que llegaba más tarde. A lo sumo me descuentan el día y ya está ─alcé los hombros, sabiendo que era una variable, sobre todo, después del acalorado intercambio de palabras con mi papá.

─¿Por qué decidiste mudarte? ─de la nada y negándose a que lo ayudara a cargar con las bolsas, preguntó.

─Necesito un cambio en mi vida y seguir en el mismo sitio no era compatible. Allí viví con mi pareja y...─deteniendo a tiempo a mi boca, pronta a hablar de más, meneé la cabeza.

─¿Y?

─Y...con todo lo que una separación conlleva: espacios, anécdotas, muebles...

─...amor...

─Ponele ─sonreí de lado, con mueca irónica.

Durante todo el trayecto en el colectivo hasta mi casa hablamos de lo mucho que me había alejado de mi familia y mis amistades; sin entrar en detalles, respetó mi silencio.

─¿Qué cosas recordás de tu vida?¿O es un blanco que solo se sostiene con flashes?

─Algo así ─miró hacia la ventanilla, viendo el repiqueteo de algunas gotas de lluvia contra el cristal ─. Sé que mis padres murieron hace bastante ─agregó para mi sorpresa ─. Tengo en la mente dos ataúdes con una gran corona de flores en un rincón que dice "Aurora y Fausto, siempre los recordaremos. Sus amigos del gremio."

La sangre se me heló. Sus ojos oscuros lucieron abrumados y meditabundos, uniendo piezas de un gran rompecabezas.

─Anoche me hice a la idea que esa muchacha bonita, la rubia con la que soñé con un vestido de novia, efectivamente, es mi pareja. O lo era.

─¿Por...por qué? ─vacilé, deseando egoístamente, que no pensara más en ella.

─Porque pude ver que le colocaba un anillo de casamiento y que le decía cuánto la amaba.

Round número dos para mis arterias. ¿Cuánto faltaba para que supiese que su nombre era Lucas?

─Los miércoles y viernes tengo que volver al sanatorio para mis sesiones de terapia. Espero que me sigan resultando tan buenas como hasta ahora ─animado, confió en retomar contacto con su difuso pasado.

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─¡Qué buena vista tiene este lugar! ─boquiabierto, traspasó la puerta de entrada de mi vivienda para perderse en alguna que otra cúpula cercana y el movimiento de la avenida Santa Fe. Ese ventanal era magnético.

Como el Ave Fénix - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora