El Pétalo Rojo || Zamasu y Tú ; Historia Corta ||

~Zamasu te confronta~

Luego de unos instantes pensabas en algo ya que él continuaba en silencio bebiendo de aquella tasa que sostenía. Hasta que se te ocurrió preguntar de la manera más cortés si era té lo que estaba bebiendo.

Una vez más fijó la mirada en ti. No te dio respuesta.

Acto seguido, le pediste entonces si podías tener de lo que bebía, pero su semblante cambió bruscamente, se levantó hasta quedar a una corta distancia de ti, entonces se inclinó al nivel de tu estatura.

"Crees que vas a convencerme y hacerme cambiar de opinión ¿No?... para eso estás aquí y yo lo sé. Pero no lograrás nada... no sé de qué sirven éstos planes que crea el Señor Gowasu para mí..."

Meditaste un poco antes de darle una respuesta. Decidiste decir algo más inteligente; no estabas ahí para hacerlo cambiar de opinión. Bueno, en realidad si, pero necesitabas mentirle para que funcionara tu plan.

Mientras tanto, él volvió a su postura rígida; con los brazos y manos detrás de su espalda. Cuestionó muy seriamente.

"¿Entonces a qué viniste si no?"

Pensabas en que Zamasu debía querer la compañía de alguien más; eso le confesaste.

Pareció sentirse insultado. Tal vez no debiste decir eso. Caminó con furia hacía ti por lo que tu retrocedías con velocidad; no te diste cuenta de que tu espalda había llegado hasta el límite; chocaste duramente contra el tronco del gran árbol, tu temor fue más grande entonces. Comenzaste a creer que Zamasu te haría daño pero en cambió posicionó bruscamente su mano contra el tronco para acorralarte más.

"Así que es eso. Sólo éstas aquí porque te parezco atractivo. Tu inocencia me deleita. No tienes idea... no tienes idea alguna de lo que puedo ser capaz. Te dejas engañar por mi apariencia, pero soy capaz de matarte aquí y ahora. Así que no me tientes... "

Tenía una sonrisa escalofriante y te observaba fijamente con esos ojos plateados, pero eso sólo lograba que te atrayera mucho más, porque, de alguna forma, sentiste que todo aquello no lo dijo en serio. De lo contrario, ya te hubiese al menos golpeado.

En un instante se relajó, cerró sus ojos y soltó una risa complacida. Te estremeciste un poco porque no sabias de que fuera capaz luego de eso.

"Qué patético. Un humano sintiéndose atraído por mí... no puedo decir que es asqueroso, pero es raro... y triste. Si me conocieras realmente no quisieras estar ni a mil metros cuadrados de mi presencia. Jamás me comprenderías..."

Dado a ese comentario que te hizo, no querías levantar sospechas a favor de lo que pensabas de él. Así que volviste a mentirle después.

"¿Amistad? No necesito a nadie más que el señor Gowasu. Así que no deseo más amigos."

Lo dijo con bastante serenidad. Volvió a tomar asiento y retomó los sorbos hasta que llegó al último. Fue entonces cuando lo recordaste, te diste cuenta de que era el momento preciso para hacer aquello; sacaste algo de un pequeño bolso que llevabas en tu cintura, te sentaste frente al joven y se lo pusiste a la mesa; ofreciendole eso. Su cara te pareció algo graciosa; estaba perplejo y extrañado, como si se hubiera olvidado de lo anterior en un instante al ver aquello.