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- Hicchan -llamó su madre a las 7:30 de la mañana un sábado, descorrió la puerta y entró vistiendo ropa de Katsuki con una bandeja en mano, en ella humeaban dos tazas y resaltaban dos pastelillos salados, la terrible debilidad del primogénito. A pesar de identificar la comida y la conciencia de que Hiro no había comido hace casi 24 horas, decidió ignorar a su madre y girarse, dándole la espalda.

- no tengo ganas, gracias -le dijo suave y escuchó como bufó, sin embargo siguió sintiendo pasos hacia él y como la bandeja reposó en el piso y a los segundos, como su madre se sentaba al lado de él y llevaba sus manos a los rizos del ojirubí.

- trata de tomar tu té, solo eso, no me gusta que estés sin comer -le dijo suave Izuki, esperó respuesta del más joven y al no recibirla solo apretó los labios.

Mientras acariciaba los rizos y sentía la respiración energética de su hijo que le demostraba que estaba despierto, pensaba en lo que le podría haber pasado. Como padres, los 4 héroes se habían reunido a sacar conclusiones ya que, desde una semana en específico sus hijos mayores habían comenzado a comportarse raro, Hiro de manera rara y May demasiado energética; ellos ya no compartían entre sí, el ojirubí se concentraba demasiado en sus estudios mientras que la chica de ojos ámbar había comenzado a salir demasiado con un grupo de amigos externo a la academia. Mas si no hubiese sido por Yuko que había salido de su cuarto para ir por el helado en el congelador, nunca hubieran pensado ambos matrimonios que el problema era entre ellos y no por la edad.

"Se gustan, pero están confundidos porque May vió a Hiro besando a una chica de primero y Hiro está molesto porque May ya no le habla" les dijo la rubia mientras trataba de encontrar las frambuesas congeladas en el chocolate.

Aunque los héroes trataran de hacer algo, no podían interferir más que en un par de cosas para que trataran de hablar porque eran dilemas de ellos como jóvenes.

- no tengo sed, gracias -le dijo de manera cortante, tratando de apartar su cabeza de la mano de su mamá.

- a veces recuerdo cuando eras un bebé -le dijo suave su madre casi al minuto de la respuesta de su hijo, haciendo que este le pusiera atención- recuerdo que siempre llorabas cuando debía dejarte con mi mamá, o que me llamaban del preescolar porque no parabas de llorar, me decían que llorabas porque me extrañabas, Hiro -dijo ella y tragó saliva, sintiendo como su voz se quebraba y llevó su mano a su creciente vientre donde, con 8 semanas se alojaban sus recientes mellizos.

Hiro cerró sus ojos con fuerza comenzando a sentir culpa, ¿eso era manipulación?

- no llores, por favor -le rogó suavecito el menor, no queriendo girarse para tener que darle la vista a su madre y mostrarle lo idiota que se sentía por tratar a todos así.

- trato de no hacerlo -le lloriqueó la adulta y soltó la mano que tenía sobre su hijo para limpiar su rostro de manera torpe. Desde que había sido madre, había dejado de llorar por cualquier cosa, pero algo que siempre le recalcaba su marido era que siempre andaba excesivamente hormonal al comienzo de sus embarazos, e Izuki lo notó cuando en hace una semana comenzó a llorar cuando vió un katsudon y pensó en el animalito que murió y las frutas que debieron ser cortadas y cocinadas para solo ser comidas.

- ay, mamá -dijo el chico sentándose de golpe para girarse y abrazar a su madre, dejando la cabeza de ella contra el pecho de él y comenzó a sobar su espalda, notando como ella sorbía su nariz- ¿por qué lloras?

- porque no comes, Hiro -le respondió con simpleza y su hijo por un momento puso los ojos en blanco- me tienes preocupada, me dicen que estás solo en el salón todo el día, que no comes, q-que estás siempre a la defensiva, ¡ese no es el bebé que crié! -le lloriqueó su madre y levantó su cabeza para ver al mismo perfil y ojos del hombre que se enamoró retratados en el rostro de su hijo.

- mamá, ya voy a tener 18 años -le murmuró y a su madre le tembló el labio.

- peor, y ahora estoy vieja -lloriqueó un poco y negó con su cabeza- ¿por qué eres así, Hiro? ¿qué te pasó? -le dijo con voz entrecortada y vió a su hijo negar con la cabeza, para solo tomar la de ella y dejarla contra el pecho de él.

Ni Hiro sabía bien que es lo que sucedía con él en realidad, no tenía mucha claridad y no sabía si la obtendría alguna vez, pero no quería perder las esperanzas de que eso pasaría y de que volvería a ser tan feliz como lo era hace dos o tres semanas atrás.

- nada mamá, es la edad, la estupidez, es todo -le dijo suave y su madre alzó su vista, viendo a su hijo con la mandíbula apretada, se separó de su madre para sentarse de manera india, consciente de que era una falta de respeto y todó su taza, agradeció por la comida en un murmuro y luego le dió un sorbo.- come algo, igual debes tener hambre -le dijo a su madre y estra sonrió, asi tiendo con su cabeza para tomar la taza y sentarse al lado de su hijo, viendo como comía con algo de ánimo aunque tratara de ocultarlo.

Hablaron de sus bebés y Hiro puso su mano sobre el pequeño vientre que ahora creía en su madre, cuando ella le dijo de que eran dos, este solo le miró un poco confundido y siguió en silencio, pensando en que debía hacer las cosas bien antes de que nacieran para poder ser un ejemplo para ellos.

BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora