Tal vez... Me gustas.

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Viernes por la mañana, primera hora del día. Jeno se estaba levantando para ducharse y arreglarse.

Se encontraba bajo la regadera, el agua empapaba su piel. Estaba cabizbajo. Dudoso de si ir o no a la escuela pero tenía, no podía pasarse toda la vida escondido, ¿Verdad? De alguna manera tenía que ir y enfrentar todo. No por unos idiotas dejaría de asistir a clases.

¿Lo peor de todo? Es que tenía que encontrarse con Jaemin y eso, lo ponía tan nervioso. Sus dedos acariciaron sus labios, recordando la textura y el sabor de los labios de Nana. Inconscientemente, tuvo una sonrisa.

Vamos, tal vez le gustaba.

El miedo estaba presente, ¿Y si Mark había planeado todo? ¿Y si Jaemin sólo estaba jugando con él?

Jeno sintió su corazón romperse de nuevo o en más trozos. Suspiró. No soportaba que lo molestaran de esa manera y lo ilusionaran sólo por ser homosexual. Odiaba que lo tomaran cómo un juguete.

Harto y decidido a enfrentar todo, salió de la ducha una vez listo. Cómo siempre, su rutina; vestirse, tomar el desayuno, arreglar sus cosas e ir a buscar el autobús escolar. Ahí estaba él.

Buenos días...—

La voz de Nana fue lo primero que escuchó esa mañana, no sabía si sentirse afortunado o amenazado. Lo que sí sabía, es que sonaba cómo todo un ángel. No sólo eso, también se veía cómo uno. ¿Dónde estaba ese cabello alborotado? Pero su sonrisa... Esa maldita sonrisa estaba en su rostro, lo que hizo que el corazón de Jeno diera vuelcos.

Jeno se sonrojó y giró el rostro para tener que evitar pasar vergüenzas. No quería ser la burla. Simplemente se quedó callado, omitiendo un saludo.

Jeno, yo...— Habló Jaemin pero, fue interrumpido por el autobús y otros chicos que llegaron para alcanzar éste,que por cierto, fueron los primeros en subir.

El pelinegro suspiró y decidió subir después de Jaemin. ¡Oh, oh! ¿Mala suerte? Los asientos estaban ocupados, sólo uno disponible y era al lado de Nana.

Siéntate, no te voy a morder.— Jaemin rió, Jeno suspiró pero, accedió.

Así que... Hoy tenemos una cena.— Pronunció Nana y cómo si fuera eco, resonó en la cabeza de Jeno, quién abrió los ojos, más grandes, totalmente espantado. ¡Lo había olvidado!

Su madre había organizado una cena para darles la bienvenida a los nuevos vecinos. No habían tenido la oportunidad de hacerlo pero era viernes, era un buen día, según ella.

—¿Vendrás a casa?— Preguntó Jeno y miró por la ventana, sintiendo las mejillas arder cómo el infierno al hacer tal pregunta.

—¿Quieres que vaya?— Preguntó de vuelta un Nana sonriente.

Yo... No lo sé. Me da igual.— El pelinegro trató de sonar y convencerlo de que realmente le daba igual, pero en su interior sabía que no era así.

Jeno... No me odies, lo lamento...— Las palabras del más alto parecían sinceras, era confuso para Jeno. ¿Caería?

JaeMin, no sé qué es lo que pretenden tú y tus amigos, ¿Crees que es gracioso jugar así con las personas? No, no lo es.— Por más que no quisiera, la voz de Jeno parecía fuerte y llamó la atención de algunos compañeros de viaje pero, tal parece que no era un tema que les importara, ya que continuaron con sus cosas.

Si te refieres a lo que pasó esa tarde... Los golpes de los chicos... Jeno, yo de verdad lo siento...—

I need you...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora