CELOS.

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Habían pasado dos semanas desde que los padres de Jaemin y Jeno se habían casado. Incluso, decidieron dejar la casa para mudarse a la de los Lee. ¿Cuál era el problema? Que ambos chicos debían compartir habitación.

Dicha recámara había sido acondicionada con una litera, la parte de abajo siendo ocupada por Jeno y la de arriba por Jaemin. El armario estaba dividido en dos para cada uno, todo era para ambos, tenían que compartir.  Claro, la pareja de recién casados dormían en la otra habitación pero ahora iban saliendo de viaje a su luna de miel. Los chicos optaron por quedarse, no querían estar juntos en esos momentos. Así quizás Jaemin aprovecharía a dormir en la habitación de su madrastra.

—Por favor, pórtense bien ¿De acuerdo? Amor, cualquier cosa llámame.— La señora Lee besó la frente de su hijo mientras este asintió.

—Cuídense, estaremos pendientes de los celulares por emergencia.—

Ambos chicos asintieron y la pareja salió de casa con las maletas en mano, un taxi los esperaba. Subieron a este y agitando la mano hacia los chicos que estaban en la puerta, se despidieron.

Cuándo el vehículo desapareció de su vista, Jeno entró y sin decir nada, subió las escaleras pero la voz de Jaemin lo hizo detenerse en seco.

—Voy a salir con Mark y los demás.—

—Claro.— Jeno suspiró sin mirarlo y continuó su camino hasta meterse a la habitación de su madre.

Por la tarde, un ligero olor despertó su sentido del olfato y al abrir la puerta, se encontró con el castaño saliendo de la recámara. Iba con un pantalón negro ajustado y una camisa azul con manga de tres cuartos, era tan guapo y Jeno estaba derritiéndose.

—Adiós, Jeno.—

—¡Espera, Jaemin! P-por favor, ten cuidado, ¿A qué hora volverás?— Jeno intentó no estar nervioso pero con ver la cara de Jaemin, un nudo se hizo en su garganta.

—No sé, adiós.— Continuó escaleras abajo y salió de casa.

El corazón de Jaemin era débil y dolió con portarse así con Jeno, había sido duro en sus palabras por más sencillas que fuera. Jeno suspiró y volvió a la habitación.

Las horas eran eternas estando solo en casa, sin Jaemin, sin su madre, sin su padrastro. Sus dedos apretaban los botones del control remoto tratando de encontrar un canal entretenido o al menos mientras el sueño le ganaba pero era imposible. Jaemin no estaba en casa.

Eran las dos de la mañana y la puerta sonó tan fuerte al cerrarse. Jeno se asustó y tomando un frasco de perfume de su madre, salió de la habitación lentamente hasta encontrarse con un Nana ebrio subiendo las escaleras y a punto de caer. Jeno dejó caer el objeto al suelo y corrió hacia el menor para sujetarlo y ayudarlo a subir.

A toda costa intentó no cruzar palabras con él, sólo lo ayudó a subir hasta la habitación y recostarlo en la cama. Resultaría tan difícil ayudarlo a subir a su cama, así que optó por dejarlo en la suya. Un Jaemin ebrio tiró de las manos de Jeno hasta abrazarlo.

—Te amo...— El más alto susurró y el aliento a alcohol golpeó a Jeno.

—¿Q-qué? Jaemin, suéltame...— Por más que lo dijo, no quería que eso sucediera. Pese al olor de alcohol, el aroma del perfume seguía intacto en su ropa y seguro en su piel.

—Te amo, Jeno...— Jaemin abrió los labios y sonrió, esto hizo temer al pelinegro.

Jaemin sujetó con una de sus manos la nuca de Jeno y lo atrajo para besarlo. El mayor no sabía exactamente qué hacer, sabía que Jaemin estaba ebrio pero lo que no sabía, era si lo hacía porque realmente así lo quería o sólo por una pequeña calentura que le dio.

I need you...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora