Lo siento

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Ahí estaba, de pie frente a Renjun, su mejor amigo. Estaban fuera de la casa de Jeno, despidiéndose mientras, el pelinegro agradecía al chino por salir a pasear con él. Necesitaba compañía y aunque Chenle no pudo acompañarlos, se habían divertido.

—Jeno...— Renjun sonrió tímidamente.

—¿Sí, Jun?— Jeno solía llamarlo así, era cariñoso, así que una parte de Jeno estaba mejor gracias a su amigo.

—Yo... Necesito confesarte algo, es vergonzoso pero, no puedo aguantar más.— El más bajo agachó la mirada, se encontraba nervioso, se hizo notar al jugar con sus propios dedos.

—¿De qué se trata?— Jeno no comprendía.

—Jeno, tú... Me gustas...— Susurró. Reuniendo todo el valor, abrazó a Jeno por el cuello y, besó sus labios.

Jeno abrió los ojos con sorpresa, los labios de Renjun estaban contra los suyos, no lo esperaba, ¿Cómo se supone que lo haría?

Colocando las manos en la cintura del mayor, tenía la intención de apartarlo, ¡Era su amigo! Un portazo lo hizo reaccionar y apartar a Renjun de una forma tan brusca.

—Renjun, yo no...—

—Lo sé, Jeno, yo no te gusto...— Los ojos de Renjun se cristalizaron. Sonrió melancolicamente y se fue de allí, dejando a un Jeno más desanimado.

Sí, Jeno lo estaba. Jaemin los había visto y lo supo, lo supo cuándo lo vio entrar a su casa y ese portazo. Su corazón volvió a doler.

Entró a casa, sintiéndose culpable e ignorando a su madre que platicaba a gusto con el padre de Jaemin en la sala. Ignoró todo. Sus ojos estaban inundados por las lágrimas, dejando caer estas al encerrarse en su habitación.

Se dejó caer a la cama y se abrazó a su almohada. Seguro Jaemin estaba pensando lo peor. De lo que estaba seguro, era que los labios de Renjun no se comparaban a los de Jaemin. No eran suaves cómo algodón de azúcar, no tenían el sabor dulce cómo caramelo, no eran tiernos cómo los de su Jaemin.

Tomó su celular y entre lágrimas, texteó un "Te extraño" pero, el mensaje no fue respondido, las palomitas del visto estaban azules. "Últ. vez 8:34 p.m" y su mensaje había sido enviado 8:32.

Jeno lloró durante la noche, no sentía sueño pero, este le ganó al agotarse de tanto llorar contra la almohada.

Jaemin estaba abrazado a su almohada, pensando en Jeno besando a Renjun. El mensaje en su celular permaneció en visto, no quería responder, no cuándo su corazón estaba herido. Cerró los ojos y durmió al cabo de un rato.



Durante los días escolares, se miraban a la distancia, más no se hablaban. Todo estaba perdido. Estaban a pocos días de la boda de sus padres, Jaemin se había negado a asistir pero su padre lo había convencido por ser el día más feliz de su vida, para Jaemin sería el peor y aún así, decidió ir.

En cambio Jeno, fingía felicidad para su madre, ella estaba muy contenta y emocionada. En parte le alegraba verla así pero por otro lado, estaba herido. Su madre estaba por casarse con el padre de su no-novio, digo, Jaemin.



Nueve días pasaron cómo el viento, el día había llegado. El salón estaba arreglado, todos los presentes esperaban ansiosos en sus lugares y de pie, Jeno estaba al lado derecho de los asientos y con las manos delante de él, jugando con sus dedos con tantos nervios.

Jaemin estaba en los asientos del lado izquierdo y con las manos en sus bolsillos, tambaleándose en su lugar y mirando al piso.

La música resonó en el lugar dando a la señal de la entrada nupcial. La madre de Jeno era preciosa en ese vestido blanco, caminando lentamente por el pasillo que la guiaba prontamente al altar, junto al hombre que amaba.

Jeno suspiró y lanzó una mirada fugaz a Jaemin, quién levantó la suya hasta fijarla en él cómo un tonto. El pelinegro lucía tan guapo con traje negro, qué ganas de arrancarle la corbata y abrirle la camisa de un jalón. Jaemin sonrió ante dichos pensamientos.

Los padres de Jeno y Jaemin estaban ya juntos, escuchando con atención al padre y sonriéndose el uno al otro cómo dos enamorados. Vaya, se veían tan felices a comparación de los dos jóvenes.

La ceremonia transcurrió tan rápido para los enamorados pero para Nana y Jeno, fue la tortura más grande de sus vidas, aún más cuándo la pareja había respondido que se aceptaban el uno al otro. Incluyendo ese apasionado beso lleno de amor para sellar su compromiso.

Jaemin tenía el estómago revuelto al estar junto a su padre y su ahora madrastra, al menos no era mala cómo en los cuentos pero era la madre del chico que le gustaba. Que por cierto, él también estaba a su lado ya que estaban siendo presentados entre los invitados.

—Disculpen, esta nena tan bonita está buscando a Nana.—

Una de las invitadas de la señora Lee entró y con ella, iba una chica, sí, una chica que iba en su misma clase.

—¡Hina! Creí que no ibas a venir.— El castaño exclamó tan sonriente y contento, acercándose a la chica.

Jeno quería vomitar, ¿Qué hacía ella ahí? ¿Por qué abrazaba y besaba la mejilla de Jaemin? ¡¿Por qué estaba tomando la mano de JaeMin?!

Era increíble que él si llevara a una chica para restregársela en sus narices, no podía creerlo de Jaemin.

—Papá, te presento a Hina, mi novia.—

¡¿Quéeeeeee?!

—¡Oh! Mucho gusto, Hina. Me alegro conocer a la novia de mi hijo.—

La madre de Jeno sonrió y se presentó a ella, ambos dijeron "Bienvenida a la familia". Si el corazón de Jeno ya estaba roto, ahora estaba hecho polvo.

El pelinegro se apartó sin ganas de dar explicaciones aunque su madre estuviera llamándolo. Jaemin sonrió pero por dentro, se sentía la persona más miserable de todo el planeta tierra.

No podía hacer nada, Jeno ya era su hermanastro, ahora tenían que vivir juntos bajo el mismo techo, mirándose las caras en casa, en la escuela. Tenía que acostumbrarse.

Jeno se largó a llorar al baño, encerrándose en uno de los cubículos y aguantando cualquier quejido que saliera de su boca al querer gritar y por hipear durante el llanto.

—Lo siento, Jeno... Tenía que hacerlo.—

La voz de Jaemin sorprendió a Jeno, sólo sus pies bajo la puerta se dejaron ver. Sólo hasta que el más alto abandonara el baño. Jeno lloró, ¿Por qué Jaemin lo hizo? ¿Por qué rompió así su corazón? Jeno estaba roto y quería desaparecer de esa maldita fiesta, quería desaparecer de todo. La presión en su pecho no lo dejaba respirar tranquilo. Jeno lo sentía, lamentaba haberse enamorado hasta la médula de el desgraciado de Jaemin, sentía ser débil y caer ante él y sus encantos. Sentía mucho la crueldad del destino.













¡Holitaaaaaaaas! Ya qué me odian por el NoRen y que quieren asesinarme o peor, al pobre Renjun. Les tengo la mala noticia que habrá NoRen pero no por mucho tiempo porque falta poco para dar por concluida la historia pero les prometo un NoMin bellísimo.

¡Gracias por leer! ❤

I need you...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora