Capítulo 1; «El comienzo de todo»

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«El comienzo de todo»

-Aníbal, he encontrado una buena carnada –dijo viendo el computador –es de una familia muy adinerada y nos traerá muchos beneficios.

Aníbal Sheffield el cabecilla de la mafia. Temido por todos y cada uno de los pertenecientes a Europa. Cada persona que lo ve, siente su muerte venir.

-¿su nombre? –dijo tocando pensativamente su barbilla.

-Sebastián –dijo sonriendo malévolamente –Sebastián Matthews.

 -Bien, ¿y en donde esta?

Vio su reloj –ahora debe de estar en el instituto Athletics –levanto la ceja.

-¡Chicos vengan! –Dijo gritando y entraron unos cuantos pares de grandes y robustos hombres –vamos por él –dijo y salieron directo al instituto. Busco el número de su hija y presiono el botón de llamar.

-¿Hola? –dijo ella confusa al otro lado del teléfono.

-Ve a Athletics, te necesitamos allá, tenemos nuevo trabajo.

-Bien –dijo y corto la llamada.

. . .

Sebastián PDV

Camine hasta la puerta de salida del instituto y a lo lejos vi una rubia cabellera que pude reconocer. Camine hasta ella y me senté a su lado.

-Hola, ¿Qué hay? –dijo ella sonriente.

Me encogí de hombros –normal –le mire a los ojos -¿quieres que te acompañe a tu casa? –dije ilusionado.

Frunce el ceño –no gracias, puedo irme sola.

Mordí mi labio nervioso – ¿segura?

Sus ojos azules penetraron los míos –no quiero causar molestias, gracias –dijo nerviosa.

Fruncí el ceño –está bien, como quieras, pero si algún día se te ofrece algo, ya sabes –sonreí de lado –puedes contar conmigo –dije y le lance un guiño coquetamente.

Se sonrojo ligeramente haciéndome estremecer –gracias –sonrió tiernamente –bien, tengo que irme, adiós –se levantó y me dio un beso cerca de los labios.

-adiós, Oriana –dije viéndola.

Esa chica me volvía loco, me encantaba. Estaba enamorado de ella y profundamente.

Salí del instituto hacia el estacionamiento para tomar mi auto y poder llegar lo más rápido a mí casa ya que me sentía muy cansado después del entrenamiento de basquetbol. Mire mi alrededor y vi una camioneta Ford totalmente negra cerca de mi auto, me encogí de hombros y no le di más importancia. Llegue a mi auto y saque las llaves del bolsillo de mi pantalón.

Por el reflejo de la ventana pude ver que dos hombres musculosos vestidos de negro salieron de la camioneta intimidándome totalmente. Voltee y otro estaba detrás mía y cuando el pánico inundo mi cuerpo me tomo por los brazos lastimando mi cabeza contra el vidrio de mi auto por forcejear para luego amarrarlos en mi espalda y comenzar a caminar conmigo hacia la camioneta haciéndome entrar en ella. Pude ver entre la oscuridad a una chica pelirroja que me pareció demasiado familiar luego de eso me vendaron los ojos.

-Vamos –pronuncio la chica haciéndome saber que estaba a mi lado.

Que dulce voz.

-Déjenme ir por favor –dije suplicante –llevo la tarjeta de crédito en mi mochila, tómenla pero déjenme ir. Ella se removió en su asiento y sentí su aroma. Delicioso.

-dame la mochila –pronuncio ella y supongo se la dieron ya que no pronuncio ninguna palabra después, solo escuchaba que esculcaba entre mi mochila. Escuche el sonido del auto frenar y comencé a entrar en pánico de nuevo. Alguien me jalo del brazo y me cargo, como si fuera una pluma. Sentía miedo, mucho miedo. Escuche voces, tanto de hombres como de mujeres.

-aquí está la carnada, señor –dijo el hombre que me tenía cargado. Me bajo haciéndome tambalear un poco –voltea niño –dijo y con brusquedad me hizo quedar de frente, supongo, ya que no veía nada.

-quítenle la venda –ordeno aquella ronca voz que me hizo temblar de miedo. Quitaron la venda de los ojos cegándome por la luz que había en la habitación –vaya, vaya, con que tú eres Sebastián Matthews –dijo con una sonrisa que a kilómetros se podía notar que era malévola.

Asentí con miedo –soy yo –dije con orgullo hacia mi apellido.

El señor soltó una carcajada –otro hubiera negado su apellido, ya que puede traerle problemas.

-no tengo por qué negar mi apellido, estoy orgulloso de ser un Matthews –dije con el ceño fruncido.

-esto no se trata de estar orgulloso, niño –dijo caminando lentamente hacia a mí –esto se trata de peligro ¿sabes quién soy?

-no –dije seco –no tengo la desdicha de conocerlo aun.

Río sínicamente negando con la cabeza –soy Aníbal Sheffield –dijo poniéndose frente a mí. Y en ese momento pude ver mi muerte pasar por sus ojos.

-el jefe de la Mafia Sheffield –dije en un susurro. Era el mayor de los mafiosos en todo el mundo. Traficaba personas, prostituía chicas y lo que me hacía temblar era que…a él no le importaba la vida de nadie, mataba personas. De la peor forma que pudiese ser.

-exactamente él, chico –dijo dándole una calada a su pipa –llévenselo.

-¡No me hagan daño por favor! –grite forcejeando para que no me llevaran. Volvieron a colocar la venda en mis ojos y me llevaron casi arrastrado a lo que supongo era una habitación. Escuche la puerta cerrarse y me desplome por completo al estar solo. Llore. Tenía miedo, maldición, mi vida corre peligro. Estaba en manos del mafioso más poderoso, él iba a matarme, sabía lo que él quería 

Mi vida a cambio de dinero.

-NH

¿Mafia y amor? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora