Capítulo 7

123 15 0
                                    


Cap. 7
Pasaron un rato más hasta que Gilian se durmió.
Jack salió para encontrarse con Gibbs.
- Jack, ¿crees de verdad que el padre de la chica nos de un tesoro?
- Si ella lo dijo, así será.
- Pues eso espero, porque la gente murmura.
- No tendrían por qué.
Gibbs preguntó.
- ¿No es demasiado raro? Además, ¿por qué la chica estaba sola y sin poder caminar?
- Gibbs, no entiendo tu preocupación. Hay tantas chicas que naufragan y se lastiman al perder a su familia o caen de su barco. Este es el caso de Gilian.
- ¿Ya te lo contó?
- Así es...hay muchos secretos ya entre nosotros.
Gibbs lo interrogó de nuevo.
- Entonces...ya la conoces de una forma más...íntima- insistió en voz baja, con tono algo irónico.
- ¿Para qué quieres tantos detalles, maestre?- preguntó a su vez ya molesto.- Será mejor que te asegures que todo esté en orden, tenemos que llegar por ese tesoro a Saint- Marie.
- Está bien, Jack- reveló Gibbs asintiendo.
Un rato después, Jack volvió a la cama y encontró a Gillian descansando.
Quitó la manta y contempló su cuerpo un instante. No pudo evitar el impulso de pasear su mano sobre su piel que se antojaba tan suave. Había acariciado ya aquellos puntos más delicados y le parecía como si fuera a hacerlo por primera vez.
Ella, aun durmiendo, susurraba en sueños el nombre de Jack.
Sparrow se acercó y suavemente besó sus labios, acariciándolos para tratar de lograr una apertura más para que ella correspondiera a su caricia.
Gillian primero creyó soñar, pero luego despertó y notó que no era un sueño. Jack la besaba apasionadamente. Ella se dejó seducir de nuevo y momentos después, se entregaban de nuevo a la pasión de una forma más intensa y febril.
Sus movimientos consiguieron una danza apasionada y ardiente, donde sus cuerpos se colmaban de deseo, fundiéndose uno en el otro como si nunca más volvieran a verse.
Extenuados permanecieron así durante la noche, hasta la madrugada.

Horas más tarde, un canto extraño que parecía ser producto de algún embrujo, se apoderó de algunos de los marinos.
Pero Gibbs, que era más astuto, salió de su habitación y observó ligeramente hacia la cubierta.
Eran varias sirenas que rodeaban el barco. Trató de poner la alarma pero luego vio a Gilian que caminaba lentamente hacia la baranda. No hizo ruido y sólo se dispuso a escuchar.
- Ven...Gilian...ven...
La joven respondió.
- No puedo volver...
- Mayrin te perdonará si regresas- dijo una de las sirenas.
- No puedo...iré a Saint- Marie.
- Corres mucho peligro- replicó otra.- Será mejor que regreses a White Cap Bay...o morirás antes de tiempo.
Gilian respondio:
- No volveré...tengo que ir a Saint-Marie...me he entregado a un hombre...
Gibbs escuchó aquella conversación.
- Entonces... Gilian es una sirena...-se dijo.
El pirata se escondió, al notar que Gilian volvía seguramente al lado de Jack.

A la mañana siguiente, Gilian se vistió. Jack también ya estaba listo.
- No salgas a menos que sea necesario- reveló el capitán del Perla Negra.
Gilian se mantuvo un rato en el camarote, hasta que por fin decidió salir. No se dio cuenta de que había agua en la superficie.
Caminó con dificultad hasta que tropezó con un cubo que le cayó encima.
En cuanto el agua cayó sobre su cuerpo, la cola de pez empezó a asomar.
La tripulación se dio cuenta que Gilian era una sirena.
- Jack nos engañó, ni siquiera vamos por un tesoro, vamos hacia la muerte.
- Eso no es verdad- repuso Jack- yo les puedo explicar.
Pero no hubo mucho que decir. Los hombres del Perla la acorralaban.
- Darían mucho por ella...
- ¿Y si la matamos?- observó otro.
Gilian suplicaba que Jack la liberara.
Sparrow lanzó un disparo al aire, abriéndose paso.
- Nada, pequeña...vete lo más lejos que puedas.
Gilian entendió y se fue nadando lo más rápido que pudo.
- Momento, señores. Ella nos dará un tesoro pero hay que respetar su vida.
- Es un monstruo marino- dijo uno.
- Es de mala suerte- comentó otro más.
- Usted nos engañó- añadió alguno.
Jack les explicó.
- Vamos por el tesoro.
Sin embargo no pudieron continuar hablando de ello durante mucho tiempo porque el navío del capitán Garçon, quien al ver la sirena gritó.
- Qué afortunados somos, caballeros, le quitaremos a Jack Sparrow la oportunidad de tener las lágrimas de la sirena...
Jack arqueó las manos, pero luego se le ocurrió una mejor idea...


El tesoro de Saint-Marie (o la Isla Bonita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora