Capítulo 8

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Cap. 8


Llegó a donde la tripulación y les dijo a voz en cuello.
- Caballeros, ¿es posible que todavía no comprendan lo importante que es para nosotros, los piratas respetar la vida de las creaturas del mar, con las cuales tenemos que enfrentarnos continuamente?
La tripulación se quedó perpleja y él continuó, utilizando su poder de convencimiento.
- Es increíble, señores, que tengamos la misma mentalidad de la gente de la armada y seamos incapaces de comprender la vida de estos seres que no por ser criaturas desalmadas dejan de ser especiales y a las cuales nosotros tenemos el deber de preservar. ¿Serían capaces de transtornar el equilibrio de la vida de estos seres que tuvieron la desventaja de no poder subir al arca, que tuvieron la desgracia de dejar atrás a sus antepasados antediluvianos?
Algunos hombres del Perla soltaron lágrimas, mientras la sirena seguía nadando rápidamente.
El capitán Garçon lanzó una red y la atrapó pero cuando subió a lo seco, su cuerpo volvió a ser el de una mujer.
La tripulación del pirata francés estaba ávida de tocarla pero el pirata la cubrió con un manto y dijo a su gente.
- Cuidado, caballeros. Antes que todo somos eso, cavaliers. Ma petit fillé, no queremos hacerte daño, más bien eres nuestra...invitada.
- ¿Invitada?- preguntó otro.
- Sí, mi querido maestre Rouge, ella es nuestra convidada. Así que búsquenle ropa y ayúdenla a llegar al camarote.
Ya estando ahí, le hizo una visita de cortesía.
- Muy bien, pequeña. Vamos a hacer tú y yo un trato. Tú nos das tus lágrimas y te dejamos ir.
- ¿Para qué quiere mis lágrimas?
- Dicen que ellas sirven para un ritual que se realiza en la fuente de la juventud.
- Eso es peligroso, muchas han muerto en el intento.
- Oh, qué lástima, pero yo te ofrezco que me concedas esas lágrimas y nadie saldrá lastimado.
Gillian entonces pensó en algo.
- Llévenme a Saint- Marie y ahí les daré las lágrimas que quieren.
- Está bien, pequeña, te llevaremos a Saint- Marie...ahora...trata de llorar para que podamos conseguir las más que se pueda.
Gillian quería darles sus lágrimas. Motivos le sobraban. Sólo podía pensar en Jack. Y seguramente éste también estaba pensando en ella.

Durante la noche, Garçon se puso a beber mientras daba indicaciones a su gente para que llegaran a Saint- Marie.
En el camarote, el capitán estaba solo, cuando sintió la presencia de un viejo conocido.

ESTAMOS EN LA RECTA FINAL, EL FIC NO ES MUY LARGO. PERO LAS VOY A DEJAR DE MOMENTO EN SUSPENSO JIJI, YA VERÁN CÓMO TERMINA ;) PERDON POR TARDAR EN POSTEAR, PROBLEMAS FAMILIARES QUE YA SE VAN RESOLVIENDO. SALUDOS!

El tesoro de Saint-Marie (o la Isla Bonita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora