Capítulo 9

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Capítulo 9

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Capítulo 9


Garçon miró a Jack con recelo.
- ¿A qué se supone qué has venido?
- Tú acabas de quitarme algo importante para mí. La entrada a un gran tesoro.
- Ah, sí...la sirena que seguramente tú te habías llevado. Y por cierto, no está nada mal. Y supongo que no la trataste muy bien que digamos...porque nadaba muy rápido lejos de tu navío.
Jack no quiso darle detalles.
- Tú sabes lo complicadas que son las mujeres y más si son sirenas. Tienen un carácter un tanto difícil...se necesita ser un muy sagaz para poder manejarlo. Pero esta vez...no se trata sólo de eso. Tú buscas sus lágrimas...yo la necesito íntegra.
- Explícate.
- Verás...sólo puedo decirte que...hay otro tesoro mucho más importante, amigo. Buscar sus lágrimas para encontrar la inmortalidad es una promesa muy engañosa. Y por cierto...creo que ese camino no podrás encontrarlo a menos que...tengas mi ayuda, ¿savy?
Garçon se impacientaba.
- Sigo sin entenderte. ¿De qué ayuda me hablas? Yo tengo a la sirena, no te necesito.
- Claro que sí, o dime, ¿acaso sabes llegar a la isla de Ponce de León para encontrar el sitio?
- Y tú sabes cómo hacerlo, ¿no?- preguntó el capitán francés.
- Por supuesto, amigo. Yo puedo llevarte al sitio si tú accedes a devolver a la sirena para encontrar ese tesoro del que te hablé. Y puedo darte ese tesoro en cuanto lleguemos.
- Bien- dijo el otro- lo haré con una condición.
- Pon el precio- argumentó Jack.
- Quiero primero las lágrimas de la sirena. Una vez teniéndolas me garantizas así que no escaparás con ella y me dejarás sin nada.
- ¿Por quién me tomas, amigo mío? Soy un hombre de honor.
- Si tú lo dices...pero ya te dije: quiero las lágrimas.
- Para eso...tengo que verla...¿tenemos un trato?
- ¿En qué consiste?- preguntó el francés.
- Devuélveme a la sirena y te entregaré las lágrimas.
- No soy tan tonto. Te quedarás con ella y me quedaré sin nada.
- Esta noche...te daré sus lágrimas. Pero necesito algo importante.
Jack le explicó lo que quería.
- ¿Estás loco?
- Será en tu navío. O si lo prefieres, tiene que ser en el mío. Yo estaría más cómodo.
- Que sea aquí, tendrás toda la tranquiidad posible, pero a primera hora quiero las lágrimas de la sirena en este frasco- señaló mostrándoselo.
- Aquí tendrás lo que buscas. Ahora...con tu permiso. Estaré muy ocupado esta noche.


Horas más tarde, hicieron salir como pudo a la sirena quien fue llevada a un camarote.
Ahí dentro, permaneció a la expectativa. No había luz, hasta que alguien encendió una lámpara.
Gilian gritó.
- Sea quien sea, salga de aquí inmediatamente.
Una voz habló.
- Soy yo, linda.
Reconoció la voz de Jack quien se acercó lentamente.
- Jack, por fin vuelves...dime, ¿por qué me soltaron? ¿Por qué me trajeron aquí?
- Pedí a Garçon yacer contigo esta noche para protegerte. Pero tengo un plan que no puede fallar.
- Oh, Jack...tengo tanto miedo.
- No te preocupes, estoy aquí, listo para hacerte feliz...
La inclinó hacia el lecho, saboreando sus labios y desnudándola despacio.
Sus labios expertos erizando sus cimas haciéndola estremecer. Pasearon lentamente por su cuerpo, logrando encenderla de pasión. Luego, ella también acarició al capitán y recorrió su pecho de caricias mostrándole lo mucho que le agradaba estar con él.
Momentos después, Jack notó el calor que destilaba su ser y se internó para gozar junto con ella una y otra vez. La sirena se entregó, acariciando a Jack con su cabellera, al tiempo que éste cerraba los ojos y jadeaba al sentir a aquella joven sirena tan perfecta y tan intensa.
- Soy tuya, Jack...toda tuya.
- Oh, Gilian...¡cómo quisiera tenerte siempre así!
Cuando juntos vieron brillar las estrellas, ella se arrellanó en su pecho.
- Gilian...tal vez sea la última vez que nos vemos.
- Puedes buscarme en Saint- Marie cuando quieras.
Jack sonrió y le otorgó un nuevo beso, mientras la acorralaba entre sus brazos.
Mientras dormía después de disfrutar un rato más, notó que de los ojos de la joven brotaban algunas lágrimas.

Durante la madrugada, Jack sostuvo el frasco lleno y lo entregó a Gilian. Luego le preguntó.
- ¿Lista?
- Sí- dijo ella.
- Ya conoces las indicaciones.
Jack salió del camarote dejando ya vestida a Gilian, mientras él salía rápidamente hacia el Perla.
Momentos después, llegó Garçon y encontró a la joven ahí.
- ¿Dónde está Sparrow?
- Irá por delante marcando el curso.
- Bien...¿y las lágrimas?
- Aquí están- dijo, extendiéndole el frasco.
Garçon sonrió. Al fin tenía lo que estaba buscando.
- Bueno, entonces, ven- dijo amarrándola al mástil.
La joven sentía calor y sed. Esperaba que el plan de Jack funcionara.

El tesoro de Saint-Marie (o la Isla Bonita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora