Capítulo 10

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  Cap

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  Cap. 10


Jack miraba a su brújula.
- ¿Hacia dónde vamos, Jack?
- Tú dime, maestre Gibbs- comentó Jack.
Gibbs miró por el catalejo y observó.
- No puede ser...el galeón maldito.
- Así es, Gibbs. Garçon no tocará Saint-Marie hasta haber pasado por ahí, si es que sale.
- Pero, ¿por qué, Jack?
- Conociendo a ese pirata, dejará morir a la sirena y tratará de robarme el tesoro del que le hablé.
- Entonces, debemos ser precavidos.
- Así es. ¡Todo a estribor!
La tripulación siguió las órdenes al pie de la letra.
Garçon notó que se acercaba a la isla.
- Bueno, querida, en vista de que ya tengo tus lágrimas, no me va a quedar más remedio que deshacerme de ti.
- ¿Qué piensa hacer conmigo?
- Ya lo verás...será algo muy divertido.
Pero cuando trató de herirla, Gilian utilizó una daga que llevaba oculta en su vestido y tras herir a Garçon se lanzó al mar.
El capitán francés trataba de encontrarla.
- ¡Sigan a Sparrow y no dejen viva a la sirena!
Su navío siguió el rastro de la sirena y le disparaban a voluntad.
Jack notó que Gilian nadaba con dificultad.
- Rápido, Gibbs, tenemos que apresurarnos. El Perla es el más rápido del Caribe. En estas aguas no puede ser diferente.
De pronto, Jack notó que el rastro de Gilian había desaparecido. Algo en su corazón se estremeció.
- ¡Vamos, todos! Vamos a vencer a esa rata asquerosa...
Por fin, el vire permitió que Garçon se adentrara al rincón donde yacía aquel galeón maldito, del cual se decía que atraía a otros barcos y los hundía destrozándolos.
Sin contemplaciones gritó entonces:
-¡Fuego!
Los cañones dispararon, atacando el navío de aquel capitán francés, dejando que ese lugar se los tragara enteros.
Jack estaba dolido y triste.
Gibbs se le acercó.
- ¿Te pasa algo? ¿Estás bien?
Jack asintió aunque se notaba que estaba triste.
- Sí, maestre, todo bien...-dijo mientras se tranquilizaba- vamos a Saint-Marie...es necesario.
La mar se quedó en calma. Jack pensaba llegar a la isla por lo menos para despedirse del recuerdo de Gilian.
Avanzaron durante un rato y llegaron al fin a las inmediaciones de Saint-Marie.
En la mente de Jack estaban los momentos tan agradables que había pasado junto a la joven.
"-Nunca me imaginé que sería tan hermoso esto, Jack- decía abrazada aun a su cuerpo entre las sábanas.
- Lo es, bueno aunque algunas mujeres de quejan de desatención, pero es porque hay hombres que no conocen de esto. Una mujer jamás debería quejarse de insatisfacción.
- Espero poder quedarme siempre con tu recuerdo. Jamás dejaré que ningún otro hombre me toque. O tal vez, jamás vuelva a estar con nadie.
- Será difícil, amor...una vez que empiezas, difícilmente lo dejas- sonrió"
Jack suspiró. Luego lanzó un amuleto en forma de corazón, esperando que llegara al fondo, hasta donde había perecido su sirena.
Gibbs notó su tristeza y pidió que lo dejaran solo un momento.
La tripulación se fue a seguir con la rutina, mientras Jack se quedaba solo al timón, pensativo y cabizbajo.
De pronto, un brillo extraño en el mar llamó su atención.
Y muy cerca de la playa, emergió una hermosa sirena con una coronita en la cabeza, cargando un hermoso cofre.
- Capitán, esto es suyo...
Jack sonrió. Se trataba de Gilian.
- ¡Icen las velas! Vamos a Saint-Marie.

Momentos después, Gilian y él se besaban intensamente en la orilla.
- Perdóname...creí que tú...
- No digas más, Jack- dijo la sirena- estoy a salvo aquí, lejos de la maldición de White Cap Bay.
- Eso me tranquiliza-añadió Jack- ¿aquí ya no puede robarlas nadie para quitarles las lágrimas?
- No- dijo ella- este es como un santuario...durante el día somos así, brillantes y casi etéreas, y en la noche somos mujeres en tierra y sirenas en el mar para cantar durante muchas horas las canciones del mar.
- Qué bueno y qué pena también porque...ya no podré verte más...
- No te preocupes, si un día regresas, yo te estaré esperando en la orilla y sabré que eres tú cuando vea la proa del Perla Negra.
- Entonces, no dudes que un día volveré, sé cómo hacerlo...
Y un beso más los hizo disfrutarse para después volver al mar y Jack al Perla.
Ya arriba, Gibbs lo recibió.
- ¿Todo bien?
- Sí, Gibbs, mira...la sirena cumplió su promesa. Nos dio un tesoro de incalculable valor- dijo mostrándole un cofre con oro y piedras preciosas.
- Es un verdadero tesoro- reveló sorprendido el maestre Gibbs.- Pero...de algún modo traicionaste a la sirena.
- ¿Lo dices por las lágrimas? Para nada...era solamente agua y ahora ya de nada les va a servir, ¿savy?
Gibbs sonrió mientras Jack daba órdenes a todos.
- Ninguno de ustedes ha visto jamás esta isla, ¿entendido? Si alguien les pregunta, el tesoro lo encontramos cerca del Galeón Maldito.
- ¿Por qué, capitán?
- Porque en esta isla no hay nada que un hombre ambicioso deba encontrar. Ahora, vayan a lo que tienen que hacer, más tarde les daré su parte del tesoro. ¡A trabajar, que para eso les pago, haraganes de quinta!
En silencio se dijo:
- Hasta muy pronto, Gilian...un día nos volveremos a encontrar...
FIN  

El tesoro de Saint-Marie (o la Isla Bonita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora