Amigos con derecho a roce - Capítulo 2.

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Miren a quien me he encontrado en el camino, pensé que luego de aquella vez en el aeropuerto jamás volvería a ver, pero parece que el destino desea que estemos juntos

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Miren a quien me he encontrado en el camino, pensé que luego de aquella vez en el aeropuerto jamás volvería a ver, pero parece que el destino desea que estemos juntos. Nero, recuerdo cuando tenías 15 años y eras tan inexperto con esa expresión de pocos amigos, pero en tus ojos lo veía, notaba que apenas conocías el mundo y eso realmente me encantaba en ti, ahora te veo y debo admitir que me has sorprendido. Has cambiado mucho y si que me agrada este nuevo Nero.
-Demasiado-susurré soltando una ladeada sonrisa.
-Esto es una maldita broma ¿No?
-Claro que no nene-respondí.
-Deja de decirme así-interrumpió el nene con un tono mordaz.
-Es el hotel más cercano al aeropuerto. Aparte, ya es muy de noche y las calles están peligrosas.
Me observó alzando una ceja.
-Preferiría estar en la calle de noche que pasarla en un hotel cerca de ti-comentó cruzándose de brazos ¿Acaso no te das cuenta que con esas actitudes me vuelves loco? Tu ceño fruncido, el labio encorvado con disgusto, eres precioso. No puedo evitar acercarme a él y a su rostro.
-Hey ¿Qué te parece si compartimos el cuarto? Me quedé con un poquito de ganas desde aquella última vez.
-Ni en tus sueños Dante-gruño.
Avanzamos hasta entrar a aquel hotel, un chico de unos 23 años nos atendió con una encantadora sonrisa.
-Buenas noches-habló alegremente.
-Buenas noches-saludó Nero acercándose a su escritorio-buscaba un cuarto.
-Si-asintió el niño sentándose cerca de su ordenador-tengo una habitación-agregó por último señalando hacia la pantalla.
-Bien, solo será por una noche.
-De acuerdo-sonrió agradable y desvió los ojos hacia mi.
-¿Y usted caballero? ¿O acaso vienen juntos?
-Si-respondí.
-No-respondió Nero.
Nos observó con una interrogante.
-No le preste atención a este hombre-dijo Nero-la habitación es para...
Lo tomé de la capucha de su remera y jale hacia atrás para quedar delante.
-Aquí tienes niño, cóbrate lo que cuesta-abrí la billetera y entregue unos billetes, estaba confuso y eso era gracioso, más por ver la expresión enfadada de Nero.
-De... acuerdo-dijo alzando una ceja mientras tomaba el dinero.
Al acabo de pagar la habitación Nero me veía con deseos de matarme.
-Aquí tienen la llave, es el quinto piso, habitación 22. Muy buenas noches-sonrió entregándome la llave la cuál Nero me quitó de las manos y a paso fuerte se dirigió hacia el ascensor.
-Vamos nene ¿Te has enojado conmigo?-pregunté siguiéndolo.
-No me jodas-gruñó entre dientes apretando insistente el botón de nuestro piso.
-Será divertido pasarla juntos. Ve el lado positivo.
Desvió los ojos literalmente en llamas hacia mi.
-¿Lado positivo?-alzó una ceja albina-¿Qué le ves de lado positivo pasarla junto al tipo que es una maldito acosador?-agregó por último entre dientes, reí hacia aquellas palabras.
-Vamos, este acosador te gustó. Disfrutaste el momento y si que lo has hecho muy bien-alcé las cejas, silencio absoluto y justo a tiempo las puertas del ascensor se abrieron, Nero entró con su bolso y apretó rápidamente el botón.
-Hey nene, espera-dije al ver que se cerraban las puertas ¿Me iba a dejar sólo?
-Sube las escaleras-fue lo último que oí en cuanto se cerraron, su sonrisa de malicia me hizo sonreír de lado.
-Maldito mocoso-maldije observando las altas y interminables escaleras-me las pagaras.
Tuve que hacerlo, subí escalón por escalón, los cuales fueron mi perdición.
-Si... definitivamente... la pagaras nene-dije tratando de tomar el aire que me hacia falta y había perdido en el segundo piso.
Cuando al fin llegue sentí un alivio enorme, las piernas no me daban más y mis pulmones me pedían a gritos que me sentara para tomar aire.
-Al fin-sonreí victorioso.
Con el paso pesado fui hasta la habitación que tenía adornado en la puerta dos números que formaban "22". Tomé el picaporte y empujé hacia el otro lado, al entrar observé a Nero tirado sobre la cama con el celular y los cascos puestos.
-¿Tanto te tardaste?-preguntó sin quitar los ojos de su celular.

Maldito mocoso.

Dejé la maleta a un lado y cerré la puerta detrás de mi, fui hasta la cama y me tiré sobre él.
-¡Pero que demonios! ¡Dante! ¡Sal ahora mismo encima de mi!-ladró, se veía tan tierno sonrojado-¿Me estás oyendo? ¡Sal ahora mismo!
Hice caso omiso a sus palabras y escondí el rostro en su cuello.
-Nene, si no fuera porque me he subido cuatro pisos, ya me hubiera vengado. Bien jugado, ahora déjame dormir. ¿Quieres?
-Esto no es broma Dante, apártate de mi.
Lo abracé por la cintura y solté un suspiro.
-Que rico hueles-susurré inhalando aquella fragancia.
Su cuerpo se tensó y ya me imaginaba que se hallaba sonrojado.
-Apártate-forcejeo, totalmente inútil, no lo dejaría ir.
-Es inútil. Cuanto más lo desees, más me negare a ello-comenté sin mover un mínimo músculo de mi lugar, luego de algunos segundos se rindió-buena elección-cerré los ojos aliviado.
-Eres un maldito pesado-suspiro.
-Y tú un niño malcriado.
-Cállate viejo.
Sólo sonreí soltando un suspiro lleno de paz.
-Buenas noches nene.
-Buenas noches viejo-oí de su parte y eso bastó para caer en sueño.

ᴀᴍɪɢᴏꜱ ᴄᴏɴ ᴅᴇʀᴇᴄʜᴏ ᴀ ʀᴏᴄᴇ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora