Amigos con derecho a roce - Cap Final.

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Nero.

Lo siento por ser una molestia en tu vida.

Se oyeron aquellas palabras en mi cabeza ¿Acaso había sido muy duro con él? Simplemente reaccioné de aquella manera que ni yo se porque lo hice. Él vino desde muy lejos para verme y yo reaccioné de esta manera tan... mala.
Admito que verlo de nuevo me puso feliz pero no iba a demostrarlo, soy tan estúpidamente cerrado.
Me encontraba en mi casa, sentado en el sofá viendo hacia la ventana de la sala principal, el cielo comenzaba a advertir con nubes oscuras que pronto llovería pero yo no dejaba de pensar en aquel... vejestorio. No vi su expresión en cuanto me dijo aquellas palabras pero de seguro era parecida a aquella vez cuando estaba ebrio adolorido por sus perdidas. Esa expresión que me hizo sentir una puntada en el pecho ¿Acaso siento algo por él? ¿Por qué no dejo de pensar en aquel maldito idiota? En todo este viaje solo me habia acosado ¿Cómo puedo aceptar eso? Pero... fue tan bueno conmigo, siempre trataba de hacerme reír con sus tonterías a pesar de que yo le respondiera con algún insulto, hacia todo eso por mi y yo no me quería dar cuenta.
-Maldición-maldije por lo bajo mientras llevaba una mano por los cabellos.
El célular sonó, lo tomé del bolsillo de mi pantalón y vi en la pantalla el nombre de Dante.
-¿Cómo obtuvo mi número?-pregunté alzando una ceja.
Atendí y él simplemente empezó a hablar.
-¿Sabes qué? Eres un maldito mocoso egoista.
Buena manera de empezar una charla. Pensé alzando una ceja con ironía.
-Un maldito egoista que jugó con mis sentimientos. Desde aquella... puta vez que te conocí por primera vez, nunca pensé que alguien como tú sería capaz de hacerme esto ¿Enamorarme de un hombre? ¿Cómo mierda es posible? No lo sabía pero aún así me enamoraste con esa malcriades que cargas, esos insultos, ese carácter de pocos amigos pero ¿A cambio de qué? No soy correspondido, me odias, no puedes verme y yo... y yo...
Se detuvo, se podía oir su voz jadeante.
-Y yo te amo Nero...
Abrí los ojos de par en par.
-Después de mucho tiempo pude volver a ser el mismo. Perdí... perdí a tantas personas importantes en mi vida, caí en un agujero negro del cual pensé que nunca saldría y... apareciste iluminando cada rincón de este para ayudarme a salir de allí. Si fueras capaz de saber todo lo que haces en mi.
Sentía ¿Lágrimas? ¿Estaba llorando? Lleve una mano sobre mi mejilla y si, estaba llorando. Lloraba por Dante.
-Adiós, fue un gusto conocerte. Y gracias por...
Aquello último se oía con la voz quebrada.
-por salvarme-dijo aquello y antes de colgar pude oír unos sollozos de su parte.
Me quedé helado sintiendo el corazón apretado y que las lágrimas no se detenían.
-D-Dante-nombré.
Me levanté de un salto del sofá, mi corazón latía con fuerza ¿Qué me sucedía? Llevé una mano sobre el pecho, dolía, dolía mucho.

Ve por él...

Oí una voz en mi interior que me hizo mover a la salida de la casa.
La tormenta había comenzado, el agua caía a montones pero no me importaba ¿Qué estaba haciendo? Corría lo más rápido posible al aeropuerto para detener al ¿Amor de mi vida?
Mi corazón nuevamente sintió una sacudida al pensar en aquellas palabras ¿Estaba enamorado de Dante? ¿De un hombre?
Desde aquella vez que nos conocimos por primera vez nunca más estuve con nadie. Me sentía extraño, no mal. Sino, confundido ¿Acaso me había gustado lo que paso con él? No dejaba de pensarlo ¿Volvería a cruzarlo en mi vida? ¿Sería posible?
Así fue, me lo crucé y ahora me encuentro corriendo desesperadamente y deseando que no se haya ido.
Corrí y corrí sin prestarle atención a mis pies que pedían que parara pero no era el momento, debía llegar. Debía hacerlo o no me lo perdonaría.
Habrán pasado los minutos y a lo lejos podía ver el aeropuerto.
-Ya falta poco-me di esperanzas acelerando el paso.
Al llegar a la entrada vi un avión que había despegado.
-No...-dije por lo bajo viendo como se iba ¿Había llegado tarde?
Entre de golpe, estaba completamente mojado, no me importaba las miradas de los demás. Simplemente comencé a caminar entre la gente ¿Por qué lo hacia? Si ya de seguro estaba en aquel avión yéndose lejos de mi.
-Que idiota fui-me insulté mientras me frotaba un ojo.
Alcé el rostro y lo vi sentado con un bolso a su lado. Estaba incado en sus rodillas dobladas y llevaba las manos sobre el rostro ¿Estaba llorando?
A paso lento me acerqué a él y me senté a su lado. Él quito las manos del rostro y me observó, estaba en lo cierto sus ojos cristalinos y las mejillas empapadas lo delataban.
-¿A qué has venido?-inquirió de mala manera mientras volvía la mirada la frente y se frotaba un ojo.
-A pedirte perdón-dije incándome hacia adelante en la misma postura que él.
No dijo nada, solo soltó una leve sonrisa de amargura.
-Fui un idiota al comportarme de esta manera. No te lo mereces, eres... eres asombroso y yo aquí de gruñón.
-¿Solo gruñón?-preguntó irónico Dante en un tono muy hiriente. Se sentía horrible estar en este lugar ¿Acaso él pasaba por esto? ¿Qué clase de persona soy?
-¿Sabes lo doloroso que es para mi esto?-su voz se entrecortaba.
-Lo sé y te pido perdón por ello. Soy de esta manera por temor a perder a aquellas personas que le tengo afecto, tengo miedo de sentir amor.
Deje caer la cabeza hacia adelante para que no viera mi rostro adolorido y los ojos que advertían con sacar más lágrimas.
-Te pido perdón por ser así, yo...
Tragué fuerte mientras cerraba los ojos con fuerza.
-... no quiero perderte. También te amo.
No quería levantar el rostro, me mantuve allí escondiendo el rostro entre mis cabellos.
-Si te vas lo entenderé, después de lo que hice no merezco otra oportunidad-dije mientras me levantaba de golpe y le daba la espalda.
Por un momento sentí que me tomaba del brazo y de un tirón me llevaba hacia su torso. Me abrazó a él envolviendo los brazos en mi.
-No sabes hace cuanto deseaba oí eso-susurró Dante en mi hombro.
Tragué fuerte sintiendo las lágrimas que seguían brotando.
-D-Dante-nombré abrazándolo, él solo correspondió abrazándome con más fuerza.
-Te amo mocoso-dijo Dante.
-También te amo vejestorio-correspondí a aquellos sentimientos después de tantos años.
-Nero-me llamó Dante.
-¿Qué?-pregunté aún sin apartar el rostro de su pecho.
-¿Eso quiere decir que somos novios?
-Algo así-respondí dudoso.
-¿Algo así?-preguntó ofendido.
-Es broma, si lo somos-respondí rápidamente.
-¿Entonces puedo decirte apodos?-preguntó apartándose de mi mientras tomaba su bolso.
-Depende-respondí cruzándome de brazos.
-¿Postrecito?
-No.
-¿Gordito?
-¿Acaso quieres que terminemos ya?
-¡No!-gritó exageradamente mientras me abrazaba por el cuello. Me había puesto rojo como una manzana madura, la gente nos veía.
-Deja de gritar-regañé entre dientes.
-Esta bien amorcito ¿Te parece ese apodo?
-Ya que-suspiré rodeando los ojos.
-¿Qué?-preguntó Dante acercando su rostro al mio.
-Que si, me gusta ese apodo-respondí sonriendo.
Solo me dió un beso en la mejilla sin apartarse de mi.
-Te amo mucho amor mio.
-También te amo mucho mi viejito.
-Te pasas-dijo Dante llevando una mano sobre el pecho.
-La verdad ofende-comenté hundiéndome de hombros.
-Eres cruel amor-dibujó el vejestorio un puchero en los labios-Pero cuando lleguemos, este vejestorio te va a demostrar de lo que es capaz-agregó por último dándome una palma en el trasero.
-¡Dante!-regañé frunciendo el ceño y sintiendo el rostro caliente y de seguro rojo por la verguenza. Dante rió fuerte.
-Me encanta cuando te sonrojas, el rojo va contigo-sonrió y me robó un beso de los labios.
Este tipo no tenía remedio pero bueno, así me enamoró.

Fin.

ᴀᴍɪɢᴏꜱ ᴄᴏɴ ᴅᴇʀᴇᴄʜᴏ ᴀ ʀᴏᴄᴇ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora