⇶ Kiss me, fast [The kissing booth 1]

Ten:

Juliet no pudo evitar corromperse en llanto, su cuerpo, despedía dolor, uno absolutamente supremo y consumidor. Fue en ese momento que comprendió, qué las peores cosas le sucedían a las mejores personas, debido a que éstas estaban condenadas a pagar por los errores y negligencias de las más despreciables.

Aquello, fue lo qué le sucedió a Kieran.

El joven, se hallaba conduciendo con absoluta normalidad esa tarde, camino a su hogar, cuando, un camión apareció de la nada y lo chocó, destrozando por completo su auto y por ende, produciendo graves hematomas y traumas en cada centímetro de su cuerpo.

Ahora mismo, el chico se hallaba absolutamente inmóvil en una camilla, con heridas en todo su cuerpo y respirando a través  de un tubo. «Respiraba», pensó Juliet, aquello debía de ser una buena señal.

«Sumergirse en aquel estado, similar al de estar en coma, era una muerte lenta, pero lamentablemente, segura», concluyó Juliet, intentando abdicar aquellos negativos pensamientos de inmediato.

—Lo siento tanto, Kieran —sollozo la chica, acariciando la cien del chico, con absoluta suavidad—. Debí de pelear por ti, de la misma manera que tú lo habrías echo.

La madre de Kieran, Margaret, se acercó a la joven, para estrechar su mano fuertemente, ésta, se hallaba en el mismo destrozado estado qué Juliet, ya qué, estaba a punto de tal vez, perder a su único hijo.

—Kieran va a recuperarse Julie, es fuerte...Siempre lo ha sido y lo será — expresó la mujer, intentando en vano disminuir su llanto—.

Juliet asintió, envolviendo en sus pequeños brazos a Margaret, intentando consolarla. Por su parte, ella, no podía dejar de reprocharse a si misma, el echo de haberse comportado de tal forma con Kieran, sabiendo más qué nadie en este mundo, los giros inesperados qué la vida o más bien, el destino, podía brindarte.

Ese accidente, aquel triste y dramático panorama qué se hizo presente, de cierta forma, le sirvió a Juliet para comenzar a replantearse aspectos de su vida, entre ellos, decirse por aquello qué siente, desde el primer momento en qué le sucede, para no ilusionar o lastimar a corazones puros e inocentes, como era en el caso de Kieran. No obstante, nada cambiaba el destino de cada persona, era imposible.

Esa tarde, Juliet se había quedado con los Damers, toda la noche, aguardando con impaciencia y absoluta esperanza que el chico despertará, abriera sus ojos y emitiera alguna frase estúpida, un simple reproche.

Juliet anhelaba con devoción una queja por parte de Kieran, una maldición, no quería resignarse al echo de que quizá tardaría meses y hasta años, en emitir un insignificante sonido.

Sin embargo, quizá haya una fuerza mayor más allá de todo lo que creemos conocer, qué nos escucha y de cierta manera, a través de las peores experiencias, nos demuestra qué vendrán mejores momentos.

Durante la madrugada de ese jueves,
Kieran, comenzó a abrir sus ojos, con gran dificultad, pero al final, lo hizo. Esa misma madrugada, él, había despertado.

—¿K-Kieran? —artículo Juliet, acercándose con absoluta cautela hacia el aún, inmóvil cuerpo del chico, éste, la observó, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro—. ¡No me sonrías idiota, qué casi me matas de un susto!.

Al oír aquello, los médicos junto con los Damers se adentraron a la sala, observando con absoluta sorpresa el echo de qué Kieran se haya recuperado con tal rapidez. Era increíble.

[...]

2 semanas después:

—Con cuidado...—lo regaño Juliet, ayudando a Kieran con las muletas—. No comprendo cómo teniendo una semana más de reposo quieres volver a la escuela.

El joven se encogió de hombros, riendo.

—Es aburrido estar en casa, además, ya me puedo mover, solo tengo que sacarme el yeso de esta pierna —le informó él, adentrándose hacia los vacíos pasillos del instituto—.

Juliet rodó sus ojos divertida, mientras se acercaba nuevamente a Kieran, el cual se había sentado en uno de los bancos del pasillo, seguramente, para estar más cómodo.

—Hay algo qué...Quería decirte, Julie —reconoció el joven, en un pequeño susurro—.

—Puedes decírmelo luego, no es necesario qué ahora lo hagas, es decir...—Juliet se detuvo repentinamente, al observar cómo el chico, la observaba con ternura—.

—Es tan dulce como intentas cuidarme, pero...¿Sabías que solo he tenido un accidente? Es decir, este, por suerte, no me impide hablar —le aclaró él, tornándose un tanto obvio e impaciente en aquello que quería expresar—.

Juliet, por su parte, asintió, haciéndole una señal para que prosiguiera.

—Cuando tuve el accidente, estaba pensando en nosotros y...¿Sabes por qué he despertado? —cuestionó Kieran, recibiendo, por supuesto, una negación por parte de ella—. He vuelto por ti Julie, jamás me hubiese perdonado morir de esa forma, tan patética, además...No podía irme de este mundo sin haber besado los suaves y tan codiciados labios de Juliet Flynn.

Al oír aquello, la susodicha soltó una gran carcajada. Kieran le sonrió, observando con absoluta concertación cada facción del rostro de Juliet. «Era la chica más hermosa qué había visto alguna vez, en su inexperimentada vida», pensó.

Sus miradas se cruzaron, sosteniéndose por segundos tan largos qué parecían eternos, Kieran, se acercó cautelosamente a Juliet, posando una de sus manos en la suave mejilla de la joven, listo para dar el siguiente paso y estrechar sus labios con los de Juliet.

Aquel electrizante beso, fue la prueba qué ella necesitaba, para darse cuenta qué, todo este tiempo, Derek, jamás había sido el único chico qué, amó verdaderamente. O quizá, aquello fue un erróneo consuelo ante la descarada acción de su mejor amigo.

*
Si lo sé, probablemente shippen muy fuertemente a Derek y Juliet, por lo que este capítulo los sorprendió. Pero, no se preocupen qué su ship no está muerto, tan solo...Un poco —mucho— distanciado. Aún así, todos  necesitamos un poco de drama ¿No?.
Bueno, como siempre, les deseo lo mejor de lo mejor en su día.
¡Nos leemos más tarde!.