Capítulo 10

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— Mi nombre no es Alan.— mascullé, aún acostada. Observando cada rasgo de su maldito y perfeccionado rostro.
Su cuerpo, que estaba apoyado al marco de la puerta, vibró con una estúpida risa burlona. —¿Qué haces aquí? ¿Quién te dio permiso de siquiera estar en mi puerta?—

— Bueno... Hoy estás muy preguntona, ¿eh?— se despegó de la puerta, y avanzó unos pasos.
Y cada paso que avanzaba, me hacía detestarlo un poco más. —Bien. En primer lugar... Estoy aquí porque se me da la gana. No necesito tu permiso.— mi boca se abrió de la indignación. ¿Quién se cree este tipo para decir que no necesita mi permiso? Si es mi cuarto.

— Claro que necesitas mi maldito permiso.— me senté en la cama. —Es mi cuarto.— recalqué.

—¿y qué?— sin girarse, sólo con una mano alcanzó la puerta y la cerró. La habitación quedó completamente en oscuridad. Y sentí miedo de lo que pudiera pasar. Podría caer fácilmente en sus garras, lo sabía. Él era como un león y yo como un pequeño ratón indefenso.

— Enciende la luz.

Rió.

— Que enciendas la maldita luz.

—No.

— Luke, no estoy de humor para tonterías. Enciende la maldita luz.— vi sus ojos destellar. Se pasó una mano por su cabello y sonrió, con esa maldita sonrisa que me daban ganas de asesinarlo, una y otra vez.

— Mi nombre suena bonito saliendo de esos suaves labios...— ví como se acercó. Comenzó a acariciar mi mejilla con su dedo, hice un esfuerzo para no tomarle la mano y dejársela ahí pegada a mi mejilla, sintiendo su suave tacto. —... me pregunto, ¿cómo se escucharía cuando estemos haciendo cosas que..

— Cállate.— rió suavemente. Su dedo pulgar se dirigió a mi labio inferior. Lo acarició tan delicadamente, como si fuesen de porcelana.

— Alana... Inocente y linda Alana...— se separó de mí. Sentí un breve frío. Quería que siguiera tocándome, sentir mi cuerpo arder por su tacto.
Luke, sin previo aviso, tomó mis manos y de un tirón me tuvo de pies ante él. Estábamos cerca, pero tan cerca, que se podía sentir el deseo escapar por nuestros poros.
— ¿Sabes? Ayer, cuando dormí contigo, te dije si querías recuperar el tiempo perdido. Te quedaste dormida de inmediato. Y pensé... ¿por qué aguantarnos las ganas? Si somos jóvenes, estamos solos, sin padres...— se acercó a mi oído y susurró: — Sin control.— mi piel se erizó por completo.

— Porque no quiero perder mi tiempo con un gilipollas como tú.— lo sentí reír bajito.

— Aún no entiendes.— lo miré. Estaba serio, me sentía intimidada. Sentía que me hacía pequeña ante él. — Que todo fluya, Ala. — sus manos se pegaron a mis mejillas. Mi respiración se cortó por unos segundos y luego me encontré con los ojos cerrados y sus labios rozando con los míos.
Nuestras bocas chocaron y se unieron como un ronpecabezas, estaban húmedas y nuestras lenguas ardían al tocarse la una con la otra.
No podía negarlo, sus besos eran el significado de la perfección. Y yo no quería que esos besos fueran el motivo de mi destrucción... Porque sabía perfectamente que Luke quería destruirme. No tenía duda.

Pero me encantaba. Se sentía agradable, su boca era como probar algo nuevo, pero a la vez familiar.
No quería despegarme, la manera en la que succionaba mi labio inferior y luego envolvía su lengua con la mía, me hacía delirar.

Decidí cortar el beso. No, no porque quería. Sino porque sentía que esto podía llegar lejos.

Estábamos jadeantes, mi corazón palpitaba fuertemente. Sus labios brillaban con un suave destello que me hipnotizaba y me hacía querer matarlo. Pero matarlo a besos.

— Tienes que ir..— ni siquiera terminé de decirlo, pues Luke dejó mis palabras en el aire callándome con otro beso y en uno segundos me tuvo elevada, con mis piernas alrededor de su cadera y mis brazos alrededor de su cuello.
No pude resistirme. Él era como la nicotina, la heroína, la morfina, o cualquier otra mierda adictiva. No podía tenerlo en mi boca y no saborearlo sin dejar una sola pizca de él.
Con delicadeza me posicionó en la cama, sin dejar de besarnos.
—Luke, para,— pero no me escuchó. Comenzó a esparcir besos en mi cuello, y creo que fue el momento en el que mi control se fue a la mierda.

Me dejé llevar por sus besos, sus manos que al hacer contacto con mi piel sentía que me quemaba. Tal vez estábamos jugando con fuego, y alguien podría salir lastimado.

No estaba segura de esto. Me sentía tan tonta. Parecía una chica de 15 años rogando por un poco de atención masculina. Tan ingenua.
Pero lo peor de esto, es que me estaba comenzando a gustar estos momentos de debilidad que él lograba darme.

—Luke, para.— lo empujé suavemente.

—Vamos, yo sé que te gusta...— intentó besarme de nuevo.

—Luke. Basta.— dije más firme. Luke al notar un poco de enojo en mis palabras, se detuvo y me miró a los ojos. Bufó, se levantó de la cama y se acomodó la ropa y el cabello.

—Oye...— me senté en la cama.

—Cállate.— dijo fuertemente. Se voltió hacia mi, y me miró con el ceño fruncido.— Me voy.— Mi sangre hirvió.

—¿Por qué mierda te enojas? Eres un estúpido.— Luke, que ya estaba por abrir la puerta, se giró con furia, se acercó a mí y con una mano me sujetó el mentón.

— ¿Qué me dijiste?..—

—Estúpido. Eres un estúpido.— mascullé.
Mi corazón otra vez bombeaba fuertemente contra mi pecho.
Lo detestaba tanto. Quería ahorcarlo. ¡Quiero matarlo!

—Repítelo.—

—¡Estúpido! ¡Eres un estúpido y nunca dejarás de serlo!— Quité su mano de mi mentón de un solo movimiento.

—¿Te crees muy ruda, eh?— Esta vez, tenía más miedo que rabia. Luke me intimidaba, él es mucho más alto que yo. Sentía que en cualquier momento me iba a lanzar un golpe en la cara.
Pero nada de eso pasó. Se acercó lentamente a mi boca, y me besó. Desconcertada, traté de seguirle el beso. Pero apenas lo hice, me succionó el labio inferior y me mordió.
Me mordió fuerte.

—¡ERES UN IMBÉCIL!— Luke rió a carcajadas.

—Para que aprendas a respetarme.— me levanté de la cama y me dirigí a él para golpearlo. Lo único que conseguí fue darle un manotazo en el brazo, ya que reaccionó rápido y me agarró de los brazos. A pesar de que intenté safarme de su agarre una y otra vez, no pude. Y mientras más lo insultaba, más se reía. — Ni lo intentes. Tengo más fuerza que tú. Vendré a la noche, tenemos un trabajo que hacer. Adiós, bonita.— Me sujetó el rostro fuertemente y me plantó un pequeño beso en mi labio, que estaba hinchado y adolorido.

Abrió la puerta y rápidamente se fue.

Y ahí me quedé yo. Mirando la puerta como una estúpida. Deseando matarlo cada vez más.
Deseando cogermelo y mandarlo a la mierda.
Deseando besarlo y luego insultarlo.
No sé que mierda es lo que estoy comenzando a sentir por él, pero lo único que tengo claro es que me está volviendo loca.
Me lancé boca abajo a la cama. Tomé una almohada, la apreté contra mi rostro y comencé a gritar desde el fondo de mi garganta.
Maldito imbécil. Maldito Luke. Me está volviendo loca.

Muñeca del sexo.||L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora