Capítulo 11.

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- Al principio todos se mofaban de eso, como tengo la reputación del chico listo e inocente. Listo soy, inocente no tanto. - rió. - Pero nunca nadie me hirió realmente, sólo me hacían bromas y yo me reía junto a ellos o los ignoraba. No soy de tener líos con la gente, ni de tomarme muy personales las cosas. Ademas tenía claro que ser presidente del centro de alumnos tenía una gran responsabilidad que la mayoría no ve. Debo admitir que tenía miedo de ser rechazado por las personas, pero fue al contrario. La mayoría del campus a pesar de que bromeaban sobre mí, fue cayendo en simpatía conmigo y aparte de ser calificado como chico listo e inocente, le agregaron la palabra "simpático". Me gusta, no te voy a mentir. - reímos. El mordió su sandwich y yo tomé un sorbo de mi café.

- Vaya. La verdad no tienes cara de ser parte del centro de alumnos... quiero decir, en mi instituto los integrantes del centro de alumnos siempre eran los "cerebritos". - dije haciendo comillas con mis dedos. - Ya sabes, los que usaban gafas, o tenían brackets, o demasiados formales para vestirse. Yo era la que usaba gafas y tenía brackets.- reí avergonzada y masqué mi trozo de pizza. - Pero tú te ves bastante bien.

Dylan sonrió.

- Ya decía yo que esa sonrisa no era natural. - reímos. - y gracias, señorita. La última vez que alguien me dijo que me veía bien fue en la cena de Navidad y me lo dijo mi abuelita, sólo porque llevaba puesto el suéter que tejió para mí. - ambos estallamos a carcajadas.

- ¿En serio nadie te lo dice? - pregunté.

- Pues no. Mi última relación terminó siendo un desastre y desde ahí que no tengo a ninguna chica especial en mi vida. Aprendí a estar solo y me gusta. - sonreímos.
- Eso es lindo. Es muy difícil aprender a estarlo.

- Al fin de cuentas... uno se tiene a uno mismo cuando ya no queda nadie más.

- Tienes razón.

Un par de minutos después, Dylan y yo pagamos la cuenta y nos fuimos. Nos despedimos y cada uno fue a su cuarto.
Al llegar, mi madre estaba ahí dentro
- ¡Mamá! Me asustaste. - lo primero que hice fue abrazarla, pero ni se inmutó.

- Mamá, ¿Qué haces aquí?

- Tenemos que hablar.

- Si pero, ¿Qué cosa es tan grave que ni me saludas? No te veo hace mucho mamá, no te cuesta nada ser al menos cortés conmigo.
- Soy tu madre. No me vengas a decir lo que debo y lo que no debo hacer. Siéntate.- me senté.

- ¿Qué pasa?-

-¿Sabes cómo está Daniel, verdad?- sentí como la sangre me hervía y la cara se me ponía roja de la furia.

-Sí. Si sé cómo está Daniel y no me interesa. Si viniste aquí para hablarme sobre mi ex mejor vete, por favor. Tú sabes lo que opino al respec-

- No me importa lo que tu opines. ¡Daniel fue internado por sus adicciones y todo es tu culpa! ¡¿SABES CÓMO VA A HABLAR LA FAMILIA DE DANIEL A TODO EL MUNDO SOBRE NOSOTRAS, VERDAD?!- me quedé en shock.
Mi ex novio había caído tan bajo abusando de sustancias y todo por culpa mía.
Pero... ¿culpa mía? ¿Por qué culpa mía si él fue el abusivo de la relación?

Cerré mis puños.

-Mira, mamá. No me grites, no estamos en casa para que te pongas a gritar de esta manera. Tú sabes perfectamente que Daniel era un abusivo de mierda, si él está metido en ese maldito internado es por causa de él, si no te mal recuerdo él es un alcohólico desde unos meses antes de terminar nuestra relación. Así que si vienes a mí a reclamarme sobre el "qué dirán", pues vete. No te quiero ver.- el nudo en la garganta comenzó a asfixiarme. Mi mamá siempre fue el tipo de persona que se preocupa por el que dirán los demás. Es algo que a pesar de que lo odie, yo también lo tengo.

- ¿Cómo puedes decir eso? Tienes que ir a verlo.-
-No.
-Tienes que hacerlo, Alana. Te guste o no, fue tu novio y en algún momento te gustó y lo quisiste, no lo puedes odiar así como así.- tomó su cartera. La revolvió un poco con su mano y sacó un par de billetes.- Toma. Ahí tienes dinero suficiente para comprar un boleto y llegar al hospital. Espero que vayas o si no olvídate de que soy tu madre.- y eso fue lo que terminó por romperme. Comencé a llorar de tristeza y la rabia que me invadía. Mamá siempre me puso por detrás de cualquier persona.
-No lo dices enserio...- me miró, una mirada tan fría, esas que saben que me duelen. Se arregló el vestido, abrió la puerta y se fue.

Daniel fue mi primer novio. Al principio todo era gracioso con él, luego me pidió ser su novia. Él me encantaba, pero luego comenzó a decepcionarme. No me permitía salir con mis amigas, si no era con él. No me dejaba ponerme ropa corta, y si lo hacía, se enojaba. Luego comenzó a volverse un alcoholico. Una noche, fui a su casa porque quedamos en hablar, yo estaba cansada de sus malos hábitos y malos comportamientos. Estuve esperándolo en el pórtico de su casa durante horas, y luego cuando ya eran las dos de la mañana, él llegó borracho. Le pregunté que había bebido, y comenzamos a discutir. Quebró la botella que llevaba en mano, justo a un lado de mi cabeza donde estaba el pórtico de su casa, y un trozo de vidrio se incrustó en mi sien, y otro en mi hombro. Yo sólo sangraba, él sólo miraba sin decir una palabra. Su madre salió para ver que pasaba, vio la sangre, la botella rota y a Daniel con lo que quedaba de la botella en la mano.
"¿Qué hiciste? ¡¿QUÉ HICISTE DANIEL?!" gritó. La madre de Daniel se me acercó, mirándome aterrorizada. Yo estaba en shock, no podía articular ninguna palabra. " ¡TE HAS PASADO DANIEL, ERES UN CABRON, ERES UN MONSTRUO IGUAL QUE TU PADRE!" Le gritó. Daniel comenzó a llorar. La madre de Daniel me tomo de la mano y me llevó dentro de la casa. Yo sólo lloraba desesperada, aún no sabía que acababa de pasar. La mamá de Daniel, cerró la puerta con seguro al ver que Daniel quería entrar a la casa.
"¡DÉJAME ENTRAR, ABRE LA PUTA PUERTA!" Me tapé los oídos.
Daniel golpeaba la puerta sin parar, podía oír sus puños haciéndose mierda, y como las patadas hacían retumbar la puerta y sonaba como eco en toda la casa. La madre de Daniel me llevó a la cocina, me quitó los vidrios y me curó los cortes.
"Mi niña, lo siento tanto. No justifico a Daniel, ese no es mi hijo, no sé que le ocurre últimamente, Alana. Pero no es él, él no era así." Sollozó.
"Yo.. yo tampoco sé" me abrazó.
"Alana, aléjate de Daniel. No quiero que te haga daño otra vez, no quiero que te vuelva a poner un dedo encima. Eres una gran mujer, no mereces los malos tratos de mi hijo. Por favor, cuídate mucho"
Esa noche lloramos juntas. Me llevó a mi casa por la puerta trasera para que Daniel no nos viera, y me dejó en la puerta de mi casa. Nos despedimos, me dijo que me quería y que la llamara si la necesitaba. La madre de Daniel era un amor. Me quería demasiado y yo a ella, me decía que no pudo tener hijas, que quería tener una y que por eso me quería tanto, porque yo era una niña muy linda y especial, que le hubiese gustado tener una hija como yo. Yo la quería a ella porque siempre estuvo conmigo ayudándome y apoyándome, no como mi madre, que nunca lo hizo. Casi pareciera que mi madre y yo éramos enemigas. Aún recuerdo cuando me abrió la puerta, me miró y me preguntó que me había pasado y por qué llegué tan tarde. Le dije que Daniel me hirió con una botella sin querer, que habíamos discutido. "Seguro te lo buscaste." Dijo. Esperaba que me consolara, que se preocupara, que incluso se enoje porque un chico me hizo daño. Pero no. Lo justificó. Desde ese día no espero nada de ella.

Tres golpes en mi puerta me hicieron sobresaltarme.

Muñeca del sexo.||L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora