Capítulo 4.

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Capítulo 4.

Después de lo que ocurrió la noche anterior, Marco no dejaba de ser agresivo conmigo; me gritaba y me golpeaba, pero yo no podía hacer nada al respecto.

Ah, y otra cosa: Ya era hora de mudarnos. Marco me dijo que nos mudaríamos en dos días. Lo bueno era que en nuestra casa, no teníamos muchas cosas y se nos haría fácil empacar.

En dos días enteros no dejamos de trabajar. Pero la mayoría tuve que hacerlo yo, en cambio, Marco solo estaba en su habitación viendo la televisión y bebiendo alcohol.

Me desperté un viernes. Salí de mis cobijas y me bañé. Después de secarme, me puse una camiseta blanca, jeans negros y zapatos converse. Miré mi habitación, y todo a mí alrededor estaba vacío. Era el día, el “magnífico” día en el que nos mudaríamos.

Escuché a un carro pitar y me acerqué a la ventana. Era el camión que llevaría nuestras cosas hasta el nuevo hogar. Llamé a Marco para que bajara y le dije que el camión ya estaba aquí. Me adelanté y bajé algunas maletas hacia afuera.

Los señores que estaban en el camión, salieron de el y me ayudaron a subirlas. También fueron a la casa y comenzaron a subir todas las cosas en el camión.

Cuando acabaron, todos subimos al camión y nos fuimos.

Mientras viajábamos, miré por la ventana todo el paisaje; habían muchos árboles y montañas. Deseaba poder volver a mi casa, todo el sector era hermoso y ahora, me tocaría vivir en el centro de la ciudad.

Humo de los carros, cero paisaje y demasiados edificios.

Pero ya no había marcha atrás.

–Cuando lleguemos, tendrás que desempacar todo tu sola. –Dijo Marco.

–Está bien. –Respondí suspirando.

Llegamos después de 20 minutos.

Bajamos del auto y comenzamos a coger las cosas para llevarlas al departamento.

Mire hacia arriba. ¡El edificio era enorme! Era elegante; color blanco y negro. Me agradó, pero no volvería a escuchar a los pájaros, sino a ruidosos autos.

Entramos y el señor del Lobby nos ayudó a subir las maletas, cajas, etc.

Subimos en ascensor hasta el 7mo piso. Marco sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta. El departamento era hermoso. Tenía una vista espectacular y era muy amplio.

Marco agradeció a los señores que nos acompañamos y les pagó. Después de eso, vino la peor parte, pues Marco me había dicho que desempaque todo yo sola.

Un día, dos días, tres días.

Después de trabajar tanto, al fin terminé. El departamento se veía hermoso amoblado, y por suerte no tuve muchos inconvenientes, ya que no teníamos muchas cosas. En la anterior casa, todo era simple, y así me gustaba, sin muchas cosas.

–Me voy a una conferencia de trabajo. –Dijo Marco mientras abría la puerta para salir. – Regreso a las once de la noche.

–Adiós… –No pude terminar de despedirme y Marco cerró la puerta.

Puse mis manos sobre mi cara y caí en la cama. Por poco lloraba. Cada vez que Marco se iba, recordaba a mamá. La extrañaba demasiado, sin ella mis días eran tristes. A pesar de mi edad, era infantil conmigo. Me solía acompañar en las noches hablándome sobre como le iba en el trabajo y como la pasaba el día. Recordé cuando la última vez que la vi, estaba en el hospital. Me recosté a su lado, y recuerdo comenzó a cantar una canción hermosa. Sonreí y la abracé, pero después de unos segundos, mamá dejo de cantar y escuché que el electrocardiograma empezó a sonar demasiado rápido. Me levanté rápidamente de la cama y busqué a los doctores, pero cuando llegaron, ya era demasiado tarde.

Empecé a llorar. Cogí una foto de mi madre y la abracé.

Porqué. Porque mamá tuvo que irse, porque me dejaron con Marco. Si ella supiera como me trata. Sufro cada día, lloro cada noche y solo espero que llegue el día en el que sea libre.

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~El chico de la ventana~(Rubius&Tu)*TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora