¿Te quieres casar conmigo?

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Narra Marth

Me quedé esperando en el salón durante gran parte de la noche,
Roy se dispuso a acompañarme en la espera, ambos sabíamos aue aquello no era parte del plan.

La fiesta se fue apagando lentamente, pasaron algunos minutos y Zelda no llegaba, a mi alrededor las personas comenzaban a murmurar, me pregunté si algo malo había pasado. Abel les dijo a los bardos que siguieran tocando, pero a pesar de la música, la tensión era evidente. 

Caí en la conclusión de que quizá había asustado a la princesa Zelda
con mi pregunta tan repentina, pero tenía que hacerla, ya que era un trato previamente establecido con el rey de Hyrule y según dicho acuerdo, la princesa Zelda sería mi esposa.

Pero la chica se había ido sin responder, lo cual me dejó muy preocupado.

Salí del gran salón lentamente, ya había pasado más de una hora desde que la princesa se había marchado, decidí ir a buscarla, asi que me dirigí hacia las habitaciones.

Antes de llegar al pasillo me encontré a Impa, la amiga de Zelda y a Link el chico rubio de Hyrule.

—Disculpen, ¿Han visto a la princesa Zelda?- pregunté esperando que alguno de ellos me dijera en donde estaba, ambos intercambiaron una mirada.

—En realidad... —empezó la peliblanca, pero fue interrumpido por el chico rubio. 

—La princesa Zelda está en su habitación— respondió Link en tono serio recuperando la compostura y mirándome secamente, aquella era la mirada más fría que alguien me había lanzado en mi vida, pero decidí no prestarle importancia.

—Gracias— respondí con educación y atravesé el silencioso pasillo sin voltear a mirarlos de nuevo, había algo en aquel hyliano que no me daba confianza...

—Su majestad, solo como sugerencia, toque antes de entrar— dijo la peliblanca segundos antes de desaparecer por el corredor.

Al llegar a la puerta de la habitación de Zelda, toqué la puerta, dentro no se escuchaba nada, lo que me hizo suponer que algo extraño había sucedido.

—Impa... ya voy- respondió la princesa Zelda desde adentro, su voz se escuchaba algo agitada y nerviosa.

—Soy yo, Marth— respondí un tanto confundido al escuchar que la joven me había llamado; Impa.

—Enseguida voy...— dijo ella.

Esperé afuera unos cuantos segundos, alcancé a escuchar un extraño golpe, y tras unos momentos la princesa Zelda abrió la puerta, al verla me sonrojé bastante pues la joven princesa portaba tan solo un camisón,  tan corto que dejaba poco a la imaginación.

La princesa me invitó a entrar a la estancia, una vez adentro vi que la cama estaba deshecha y Zelda parecía estar muy acelerada, entre molesta y triste.
Me quedé de pie frente a ella tratando de mostrarme tranquilo.

—Me parece que no estaba disfrutando mucho de la fiesta, princesa...— dije amigablemente intentando abrir una conversación y mirando extrañado el cuarto de la joven.

—Era una fiesta estupenda, es solo que a mi no se me dan muy bien las danzas extranjeras— la princesa se veía muy nerviosa, quizá mi presencia la incomodaba, sí eso debía ser porque no había nadie más en la habitación.

—Pero si usted baila de maravilla— respondí intentando sonreír, me costaba ver a la princesa a los ojos, sus pocas prendas me estaban distrayendo y la tensión que había no me dejaba concentrarme.

—Gracias, aunque comencé a sentirme un tanto mal— dijo Zelda, en ese momento recordé como la muchacha se había mareado fuertemente durante el baile.

—Bueno, menos mal mi amigo Ike le ayudo, princesa— respondí con una sonrisa estúpida.

—Sí, así es— respondió la muchacha cada vez más nerviosa, un crujido sonó de debajo de la cama.

-Por cierto princesa, perdone mi insistencia pero ¿Ya ha considerado mi propuesta?- pregunté, me di cuenta de lo directa que había sido mi pregunta pero tenía que hacerla, era ahora o nunca.

La castaña miraba el suelo inquieta, su mirada se detuvo justo debajo de la cama

—¿Hay algo ahí?— pregunté al notar que la chica miraba ansiosamente por debajo de la cama y no respondía nada, me acerqué cautelosamente a mirar pero la joven me detuvo por los hombros haciendo que yo me volviera.

—Marth, sí quiero casarme contigo— dijo la princesa con voz decidida, aquello me dejó bastante impactado, no pensé que me respondiera de aquella forma tan repentina.

La miré a los ojos y otro sonido se escuchó de debajo de la cama, esta vez sonó mucho más fuerte que antes, me acerqué de nuevo a mirar que era, pero Zelda me jaló bruscamente de la camisa y comenzó a besar apasionadamente mis labios, cerré los ojos y me dejé llevar por aquel beso, sabía tan bien, llevé mis manos a su cintura y comencé a acariciar aquella zona, lentamente fui bajando hacia sus piernas, en ese par de segundos la muchacha se separó.

—Princesa yo... lo siento se supone que no debemos hacerlo antes de la boda-—respondí avergonzado.

—En ese caso deseo que ya sea la boda— respondió Zelda mordiendo su labio inferior.

Me puse nervioso, quería volver a besarla, quería hacerla mía, pero tenía que esperar, me había dejado llevar por aquel instante de pasión desmedida.

—Si, lo siento mucho— respondí
Zelda se acercó a mí y me dio un rápido beso.

—Mañana daremos el anuncio princesa—  dije con una sonrisa. —Por ahora, me voy a permitir continuar disfrutando de la fiesta, por favor, descanse— dije a modo de despedida. 

—Hasta mañana entonces— dijo la chica dulcemente.

Salí del cuarto en busca de Roy, me encontraba tan feliz que quería gritarlo a los cuatro vientos.

Ike y Zelda "Amor Prohibido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora