Capitulo 1

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En el espacio no existe el día o noche y el diferenciar las horas se vuelve casi imposible; el tiempo se divide principalmente en el que corresponde para dormir, de las horas para estar despierto. Era por ello que Hunk no podía asegurar un brazo o una pierna que pasaban de la dos de la mañana cuando se levantó de su cama en busca de un bocadillo nocturno. El joven paladín necesitaba unos cuantos carbohidratos para continuar su pacifico sueño y detener los furiosos rugidos de sus entrañas. Así que más dormido que despierto, marchó con paso casi autómata por los corredores del castillo de leones hasta alcanzar la cocina.

A esas horas, se esperaría encontrar la habitación completamente desierta, pero contrario a ello una leve luz destacaba entre la sombras con algunos los susurro. Al pasar la entrada de la cocina, Hunk entornó la vista para lograr distinguir en la oscuridad la silueta de una computadora portátil encendida sobre la mesa principal. La luz que proyectaba caía sobre dos figuras escondidas en aquellas sombras, apretadas la una contra la otra.

–¿Keith? ¿Pidge? –preguntó Hunk adormilado frotándose uno de sus ojos –. ¿Qué hacen aquí tan tarde?

Al escuchar sus nombres, ambos paladines se separaron el uno del otro y comenzaron a balbucear algunas palabras sin sentido en lo que no encontraban qué hacer con su manos. Finalmente, Pidge logró articular algunas palabras a pesar de su terrible sonrojo perceptible por el resplandor de la pantalla y decir:

–Qué hacemos nosotros... ¿Qué haces tú aquí?

–¿Ah? Vine por un bocadillo –respondió Hunk más dormido que despierto arrastrando su pies hasta quedar a una distancia de su compañeros paladines donde podía fácilmente (si hubiera estado lo suficientemente consiente) distinguir que estaban sentados muy cerca el uno del otro y que en la computadora se proyectaba alguna película, documental o algo que de donde surgían voces humanas –. ¿Qué estaban haciendo?

–¿Eh? –masculló Keith con un claro sonrojo en su rostro, mientras que el Pidge empeoró terriblemente.

–¿Acaso se estaban besando?

–¡¿Qué?! ¡No!

–¡Hunk no era eso!

–¿A no? –murmuró Hunk tambaleándose levemente ante el intenso llamado de Morfeo. Acto que no paso desapercibido por la joven paladín, que no tardó ni un segundo en darle un codazo a su compañero en las costillas e indicarle el sonámbulo con la cabeza.

–¿Ah? –musitó el joven moreno débilmente.

–¿Qué? –repitió Keith sin comprender en un principio lo que tenía planeado su compañera, pero después de recibir otro codazo de su parte, le siguió la corriente –. Ella tiene razón Hunk, estábamos besándonos.

–¿Por qué? –preguntó el adormilado como un niño perdido.

–Porque esto es un sueño, Hunk –explicó Pidge sacudiendo sus manos frente al rostro de colega paladín –. Solo en un sueño eso sería posible.

 Solo en un sueño eso sería posible

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–¿A si?

–Sí –confirmó Keith –. Solo estás soñando.

–Aaaahhhh –soltó Hunk encogiendo los hombros –. Eso tiene más sentido.

–Sip –dijo Pidge con una débil sonrisa –. Porque no regresas a tu cama para que puedas despertar en el mundo real y así ir a la verdadera cocina para comer un bocadillo nocturno.

–No sabía que así funcionara los sueños...

–Por supuesto que sí. Después de todo, Hunk, nosotros somos parte de tu sueño. ¿Quién más va a saber de eso que nosotros?

–No puedo negar esa lógica –sentención Hunk tambaleándose nuevamente antes de dar media vuelta y comenzar a marchar por donde llegó –. Buenas noches, Keith y Pidge de mis sueños –se despidió de último saliendo de la habitación y regresar nuevamente a su habitación.

Ante su estado, no pudo captar el leve suspiro de alivio que soltaron sus compañeros paladines que quedaron en la cocina.

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Su secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora