Capitulo 7

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–No puedo creerlo –repetía una y otra vez Lance hasta que las palabras comenzaban a perder su sentido –. No puedo creerlo. ¿Pidge y Keith? ¡¿Pidge y Keith?!

Hacía un par de horas que el entrenamiento había terminado y cada uno de los habitantes de castillo se enfocó en sus propias cosas. Hunk, Lance y Coran re reunieron secretamente en el redondo lobby anterior a las habitaciones, donde se dejaron caer pesadamente en los sillones.

La carga de tal secreto era agotadora.

–¿Entonces todas esas veces que decían que trabajaran en algo solos...? –preguntó Lance sin tener el deseo de hacer la imagen mental de ello.

–Así es –le confirmó Coran encogiendo los hombros –. Se han estado besuqueando todo este tiempo debajo de nuestras narices.

Lance no pudo evitar hacer una mueca de asco ante tal declaración. Resultaba sumamente bizarro para él la idea que sus compañeros estuvieran juntos o hicieran esas cosas. Al final de cuentas al ser paladines de Voltron eso los convertía a todos técnicamente como hermanos ¿no? Así que tenía toda la razón de sentirse sucio ante esa relación brazo-incestuosa.

–Pero saben, esto es una buena noticia –soltó de repente Hunk sumamente animado confundiendo a sus dos compañeros –. Ahora que tú Coran y Lance saben, podemos decirles y terminar de una vez por todas esta maraña de secretos.

El alteano torció su bigote meditándolo, pero el paladín azul tuvo una mejor idea:

–O, mejor no decimos nada y nos divertimos un poco a costa de ellos –dijo con una mirada maliciosa.

–¿Qué es lo que quieres decir? –peguntó Coran perdiéndose en la conversación.

–Bueno, cada vez que mencionen que trabajaran solo, no lo sé... haciendo algunas reparaciones, podemos encargarles trabajo extra o algo parecido.

–¿Qué? –espetó Hunk –. No, eso no es bueno.

–Tengo que admitir que la idea suena tentadora –admitió Coran con una sonrisa cómplice al paladín azul.

–No, no ¡No! –tajo Hunk con vehemencia –. Saben que sería mucho mejor, decirles la verdad.

Coran y Lance le dirigieron al paladín amarillo una mirada cansada.

–¿Y cómo haríamos esto? –continuó Coran cuestionando Lance como si Hunk no lo hubiera interrumpido en ningún momento.

Y como una señal divina de algún dios extraterrestre, justo en ese momento Keith y Pidge hicieron su aparición por la entrada principal de lobby. Sus semblantes se mostraban cansados y el espacio entre ellos era notorio.

–Hey, chicos – los saludó Pidge sin mucho interés pasando directo y dirigiéndose a las habitaciones. Keith la seguía de cerca en completo silencio.

–Mira y aprende –susurró Lance una sonrisa a sus compañeros antes de volverse hacia los recién llegados –. Hey, Pidge... Keith ¿Qué hacen? ¿Van a tomar una siesta?

–No, Lance –contestó la joven de verde –. Eso sería bueno, pero... Keith necesita que examine un error una actualización de Rojo.

–Es probable que estemos trabajando toda la noche en ello –comentó Keith con tal desidia que ponía en duda la teoría de que todo era un tapadera.

–¡Qué bueno que lo dices! –dijo Lance con alegría apoyándose en la cabecera del sillón –. ¿Por qué sabes qué? Estado teniendo problemas con varios errores que suele aparecer en la cabina de Azul. Tal vez necesita un escaneo ¿no es así Hunk?

–¿Qué? –soltó el joven moreno algo perdido, pero al recibir un codazo en las costillas agregó –: Sí, definitivamente.

–¿Podrían checar eso por mí?

–¿Qué? ¡No! –se apresuró a soltar Keith.

–¡Lance! Un escaneo total de todo los sistemas de un león tomaría horas –soltó Pidge entre indignada y nerviosa.

–¿Pero no dijiste que estarían despiertos toda la noche? –se quejo el paladín azul haciendo un puchero –. Qué les cuesta correr el diagnostico mientras arreglan el programa de Rojo. ¿O acaso van a hacer algo más?

¡Bingo! Ante aquella pregunta las mejillas de la pareja secreta se encendió levemente y sus ojos se perdieron en algún punto inespecífico de la habitación.

–Bueno... no... la verdad

–No estamos tan seguros... tal vez....

–Entonces, no creo que tengan problemas de cumplir la petición de su compañero paladín –comentó Coran radiante comprendiendo finalmente las intenciones de Lance.

–Supongo que no...

–¡Por favor y gracias! –sentenció Lance con una gran sonrisa poniendo punto final a la conversación.

Keith soltó un gruñido en frustración antes de retomar su camino a su habitación, Pidge ahora lo seguía él sumamente cabizbaja. A los otros tres ocupantes del lobby no perdieron detalle de ello.

–Esto va a ser grandioso –dijo Lance de ultimo apoyando sus brazos detrás de su cabeza y con una gratificante sonrisa en los labios.

Su secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora