Capitulo 15

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Keith apenas alcanzó a sentarse de nuevo en el sillón, cuando Allura a travesó de nuevo la puerta.

–Ya volví –dijo ésta.

–Me di cuenta –contestó él.

–¿De que estábamos hablando? –dijo la princesa con una sonrisa. A diferencia de su nerviosismo anterior, Allura caminó directo hasta a Keith y se dejo caer a un lado de él en el sillón –. Así... de tus entrenamientos con el gladiador –usando una de sus manos de apoyo, se inclinó un poco hacía él –. Debo confesarte que es algo digno de admirar... y no me refiero a tu voluntad –agregó finalmente utilizando el tono lascivo adecuado.

Debido a la falta de espacio entre ellos, la mirada extremadamente coqueta de Allura y su tono de voz, Keith finalmente comprendió que está intentando la princesa. Ahora fue su turno de poner realmente nervioso.

–A sí... –fue lo primero que salió de su boca – entonces ¿se puede saber a qué te refieres?

–Es algo... que también se nota... con los ojos –agregó en susrurro la princesa inclinándose más hacia él y haciendo una extraña mirada. ¡Vaya, que así daba miedo!

–N-no sabía que siguieras mis entrenamientos, Allura –soltó Keith involuntariamente tratando de poner espacio entre ambos –. Tal vez pueda invitarte en el siguiente... para que mires... con los ojos –ya ni siquiera él tenía idea de lo que estaba diciendo.

–Gracias.

La poca distancia que pudo conseguir Keith no paso desapercibida por Allura, quien decidió tomar el todo por el todo.

–Ya no puedo más con esto –admitió –. Keith, seré completamente sincera contigo. Me siento atraída a ti de una forma romántica.

–¿Quieres decir que te gusto? –preguntó el paladín rojo con los ojos casi desorbitados y levemente sonrojado.

– Exacto. Acaso ¿yo te gusto a ti?

–Eh... no lo sé...

–Deberías averiguarlo.

–¿Cómo propones eso?

Allura le lanzó una mira inquisitiva, antes de dar un leve brincó, ocupar el espacio que había entre ellos y prácticamente caer contra el pecho de Keith.

–Keith quiero que me beses y entonces me digas que yo también te gusto –dijo más como orden que sugerencia.

Algo en la cabeza de Keith le decía a gritos: ¡SAL DE AHÍ! ¡SAL DE AHÍ!

–D-de... De acuerdo –tartamudeó terriblemente sonrojado sujetando los antebrazos de la princesa.

Allura no pudo evitar también sonrojarse antes de inclinarse más sobre el cuerpo de Keith.

–Aquí vamos –murmuró con una leve sonrisa alzando sus labios hacia los de él. Inconscientemente, Allura cerró los ojos mientras se acerba, pero de haberlos tenido abiertos abría visto la expresión de horror en la cara de Keith y como intentaba alejarse de su rostro lo más posible.

Hasta que...

–¡CARAJO! –maldijo el paladín poniéndose de pie y arrojando a la princesa a un lado –. ¡ME RINDO! ¡NO PUEDO BESARTE!

–¿Y por qué sería? –le preguntó ella rápidamente enderezándose y con una gran sonrisa de victoria.

–¡Porque estoy enamorado de Pidge!

–¡¿QUE?!

–¡¿QUE?! –repitieron aquellos que espiaban detrás de las puertas.

–¡Así es! –bramó Keith con vehemencia a Allura y los cuatro espías que entraban a la habitación sorprendidos –. ¡Yo la amo a ella! –repitió una y otra vez señalando a Pidge –. ¡La amo a ella!

Ante la estupefacción de los presente, Pidge caminó el corto espacio entre ella y su novio, para atraparlo entre sus brazos.

–Yo también te amo Keith –confesó ella dulcemente antes de que los labios de ambos se conectaran en un suave y tierno beso. Por un breve momento nada más existió para ellos que el calor que provenía del otro.

 Por un breve momento nada más existió para ellos que el calor que provenía del otro

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Allura no pudo evitar gemir de ternura.

–Por las estrellas –dijo casi con lagrimas en los ojos –, pensé que solo estaban tonteando, no que estaban realmente enamorados.

Ante sus palabras, Keith y Pidge se separaron, para mirarla sorprendidos.

–Espera –se apresuró a decir la joven de verde – ¿qué hay del código de los paladines?

–El código de los paladines condena el comportamiento lascivo e inadecuado entre compañeros –aclaró la princesa con un leve sonrojo –, no el verdadero amor.

–Entonces... eso... quiere decir...

–Sí, tú y Keith pueden seguir con su relación mientras esté basada en amor.

A continuación, los abrazos no hicieron falta.

–¡Felicidades! Creo. –dijo Lance extendiendo los brazos –. Quién diría que en realidad tuvieras un corazón Keith.

–Gracias, Lance –respondió Keith fulminándolo con la mirada. Ya cuando no tuviera a Pidge en sus brazos, lo haría pagar por las que le debía.

–¡Wow! Ahora que ya terminamos con esto –exclamó Hunk con alegría abrazando con fuerza a la pareja y levantándolos del suelo –, no serán necesarios más secretos y mentiras entre nosotros.

Pero hacía falta alguien en ese nosotros, eso no se le escapó a Pidge.

–Esperen, Shiro aún no lo sabe –dijo ella.

–Y realmente apreciaríamos que no se lo digieran aún –comentó Keith con seriedad, arruinando completamente el buen humor de Hunk, quien prácticamente los dejo caer.

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Su secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora