Capitulo 2

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–No lo entiendo.

–¿Cómo no lo puedes entender? ¡Es bastante sencillo!

–Pero no tiene sentido.

–¿Cómo no? –soltó Lance perdiendo la paciencia con Keith quien estaba sentado al otro lado de la larga mesa del comedor –. Entras en un bar y te encuentras al Dalai Lama sentado en la barra. Te da la oportunidad de elegir entre el cachorro más hermoso en el mundo o la paz mundial ¿Cuál eliges?

–¿Es acaso una adivinanza terrícola? –preguntó de repente Coran entrando en la habitación con dos grandes tazones de la pasta verde alteana.

–¿Tú que preferirías Coran? –preguntó Lance volviéndose al alteano que ponía uno de los platos frente a él –. ¿El cachorro o la paz mundial?

–¿El cachorro es tan lindo como furnax peludo?

–Sí, porque no.

–Entonces el cachorro.

–¡Lo vez! –bramó Lance golpeando con la palma de sus manos la superficie de la mesa y dirigiéndose solo a Keith –. ¡Y de seguro Coran no entiende ni siquiera la mitad de las referencias de la pregunta!

–Es estúpido, Lance –insistió Keith cruzando los brazos sobre su pecho.

–¿Qué es estúpido?

Ambos paladines y Coran se volvieron hacia la puerta para toparse justamente con la imagen de Hunk bostezando mientras cruzaba la puerta automáticas. El joven y enorme paladín se frotaba los ojos mientras arrastraba los pies hasta su asiento junto Keith.

–Hunk, entras en un bar y te encuentras al Dalai Lama sentado en la barra –se apresuró a preguntarle Lance –. Te da la oportunidad de elegir entre el cachorro más hermoso en el mundo o la paz mundial ¿Cuál eliges?

–El cachorro.

Lance alzó sus brazos sobre su cabeza mientras fulminaba con la mirada a Keith.

–¿Te encuentras bien, Hunk? –le preguntó Coran ignorando el intercambio de gruñidos entre el paladín azul y rojo, y concentrándose solamente el joven regordete –. No te vez tan animado como sueles estar todas las mañanas.

–Es que anoche tuve un sueño muy extraño –contestó frotándose la sienes con los dedos.

–Uh ¿De qué trataba, amigo? –dijo Lance pasando su mirada de Keith a su compañero.

–No lo recuerdo bien... –explicó Hunk con sinceridad. Las imágenes en su cabeza no eran claras como para expresarlas en palabras – algo sobre un bocadillo nocturno y documentales, pero no estoy seguro.

Keith se atragantó con su comida y comenzó a toser débilmente. Coran marchó a la cocina para traerle algo de beber.

–Espero que no entraras en tu estado sonámbulo –dijo Lance ignorando a su compañero que se ahogaba y enfocándose completamente en Hunk – como lo haces siempre que pasas hambre durante la noche.

–La calidad de la comida no lo hace fácil, viejo –susurró Hunk cubriendo parcialmente su boca con su mano para evitar que Coran escuchara. Pero todos en la habitación alcanzaron a oír sus palabras.

–¿Comida mala? ¿qué cosa horripilante nos ha preparado Coran esta mañana? –comentó de repente la voz Pidge. Los tres paladines a la mesa se volvieron a las puertas automáticas justamente en el momento en que la paladín verde entraba junto con Shiro.

–Shiro, Pidge. Entran en un bar y se encuentran al Dalai Lama sentado en la barra. Les da oportunidad de elegir entre el cachorro más hermoso en el mundo o la paz mundial ¿Cuál eligen?

–Lance, es muy temprano... –empezó a decir Shiro al sentarse a la cabeza de la mesa.

–El cachorro –lo cortó Pidge tomando asiento junto a Lance.

Nuevamente, Lance hizo una señal de frustración en dirección de Keith quien finalmente pudo pasar la comida atorada en su garganta.

–¡Arg! ¡Es que no tiene sentido! –fue lo primero que gruñó una vez que su vías estaban libres.

–Pidge que bueno que llegas –dijo Coran interrumpiendo el momento al regresar con una bebida para Keith –. Debo informarte que al parecer dejaste tu computadora portátil en la cocina –y entregándole el aparato.

–¿En serio? No debí darme cuenta.

–Y no sé en que estabas trabajando, pero cuando termines procura regresar los asientos a sus lugares, casi caigo a la tropezar con dos de las sillas que estaban junto a la mesa.

–Hunk, viejo ¿qué pasa?

Todos a la mesa se volvieron hacía el paladín amarillo al escuchar las palabras de Lance y se toparon con el joven moreno alarmado levantado de su silla, mientras sacudía su cabeza en una dirección a otra y luciendo una cara de espanto en el rostro.

Desde que se había levantado de la cama tenía el vago recuerdo de haberse topado a dos de sus compañeros juntos en la cocina, pero se lo atribuyó a sus sueños extraños por la falta de carbohidratos; pero al escuchar la declaración de Coran, Hunk unió los puntos y pudo darse cuenta de la verdad.

En pánico, sus ojos se clavaron Keith a su lado y luego en Pidge frente a él, y después viceversa. Estaba por gritar cuando el paladín rojo se levantó de su asiento como si recibiera una descarga eléctrica y se apresuró a sujetar a Hunk de sus brazos.

–Hunk ¿puedes venir un momento conmigo? –le pidió arrastrándolo lejos de la mesa ante la mirada incrédula de sus compañeros –. ¡Ahora!

Pidge que captó también el horror, los siguió inmediatamente hasta la puerta, con su computadora portátil apretada contra su pecho.

–¿Qué coño fue todo eso? –soltó Lance rompiendo el silencio que quedo ante la salida de Hunk, Keith y Pidge.

Su secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora