Capitulo 13

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En uno de los corredores que comunicaban a las habitaciones, Pidge, Keith y Hunk esperaban junto a la puerta contigua a la sala redonda de descanso, mientras repasaban su plan.

–Muy bien, Allura no debe de tardar en hacer su aparición –dijo Pidge dirigiéndose principalmente Keith –. Recuerda en lo que quedamos.

–Contestar con seguridad todas sus preguntas y seguirle el juego –repitió Keith con algo de monotonía –. ¡Lo tengo!

–Eso definitivamente va sacarla de sus casillas –se rió la paladín verde casi con malicia – y una vez que este fuera de combate, seguiremos con Coran y Lance.

–¡O! Podríamos terminar todo esto antes de que empiece diciendo la verdad –comentó Hunk interponiéndose ante la pareja esperezando de hacerlos cambiar de opinión. Pero ante sus miradas fastidiadas, agregó retirándose lentamente –: ¿O mejor no?

–Listo –dijo Pidge volviendo se nuevo hacia Keith dándole un fugaz beso en la mejilla –, buena suerte.

*****

–Sigo pensando que esto no es apropiado para una princesa –objetó Coran una vez que él, Allura y Lance llegaron junto a la puerta que comunicaba con la sala redonda de descanso.

–Quiznak amigo, quieres calmarte –soltó Lance fastidiado ante las constantes dudas del alteano. El joven paladín azul espiaba por una leve rendija por la puerta, el momento en que llegara Keith –. Sé lo que estamos haciendo ¿Acaso no tenía razón cuando nos burlábamos a costa de ellos? Esto va a funcionar y va ser muy divertido.

–Ese no es el punto –marcó Allura con seriedad y dignidad. También tenía sus dudas ante ese plan, pero Lance lo hizo parecer bastante convincente a pesar de sus antecedentes de malas ideas –. Keith tiene que confesar que ha obrado mal...

–Y lo hará, créeme –dijo Lance –. Solo debes salir ahí y actuar amable y dulce con él y.... ¡bang! Se quebrara más rápido que un adorno de navidad! –explicó con una gran ademan que dejo a los alteanos aún más confundidos –. Olviden eso –agregó antes de mirar de nuevo por la puerta y captando la llegada de su objetivo –. Está ahí ¿Lista princesa?

–Sí, ser linda y amable... –repitió Allura.

–Y si tienes dudas di algo que yo diría.

*****

Cuando Allura entró en la habitación, Keith se encontraba a gusto sentado en el largo sillón semicircular leyendo en un dispositivo portátil el reporte de la última misión.

–Hola Keith –lo saludó Allura con naturalidad acercándose a él –, es bueno encontrarte de nuevo.

–Hey Allura –soltó Keith tranquilamente como si nada extraordinario estuviera pasando –. ¿Qué hay de nuevo?

–Quería saber si podemos continuar la conversación que dejamos pendiente.

–Claro ¿Qué quieres saber?

–¿Eh? Bueno... –Allura dudo ante lo cooperativo que resultó Keith a comparación de su primer encuentro –. ¿Hay algo nuevo y excitante en tu vida? –le preguntó con una gran y simpática sonrisa –. ¿Algo interesante que quieres compartir... conmigo? –agregó tratando de adecuar su tono de voz a algo más coqueto pero fracasando rotundamente.

–Eh.... De acuerdo –dijo Keith encogiendo los hombros –. A sí, descubrí este nuevo programa de entrenamiento para el gladiador que está ayudando a mejorar mi estocada –agregó algo animado.

–¡Eso es fantástico! –soltó Allura exagerando su reacción –. ¡Me alegro mucho por ti! – los ojos de Keith se quedaron fijo en ella ante su extrañas expresiones, poniéndola algo nerviosa –. Y debo de admitir que siempre he admirado tu determinación y trabajo... ¿duro?

–G-gracias... –titubeó un poco el paladín rojo sin comprender que intención tenía la princesa.

A ello le siguió un largo e incomodo silencio del cual se podía escuchar con claridad las la respiración de los otro cuatro espectadores del encuentro escondidos detrás de las puertas.

–¿Algo más? –le preguntó Keith queriendo poner punto final a la conversación.

–Sí... eh.... –balbuceó Allura alzando su dedo índice pero su mente se quedo en blanco. Ella era la princesa de Altea educada para dialogar e interactuar diplomáticamente con otras especies. A pesar de haber recibido clases especiales de modales, la idea de coquetear con alguien era totalmente nueva para ella.

Su silencio se prolongó demasiado y comenzó a sentir los ojos de Keith sobre ella como pesadas dagas. Tenía que decir algo y pronto.

Di algo que diría Lance –escuchó una voz en su cabeza –. Di algo que diría Lance.

Y lo hizo:

– Si entras en un bar y te encuentras al Dalai Lama sentado en la barra y te da la oportunidad de elegir entre el cachorro más hermoso en el mundo o la paz mundial ¿Cuál elegirías?

Cuando terminó, prácticamente se pudo escuchar cuatro palmas chocando contra cuatro frentes, fuera de aquella habitación.

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Su secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora