Apuestas

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Las puertas se alzaban imponentes y aparentemente impenetrables ante ellos. Una nueva expedición los impulsaba a salir de los muros, buscando recuperar lo que una vez perdieron: 

Libertad.

- capitán- llamó Mikasa al pelinegro- le apuesto la cena a que mataré mas titanes que usted.

Levi le regaló una sonrisa ladeada, burlándose de ella pues aunque era la mejor de las cadetes que había visto en su vida nunca le llegaría a los talones al hombre mas fuerte del mundo.

- muy bien, mocosa insolente- le dijo, volteando a ver esa expresión de superioridad dibujada en el rostro que últimamente le causaba insomnio (aún mas de lo habitual)- las apuestas no son lo mío pero estoy completamente seguro que no lograrás matar a más de cinco.

- ¿se esta burlando, capitán?- preguntó, fingiendo molestia.

- tal vez- otra sonrisa se formo en sus labios.

La voz atronadora de Erwin llegó a sus oídos, recitaba como un poema el discurso habitual antes de salir, inspirándolos a continuar y sacrificarse por el bien de la humanidad.

- ¡adelante!- gritó el rubio.

Otro grito ensordecedor se formo detrás del comandante, los soldados exhalaban de forma afirmativa, desagarrando sus pulmones y levantando sus espadas, como si ese simple hecho les confirmara la victoria, entregaban sus corazones anhelantes y deseosos de una paz que creían inexistente.

Ambos azabaches, unidos al bullicio, apremiaron a sus caballos a correr detrás de los demás, impulsados por la adrenalina, no importaba lo mal que terminaría todo, siempre era la esperanza lo que los hacia continuar.

No se reportaban avistamientos de titanes de ningún tipo, en todo el trayecto no hubo problema alguno; pronto los enormes árboles se alzaban a la vista y cuando estuvieron lo suficientemente cerca el equipo de Hanji se unió con el de Levi.

- ¿listo, enano?- pregunto la castaña tomando las riendas de el caballo, permitiéndole al pelinegro ponerse de pie sobre la silla de montar, todo su escuadrón lo imitó.

- siempre.

- capitán- hablo Mikasa- no muera.

La miró por un par de segundos, le sonreía.

Se acercaban al frondoso bosque, pronto tendrían que separarse.

- tu tampoco, mocosa- correspondió su gesto y saltó, sin percatarse de el rostro plagado de asombro de Hanji.

Intentaban abarcar con la vista todo el equipo, volaban sobre los árboles, saltando de rama en rama buscando algún tipo de peligro, no se veía absolutamente nada.

Empezaban los murmullos de felicidad, creyendo que los titates por fin se habían retirado, rogando a su Dios que pararan las muertes innecesarias.

Pero no podrían estar más equivocados.

A medida que se acercaban al final del bosque, ciertos azabaches se sentían más inquietos, un mal presentimiento se atoraba en sus gargantas y un sentimiento de nerviosismo se apoderaba de su cuerpo.

"Relájate" se repetían mentalmente "estará bien, va a estar bie..."

Levi fue el primero en verlos, lanzando un grito de advertencia mató al primer titán de siete metros de alto.

Salían de la nada, de siete, diez e incluso de quince metros, buscaban separar al equipo.

Se habían dado cuenta muy tarde que era una trampa, una cruel emboscada.

Amor Y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora