Me gustaria...

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- ¡ayuda, Hanji!- grito Mikasa ayudando a Levi bajar del caballo.

Alcanzaron al grupo poco antes de entrar a los muros, el azabache respiraba con dificultad, parecia que estaba realmente lastimado y con respecto al titán acorazado... desapareció completamente.

- ¡Levi!- gritó Hanji, alarmada.

- ¡Mikasa!- Armin se apresuraba hacia ellos.

Hanji ayudó a llevar a Levi a la carreta donde Eren descansaba, parecia profundamente dormido, aún sufría los efectos del titán.

Recostaron al azabache a un lado sobre la improvisada almohada hecha con la capa de Mikasa, todavía con la poca energía que le quedaba se aferraba a la mano de la ojigris.

- no te vayas, Mikasa... por favor- susurró, cerrando los ojos.

Hanji junto a Armin revisaba sus heridas en el trayecto hacía el castillo, varios cortes y rasguños superficiales en la azabache, pero el capitán era otra historia.

- tiene un par de costillas rotas- le dijo Armin- además de unos cuantos moretones... se recuperará.

- Mikasa- la llamó Hanji.

- ¿si?

- gracias... por salvarlo- pronunció lentamente, tomando a la chica de la mano que no apretaba su inconciente compañero- no se que haríamos sin él.

- no podía dejarlo a su suerte- dijo la azabache, viendo el rostro preocupado de su líder.

- a veces pienso que el enano debe estar muy enamorado de ti para arriesgarse de esa manera- Hanji le sonreía dulcemente, apretando con cariño sus dedos- y ahora creo, que es bien correspondido, no sabes cuanto me alegro.

Plantó un fuerte beso en su mejilla y, sin dejarla siquiera responder, saltó a su caballo para ir a la par del comandante

Armin empezó a reir, burlandose del rubor escarlata que pintaba el rostro de su mejor amiga, tan intenso que le cubría hasta las orejas.

- deja de reirte, Armin- dijo molesta.

- perdóname, Mikasa- apretaba su estomago, le dolía de tanto reirse- ¿puedo decirte algo?

- si vas a burlarte, no.

- nada de eso- respiró hondo- quería decirte que estoy muy felíz por ti, desde que el capitán Rivaille y tu se hicieron cercanos te he visto mucho más contenta y relajada.

Mikasa le sonrió, adoraba a su rubio amigo, él siempre ha sido sincero con ella y siempre que necesitaba un consejo estaba para ella.

- aunque debo admitir- continuo el rubio- que jamás me imaginé que te enamorarias de alguien como el capitán, siempre creí que te quedarías tan aferrada a Eren que dejarias pensarias en ti.

"También yo, Armin" pensó Mikasa.

El joven rubio siempre se había destacado, no por su fuerza física, si no por esa extraordinaria inteligencia y esa facilidad con las palabras que siempre la reconfortaban.

- te quiero, Mika- dijo lanzándose a abrazarla.

- y yo a ti, Armin- dijo para despues ver como montaba su caballo y se adelantaba al frente, dejandola sola con ambos hombres.

Habían dejado atrás el tumulto de personas que siempre odio y no se dio cuenta.

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Con la ayuda de Jean y Connie llevaron al capitán a su habitación donde lo dejaron descansar sobre la pulcra cama con unas impecables sábanas blancas.

Amor Y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora