En un principio me sentía nerviosa al no saber si hacía bien o no al llevar a Jorge conmigo al cine, para distraerme de todas las obligaciones que tuve durante la semana, y la rabia que papá mantenía conmigo. Fue cuando ya estuvimos en la sala con él ansioso de ver de qué se trataba ese nuevo lugar al que lo llevé que comprendí que había hecho bien. ¿Cómo podía ser tan malo llevarlo conmigo si él parecía feliz de estar ahí? Papá ni se molestó en salir de su habitación para conocer los detalles de lo que haríamos, simplemente soltó un gruñido mientras acomodaba una nueva pieza en la máquina luego de soltar una maldición. Al parecer no todo marchaba de maravilla ahí dentro como antes de que Jorge inundara el departamento. Pese a todo, ese día agradecí que él siguiera en el presente conmigo, pues de lo contrario estaría yo sola mirándome al espejo para sentir que tenía algo de compañía.
Reí cuando a mi lado sentí cómo se asustaba una vez que se apagaron por completo las luces y el sonido de la película llenaba nuestros oídos. Alcancé a oír su comparación de la pantalla con la televisión de la casa, aunque la del cine era más impresionante para él. Era como si, en vez de tener a un joven de veintitrés años a mi lado tuviera a un niño de cinco que soltaba expresiones de asombro de vez en cuando e intentaba hacerme preguntas a susurros por lo que veía: de dónde venía el sonido, cómo hacían para que las personas de la pantalla se vieran tan reales y gigantes, cómo una lucecita podía tener todos esos efectos en el telón, entre otras cosas. Al salir me hablaba de la película como si yo no la hubiese visto antes en la misma sala que él, sacándome un par de risas. Entonces me di cuenta que esa faceta de Jorge, la del niño inocente y emocionado, más esa sonrisa que llevaba me gustaba más que la del joven con comportamiento de anciano o del chico con pensamientos machistas anticuados. Ese día por fin lo vi como un joven más, alguien que podría pasar desapercibido en el presente a quien podría tolerar sin problemas.
—Es fantástico, nunca había visto nada igual, Kemi —comentaba con entusiasmo mientras caminábamos a las escaleras, recibiendo un par de miradas curiosas del resto de los asistentes, quienes seguramente pensaban que se trataba de un pobre joven que nunca tuvo oportunidad de ir al cine. Y lamentaba que aquella fuera la última vez que visitara uno, pues claramente le gustó la dinámica—. ¿Cuándo podremos volver?
—Si tengo dinero suficiente, podríamos volver de nuevo —"antes de que te marches", quise añadir. Terminé omitiéndolo temiendo que ello arruinara los ánimos de la tarde, él claramente lo estaba pasando bien y no me sentía con el derecho de quitarle la felicidad. Mi ánimo disminuyó levemente sabiendo que difícilmente podríamos volver a salir así los dos juntos
—Oh, cierto. Perdón por no poder ayudarte, pero el dinero que poseo ya no se usa y...
—No tienes porqué preocuparte, yo invité.
—Un caballero debería pagar —continuó aún avergonzado.
—Pagaste lo suficiente acompañándome.
Parecía mentira que en un principio nos hubiésemos llevado mal, conmigo odiando su forma de ser y presencia en mi casa, mientras él ocultaba su miedo al presente y desconfiaba de todo a su alrededor. Ya no quería que se marchara, quería conservarlo y pasar más tardes como aquellas, en el cine u otro lugar de entretención, aunque su desconocimiento de la tecnología nos metiera en problemas. Esa tarde éramos como un par de amigos de siempre, aunque habíamos convivido por solo un par de semanas, y él parecía sentir lo mismo. Aquella relación era lo más cercana a una amistad que había experimentado en mucho tiempo y me dolía pensar que tarde o temprano tendría que cortarla y, por mi bien, olvidarla. Él está muerto en la actualidad, el Jorge que tenía frente a mí era solo un préstamo del pasado para comprobar el funcionamiento de la máquina del tiempo, nada más y nada menos que eso. Así como fue él quien se coló y permitió a papá tener pruebas, pudo ser otra persona, pero nadie habría sido tan especial en mi vida como Jorge. Lo quería, al menos hasta que sus principios morales salían a flote y ponía de manifiesto el hombre que fue educado con pensamientos ya casi obsoletos en algunas situaciones.
ESTÁS LEYENDO
Inolvidable
Teen FictionLuego de la muerte de su madre, Kemi pasa los días de forma rutinaria, estudiando y trabajando en una estresante zapatería para ayudar en la casa, sintiendo el peso de la soledad debido al trabajo como científico de su padre, el cual lo mantiene ocu...