Zack

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Ciudad Kryesor

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Ciudad Kryesor

Abril, año 2019

—Zzzzzzz Zzzzzzz.

—¿Hijo sabes qué hora es? ¡levante ya! —me gritó mi mamá para que me levantara de una vez.

—¿Qué... qué hora es? —pregunté aún adormitado.

—¡Son las 7:30 de la mañana!

—¡No puede ser! —grité locamente alterado.

Mi nombre es Zack Damon, tengo 17 años, mi pelo es color café y mis ojos color azul. Algunos dirían que mi vida era casi perfecta en aquel entonces; mis padres ganaban bien, era hijo único, estudiaba en un colegio privado, era atractivo, entre algunas cosas más. Pero en esta historia les contaré como mi vida cambio de gran manera cuando quedé implicado en un gran accidente, junto con mi mejor amigo.

La noche anterior me había quedado despierto hasta tarde, viendo una de mis series favoritas de ese entonces, en Netflix: Daredevil. En la mañana, cuando mi mamá me gritó para despertarme, rápido me asusté al notar la hora que era, y pensé preocupado que llegaría tarde al colegio. Me quité la ropa para enseguida entrar al baño y ducharme, al salir me vestí rápido, me puse una playera verde, un pantalón negro y mis tenis favoritos de aquella época, los cuales eran blancos con líneas negras. Me peiné, comí mi desayuno lo más deprisa que pude, me cepillé los dientes y salí rápido de mi casa para intentar llegar al colegio a tiempo.

Mientras iba de camino a estudiar, me topé con mi mejor amigo Jeremy. Él tenía el pelo rubio y los ojos de color negro; él llevaba puesta una playera azul con líneas rojas en las mangas y en el cuello; un pantalón celeste claro y zapatos rojos. Jeremy también se había levantado tarde.

—Hola ¿Otra vez te quedaste viendo Daredevil hasta tarde? —preguntó Jeremy.

—No lo sé, tu dime —respondí de forma irónica.

—Nunca cambiarás... será mejor que nos apresuremos, o si no, llegaremos tarde... otra vez.

—Tienes razón, vamos.

En eso, Jeremy y yo decidimos acelerar el paso hasta que llegáramos al colegio.

—Vamos Zack, rápido, ya no nos van a dejar entrar.

—No tengo supervelocidad, voy lo más rápido que puedo.

—Supervelocidad... no quisieras tenerla, ¿o acaso te gustaría ser un alterado?

—No veo que los alterados tengan nada de malo.

—No, a simple vista suena genial nacer con superhabilidades. Pero muchas personas les tienen cierto desprecio solo por ser diferentes a nosotros.

Mientras hablábamos, corríamos lo más rápido posible antes de que cerrarán el colegio, pero no lo logramos. Juan, el señor que cuidaba la puerta, ya estaba a instantes de irse, así que Jeremy y yo nos acercamos rápido a él y le dijimos:

—Por favor, Juan, déjanos entrar —suplicó Jeremy.

—Por dios chicos, es la quinta vez que llegan tarde esté mes —gruñó Juan.

—Vamos Juan, déjanos entrar —dije.

—Está bien, pero no quiero que vuelva a pasar, ¿escucharon?

—Sí, gracias... tal vez no vuelva a pasar —concluí, mientras Jeremy y yo pasábamos por la puerta.

—¿Tal vez?

—Adiós, Juan, gracias.

Mi amigo y yo entramos juntos al salón de clase; saludé a todos en el salón, menos a un chico que se llamaba Estuart, él era quien molestaba a todos en el salón, incluyendo a Jeremy y a mí.

Yo era un chico muy popular en ese entonces, por lo que me llevaba bien con la mayoría de los chicos del salón. Y por si no fuera suficiente también era atractivo; sí, suena bastante egocéntrico, pero es la verdad. Esto significaba que la mayoría de las chicas me hablaban intentando conseguir que les prestase el mínimo de atención.

—Hola Zack, hoy si planeas sentarte junto a mí —preguntó una chica sin importancia en esta historia.

—Hoy, como todos los días que me restan estudiando aquí, me sentaré donde siempre me siento.

—Joder, ¿Pero no te aburres de sentarte siempre en el mismo lugar?

—¿Tú no te aburres de molestar tanto? —le respondí.

Luego de esa tan agradable conversación, el profesor de inglés, Daniel, entró al salón de clase.

—Hola, muy buenos días a todos, ¿Cómo están? —nos saludó el profesor.

—¡Mal! —gritamos todos los alumnos de forma unánime.

—¡Que me alegro! Antes de empezar con la clase necesitó que me entreguen su tarea.

—Oh mierda, olvidé hacer la tarea —dije en voz baja—. Tendré que improvisar algo para salir de esta.

Empecé a idear una mentira para decirle al profesor como excusa por no haber hecho la tarea.

—Zack, ¿Trajo su tarea? —me preguntó el profesor.

—Bueno profesor, ayer estaba jugando fútbol y me caí, me lastimé la mano, por lo que no puedo escribir.

—A usted no le gusta el futbol, ¿Hizo su tarea o no?

—No.

—Perfecto, ¡Tiene cero! —exclamó, mientras hacia un cero con sus dedos y me lo ponía en la cara.

El profesor siguió caminado para calificar la tarea de los demás, y en eso dije:

—Bueno, ya que.

—Jaja, bueno, lo intentaste ¿No? —me dijo Jeremy.

—Sí —afirmé mientras suspiraba.

𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮: 𝘌𝘭 𝘖𝘳𝘪𝘨𝘦𝘯 𝘋𝘦 𝘜𝘯 𝘏𝘦𝘳𝘰𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora