Capítulo 1 - Soy el Diablo

829 49 0
                                    

Capítulo 1

Mis lágrimas no se detenían. Tampoco tenían por qué hacerlo, pero si desapareciesen, me sentiría mucho mejor, sin duda. Álvaro juró delante de mi y de toda mi familia, que jamás me abandonaría. Bien, ¿donde esta ahora? maldito mentiroso detestable, ¿hombres? todos iguales, igual de mujeriegos, igual de infieles. Me froté los ojos con esmero, deseando que mi cara quedara limpia y reluciente sin ningún rastro de lágrimas. Pero fue imposible, me sentía decaída, abstraída y rota por dentro. Me sentía mal, aún sabiendo que esto algún día tenía que ocurrir. Álvaro nunca fue muy monótono, nunca duraba mucho con la misma chica. No recuerdo la cantidad de novias que tuvo, pero si recuerdo que todas ellas eran bastante "sociables" por no usar otro término más obsceno. No quiero ni imaginarme si en algún momento de nuestra relación, a el se le pasó por la mente ponerme los cuernos. Tampoco quiero pensar, si eso realmente llegó a suceder, y yo por ser tan ingenua, le creí todas esas veces que...Oh no.. ¡Lucie, fuiste tan tonta! He desperdiciado demasiados años por culpa de un maldito idiota.

Di un inmenso suspiro.

Sacudí mis manos aún con los ojos cerrados y después, los abrí, encontrando una imagen borrosa en frente. Pude ver delante de mi, una silueta que poco a poco fue tomando la forma de un chico. Se me quedó mirando fijamente. Portaba una camisa de color rojo intenso con botones, todos y cada uno de ellos abrochados. Y unos vaqueros negros, corrientes, pero elegantes combinándolos con esa camisa. Era joven, y parecía muy refinado. También lucía poca cantidad de bigote y barba, pero le hacían bastante atractivo.

-Qué te ocurre -Me dijo. Ni siquiera lo formuló en forma de pregunta.

-Quién eres - Le contesté desganada y sin interrogar.

-Blas, ¿quien eres tu? ¿vas a dejar de llorar y a contarme que te ha pasado? aunque.. ya lo sé, la verdad. Pero quiero que salga de tus labios. -Dijo. Y desapareció. Desapareció ante mis ojos.

-¿Blas? -Tartamudeé

-Estoy aquí, preciosa - Oí una voz detrás de mi. Me giré extrañada.

-¿Como has..?

-Háblame. Cuéntame que ha pasado. -Me interrumpió. Me cedió su mano. Correspondí a su gesto, y me arrepentí nada mas rozarle. Quemaba como si estuviera hecho de hielo. Y sí, el hielo también quema. 

-Tienes razón, cariño. Mucha razón. -Dijo con seriedad, y volvió a desaparecer ante mis ojos. 

-¿¡Donde estás!? basta de juegos. -Contesté, y volvió a aparecer. 

-¿Que ocurre? -Preguntó sin importancia y levantando sus manos.

-Tu mano ardía.

-Lo sé, lo dijiste. 

-¿Qué? ¡no lo dije, lo pensé! -Grité

-¿A sí? -Parecio extrañarse, pero una pizca de sarcasmo cayó en su pronunciación. -Quizás leí tu mente - Dijo mientras se acercaba a mi, y me sonreía.

-Para. ¿Quien eres? basta de juegos, me estas asustando.

-Lucie, ¿tienes miedo? -Preguntó calmado y alejándose unos metros de mi.

-¿¡Como sabes mi nombre!? -Grité desesperada, y de nuevo, Blas desapareció guiñándome un ojo. ¿Como es posible? ¿quien era el? ¿un mago, quizás? mi cabeza daba vueltas, y no entendía lo que acababa de suceder. Un loco me había leído la mente, seguramente un borracho indigente, aunque de indigente, pinta no traía. Un tupé castaño tan bien moldeado, no lo puede hacer cualquiera. Y un porte tan elegante, tampoco lo tiene nadie que no sea "especial".

Llegué a mi casa intentando no pensar en lo ocurrido en el parque. Tanto lo de Álvaro, como lo de Blas. Sólo quería descansar. Descansar del mundo.

-Cielo, ¿de donde vienes? -Me dijo mi madre al entrar. La ignoré lo mejor que pude y corrí hacia las escaleras, pero me tapó el paso.

-Eh.. vengo del parque. No hace un día bonito, es más, esta nublado, pero no hace mucho frío y pensé que.. -Miré a mi madre para ver si iba por buen camino. No parecía creérselo demasiado, pero yo seguí intentándolo. - Pensé que me vendría bien dar una vuelta. Ya casi nunca salgo, ¿no crees mamá? -Dije, y subí a mi cuarto. No me protestó ninguna de mis palabras, con lo cual, se lo había tragado. Aún no le iba a contar que Álvaro me había dejado. Aún no, mi madre le mataría, estoy segura. Si no, ¿de donde he sacado yo este instinto asesino que llevo tan adentro de mi entrañas? de mi madre, y siempre me lo han dicho. 

Abrí la puerta de mi habitación. Cuando la abrí mis ojos se impresionaron de lo que vieron. ¿Que hacía el aquí?

-¿Que haces aquí? sal de mi casa o llamaré a la policía. Te lo advierto, te estoy hablando pacíficamente. ¿Que quieres? ¿dinero? te juro que no tengo nada, aún estoy estudiando, y a mi madre la pagan una miseria. Te lo juro. -Le dije, sinceramente. 

-¡No quiero dinero! -Exclamó riendo. Su risa era brillante y demasiado contagiosa. No pude evitar sonreír por un segundo. 

-¿Y que quieres? ¿Por qué me persigues? -Pregunté serie de nuevo.

-Estas adorable cuando te enfadas, ¿sabes? -Dijo con una sonrisa acentuada. Aparté mi mirada, ya que sus ojos eran muy dulces y cautivadores, y no quería quedar atrapada en ellos. Estaba intentando echarle de mi casa, pero el era todo un galán. No podía competir con el. ¡Malditos hombres, huecos de cerebro pero de rostros enigmáticos...! 

-¿Me vas a decir de una vez por todas lo que quieres de mi?

-Solo mirarte. Me pareces una mujer en toda regla, con sus curvas bien hechas, y esos ojos, y esas pestañas que los acompañan. También esa sonrisa que se te ha pronunciado después de oír mi risa. Podrías enamorar a primera vista a cualquiera, Lucie. - Me sonrojé al oír sus palabras. ¡Pero que palabras! 

-Eres un degenerado, fuera de mi casa, y ni te me acerques, o chillaré. -Dije dando un par de pasos atrás. -De veras quería aparentar seriedad, porque esta situación se estaba volviendo demente. Es más, ya lo era.

-¿Qué? ¡oh no! por favor -Dijo agachándose y besándome la mano. -No suelo ser muy cortés, perdóname. Debería haberte formulado esos halagos de una forma menos directa. Lo siento, de veras.

 -No pasa nada.. -Dije sonrojándome. -Pero no deberías estar aquí, tú, seas quien seas.

-Ya me presenté, soy Blas.

-Sí, un Blas al que no conozco en lo absoluto. Un extraño que se a colado en mi casa para... ¡para yo que se que cosa!

-Tranquila, no soy lo que crees. Solo quería conocerte. 

-¿A mí? ¿por qué? 

-Eso aún no te lo puedo contar. Va contra las reglas. 

-¿Reglas? 

-Solo te pido, que no le digas a nadie que me has conocido. Ni a tus familiares, ni amigos, ni compañeros de clase. ¿Vale, amor? no quiero que te asustes, solo quiero ir contándote poco a poco, porque no quiero asustarte. No soy peligroso. ¿De acuerdo? 

-Dime quien eres -Dije pausadamente. Le obligué con la mirada para que no se andara con tapujos. Una sonrisa se insinuó en sus labios.

-Soy el Diablo.

Un Diablo Enamorado {BlasAuryn} (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora