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-Capítulo 8-

El calor consumía su cuerpo. El sudor empapaba su piel. La más mínima caricia le ocasionaba un necesitado gemido. La suave brisa de aquella noche parecía querer torturar cada poro en su piel, erizando cada vello y estremeciendo el frágil cuerpo humano. La dureza en su sexo dolía demasiado.

DongHae estaba necesitado de sexo. Duro y salvaje sexo.

Su cuello ardía por la necesidad de ser mordido, desgarrado y succionado por dos afilados colmillos. Su estrechez necesitaba ser llenada hasta rebosar por el caliente jugo fértil. Y sólo había un macho para satisfacerlo. El señor de las tinieblas, de la eterna oscuridad y el amargo dolor, Lucifer. HyukJae.

DongHae cayó al suelo cuando sintió que su cuerpo se debilitaba. Su visión se nubló, perdiendo ligeramente la consciencia y sólo enfocándose en escuchar y sentir. Todo era tan raro, jamás había sentido tanto calor. Una voz le llamaba, una profunda voz que le obligaba a morderse los labios de urgente placer. De extrema seducción.

"Aguanta y serás mío..." escuchaba la voz de HyukJae en su mente.

"Serás mío..." ¡oh, sí! quería tanto volver a sentir el cuerpo del demonio, desnudo y quemando su cuerpo.

"¡Mío!", ¡joder, sí! sólo tuyo, señor de las tinieblas. Pues tus alas negras y tu picante alma pecadora han encantado más que un par de alas pálidas y un alma insípidamente casta.

El pecado es tan tentador y motivador para todo ser humano.

El azabache entreabrió los ojos un instante, y pudo ver a lo lejos a su príncipe negro del otro lado de la esfera invisible. Aquellas pupilas rojas le miraban a él y sólo a él; pendientes de cada movimiento, asechando cada espacio en su cuerpo, saboreándolo anticipadamente. ¡Oh, cielos!

-Hyukie... ven... -susurraba débilmente el niño. -ven... ven... ven por mí... -sintió su cuerpo ser levantado y no pudo evitar dejar escapar un dulce gemidito de sus labios. -Mgh...- Pensaba que esas manos eran las de su demonio, que esas manos eran las que lo habían seducido hacía unos cuantos minutos, que esas manos eran las que lo habían llevado a tocar el cielo estando en la tierra; pero, más bien, eran las de un arcángel. Un arcángel que no tenía la más mínima intención de poseer su cuerpo sexualmente- Ahhh...

-Sé fuerte, Hae. Mi niño... no te entregues a él. -esa voz... esa preocupada y dulce voz era la de su tío. O, más bien, del que pensaba que era su tío, JungSoo.

-Hyuk... -gemía el niño sin ser consciente. Él podía ver claramente al rubio. Podía ver su mirada buscándolo en las sombras, su cuerpo apretándolo contra la hierba, sus alas envolviéndolo del frío de la noche. Podía sentir sus caricias, sus labios besando su desnudez, sus dientes mordiendo la tierna carne. Podía sentir el aroma a mar que la semilla del demonio había impregnado en su cuerpo. ¡Podía sentir tan cerca a HyukJae! Y sin embargo, no lo estaba. -Hyuk... llévame... contigo... Hyuk...

Cada segundo que pasaba, DongHae se sentía más lejos de HyukJae.

-No... me... dejes... -suplicó el humano como un alma en pena vagando en los mares del purgatorio. -Hyuk...

"Jamás lo haré", sentenció el demonio líder. "Ahora voy por ti, DongHae"

"En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.
Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte".

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