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-Capítulo 11-



"La única arma que puede vencer el odio, es el amor."

Sintió un dolor punzante en su cabeza, como si millones de cuchillos le atravesaran las sienes de un lado a otro. Él se retorció de dolor sobre un acolchonado suelo, se llevó las manos a la cabeza y gritó desgarrándose las cuerdas vocales.
Unos segundos después, el dolor cesó completamente.

El rubio oscuro abrió pesadamente los ojos. Una brillante luz le hizo cerrarlos de nuevo. Maldición, pareciera que la propia luz quería cegarlo.

Cuando sus pupilas pudieron adaptarse de nuevo a la claridad de aquel extraño lugar, JungSoo comenzó a sentarse. Un familiar aroma a rosas llegó a su nariz. Miró a su alrededor y se petrificó.

El suelo acolchonado no era otra cosa que su cama, la misma cama en la que había dormido por inmemorables años. Miró hacia arriba, el mismo techo esculpido con detalles de piedra estaba intacto, las pinturas de paisajes fantásticos estaban ahí en su lugar, los muebles estaban impecables como si nunca se hubiera ido por 16 años.

El arcángel frunció el seño. ¿Qué rayos había pasado? ¡Hasta su ropa estaba limpia y olorosa!

Cuando pudo sentarse sobre el colchón, sintió un peso en su espalda. Miró hacia atrás y vio a sus queridas amigas. Sus alas blancas estaban ahí, más hermosas que nunca.

JungSoo se sentía confundido. Lo último que recordaba era a su niño alejándose en los brazos de Lucifer y un terrible dolor extinguiendo su existencia. Debería de estar muerto, en cambio, estaba en su hogar.

¿Por qué estaba de vuelta en su hogar?

¿Acaso lo había soñado todo? ¡Eso no podía ser!

El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Un pelinegro abrió los ojos y una enorme sonrisa se asomó en su rostro. SiWon corrió hacia JungSoo y lo abrazó fuertemente.

-¡Gabriel! ¡Oh, santo cielo! Pensé que tardarías más días en despertar.
-¿Qué? ¿Cuánto he dormido?
-¡A penas un día desde que llegamos a casa!

"Llegamos", ósea que no había soñado nada.

-¿Dónde está DongHae, Miguel? ¿Dónde? -preguntó JungSoo alterado.
-Hey, tranquilo Gabriel. Él está bien. -dijo SiWon con una sonrisa forzada.
-No es cierto. ¡Está con Lucifer en el inframundo! ¡Tenemos que ir a buscarlo! -JungSoo tomó la mano de SiWon y lo jaló hacía afuera de la habitación.
-¡Gabriel! ¡Espera! ¡No podemos hacer eso! -respondió el pelinegro deteniendo a su compañero.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso piensas dejarlo ahí?
-Sí, Gabriel. Entiende... esto tenía que pasar... -JungSoo miró a SiWon como si tuviera tres cabezas.
-¿Qué demonios dices?
-Sí... siéntate. Tenemos que hablar. -dijo SiWon tranquilamente. Se sentó en la cama y JungSoo le siguió.
-¿Cuál era el verdadero plan, Miguel? Siempre supe que había algo más, pero Él nunca me lo dijo.

SiWon suspiró y comenzó a hablar.

-Verás, Gabriel. Nuestro Padre en su sabiduría, creó la tierra en siete días. Pero antes, nos creó a nosotros. Su guardia personal, sus ángeles creados con el polvo del cosmos.
-Eso lo sabía. Él me lo dijo una vez, hace mucho tiempo. -dijo JungSoo.
-A mí también. Después, Él quiso crear una nueva especie. Una especie hermosa y amorosa, bondadosa y carismática, inteligente y piadosa; y creó la Tierra para que su siguiente creación viviera en ella. Él quería un hijo, y creó a Adán, el primer humano hecho a su imagen con la tierra en la que viviría para que fueran uno solo con ella, el humano y la naturaleza. Adán era un buen hijo, pero estaba solo. Por eso, de la misma tierra de la que había creado a Adán, creo a su primera compañera...
-Lilith.
-Exacto, la historia de Adán y Lilith ya sabes cómo termina. Pero, lo que no sabes, es que entre nosotros había un ángel que se había enamorado de Lilith. Asmodeo. Él le llenó la cabeza a Lilith de pecados, y le sedujo para que abandonara a Adán y fuera con él. En realidad, Asmodeo no tuvo que esforzarse demasiado, Lilith era una mujer muy independiente y para nada sumisa. Pero, nuestro Padre aun no sabía con quién se había ido Lilith, ya que nunca uno de nosotros le había desobedecido.
-Claro, era de imaginarse que el último ser en el que desconfiaría fuera de nosotros.
-Sí. En aquel entonces, Lucifer ya había comenzado a discutir con nuestro Padre. Ya conoces su carácter. Lucifer era muy serio y envidiaba a los humanos porque el Padre les tenía un trato especial. Los odiaba y celaba. Por eso, cuando Eva fue creada, la tentó a que mordiera el fruto del árbol del Conocimiento para que Él les arrebatara la inmortalidad a los humanos. Odiaba la sumisión de Eva y su belleza, porque la mujer era más querida por nuestro Padre que el varón.
-¿Lo hizo sólo por envidia?
-Sí, con la ayuda de los otros seis lo había hecho. Lucifer desaparecía por largas horas, lo que llamó la atención del Padre. Él me había llamado a mí para que siguiera a Lucifer en una ocasión. Lo hice, y fue cuando descubrí el mundo asqueroso y malévolo que estaba creando a espaldas de nuestro Padre. El Inframundo. Cuando se lo dije a Él, tuvo una larga discusión con Lucifer...
-Lo sé. Yo estaba ahí.
-Fue entonces cuando te pidió que lo expulsaras junto con los otros seis, pensando que con eso Lucifer dejaría de ser malvado y retornaría por el buen camino. Pero no fue así. Los años pasaban, y la amargura y odio en Lucifer hacia los humanos incrementaba. A tal punto, que fue capaz de conseguir el alma de los pecadores para torturarlos en su mundo. Se las arrebató a nuestro Padre sin que Él pudiera hacer algo en su contra, era un demonio poderoso, nadie sabía de dónde había conseguido tanta fuerza. Él trataba de vencerlo constantemente, llevando desgracias y ruinas al Infierno, pero Lucifer le devolvía el daño con lo que Él más ama. Los humanos. "El odio enfrentado con odio, crea más odio." Me había dicho Él. "Pero, el odio enfrentado con amor e inocencia, crea paz y tranquilidad."

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