Please Don't Say You Love Me

"Romeo & Jules"

Eran las cuatro de la mañana cuando me metí debajo de las sábanas rosadas en la cama de Gwen. Jaffe y yo habíamos caminando una hora más desde el motel de Holmes Chapel hasta llegar a la ciudad. Estaba completa e irremediablemente agotada, y no creía poder levantarme al siguiente día para las clases.

Sentí como Gwen se movía desesperadamente para destaparse de las sábanas.

– ¡Por Dios, J! Casi me sacas el corazón de un maldito susto. ¿Qué diablos pasó contigo? ¿Dónde estabas? ¿Con quién estabas? –enfatizó justamente en la última pregunta. Yo simplemente no tenía ganas de contestar ahora... o nunca. –Julie –ella insistió de nuevo, pero ahora más calmada luego de su casi paro cardíaco. – ¿En serio, no me vas a responder? Porque, te lo digo, realmente estuve preocupada por ti. Y muchas gracias por no contestar el teléfono en un momento que era realmente importante que estuviéramos en contacto. La fiesta terminó en un maldito caos, casi fuimos a parar a la cárcel y tú simplemente quieres no responder, yo también necesito saber cómo estás, amiga...

–Gwen, cierra la maldita boca. Trato de dormir las cinco horas restantes que me quedan. Hablamos mañana, ¿de acuerdo? Buenas noches –respondí sin fuerzas, y me cubrí completamente con las sábanas.

Normalmente, el papel de la amiga histérica tratando de saber qué demonios había pasado, me pertenecía, pero en este caso no tenía ánimos ni fuerzas suficientes para hablar o discutir. Por Dios, si yo era usualmente como Gwen estaba siendo en ese instante, deberían de ponerme algún sedante para poder callarme.

Después de cinco minutos de parpaloteo por parte de mi amiga, por fin pude escuchar el agradable sonido del silencio. Mis párpados comenzaron a sentirse cada vez más pesados y cansados. Hasta que perdí la conciencia.

*****

Las semanas de exámenes eran definitivamente las más estresantes de todo el semestre, además de tener que estudiar cinco mil páginas de cada tema de cada materia, tenías que entregar los proyectos finales. Ya habían pasado tres semanas desde la "gran fiesta", la cual había sido tema de conversación durante la semana siguiente. Y las cosas estaban así: Jaffe no me había hablado, o hecho, o dicho algo que me provocara querer golpearlo, desde aquel día de la estúpida fiesta. Una vez lo había encontrado en su casillero, y sólo me había dicho "Hey", a lo que había respondido yo con un "Hey", y luego se fue. Incluso, en clase de Literatura, parecía inmutarse a mi presencia, como siempre había querido; su silencio era agradable en cierto sentido. También, había visto a Kyle un par de veces, y había dado todo de mí para no lanzarme a él y golpearlo por lo idiota que había sido conmigo en la fiesta. También tenía ganas de tomar la oferta de Jaffe, pero no lo creía conveniente sabiendo que no habíamos cruzado más dos palabras desde ese día. Lo peor era que, gracias a que Kyle estudiaba en la misma escuela que yo, tenía que verle la cara aunque no quisiera. O tal vez si quisiera verle la cara, pero desfigurada. 

Gwen y el chico de la fiesta que la había salvado de la persecución policiaca, Jackson, estaban en una cosa de casi novios desde esa misma semana. Lo había notado, que algo había entre ellos cuando al día siguiente, el día que me di cuenta de cómo eran las resacas, ella andaba un poco nerviosa.

"¿Qué te sucede?", ella me había preguntado, cuando me encontró al día siguiente tirada sobre nuestra mesa de la cafetería cubriendo mi rostro con las manos.

Yo la había mirado con cara asesina, porque sabía perfectamente lo que me pasaba, pero era simplemente que me torturaba recordándomelo.

"La cabeza me da vuelta, ni siquiera soporto que el sol me dé de frente. Ahora entiendo a Edward...", pero ella no estaba escuchándome, lo estaba viendo a él, y en su rostro había una sonrisita tímida.