Mi madre me había obligado llevar a Jas por los alrededores de la ciudad el sábado por la mañana, ese era mi castigo por haber tenido una actitud pesimista frente a ella. Así que, además de lidiar con el hecho de salir con mi prima –lo cual nunca antes había hecho, una salida como si fuéramos las mejores primas del mundo–, había tenido que soportar el estar en el último lugar en el que quería estar, y el cual al parecer era el único en la ciudad al que se podía ir para matar el tiempo. El castigo también implicó no salir con Gwen durante el fin de semana, ni mensajes, y ni hablar de llamadas, estaba vetada de toda clase de comunicación con mi mejor amiga, a menos que tratara bien a mi prima.
No era como si odiara a mi prima –aunque sí, probablemente sea eso–, es solo que, ¿realmente cree mi madre que podría hacer las paces con ella? La cosa era: Jas solía molestarme cuando éramos pequeñas, o más bien, cuando yo era pequeña. Y se burlaba de mí porque era una niña de baja estatura y complexión... redonda. Y por supuesto, ella era toda una Miss Universo a los diez. Así que, yo odiaba tener que ir cada año hasta Canadá a visitarlos sabiendo que ella solo iba a decirme cosas como "¿En verdad te vas a comer eso?", con una expresión de disgusto, o "Creo que no podría prestarte mi ropa", por obvias razones. Pero Justin y Jaxon siempre estaban de mi lado. Cuando mis padres se dieron cuenta de que no podían obligarme a ir con ellos, simplemente decían que estaban ocupados para ir. Hasta que cumplí trece y todas mis hormonas se pusieron de acuerdo para hacer su trabajo. Y desde entonces di el estirón. Pasaron casi diez años para que volviera a hablar con mi prima. Y por supuesto, ella seguía pareciendo una modelo.
Realmente no creía posible que alguien se llevara bien con una persona que la mayor parte del tiempo que pasaban juntas sólo le hería los sentimientos. Pero Jas era mi prima, y no podía odiarla para siempre, pero tampoco soportar su presencia durante mucho tiempo.
El lunes por la mañana, como siempre al inicio de semana, me dirigí a la escuela y lo primero que vi fue la silueta de Gwen tapada en la parte superior por su casillero. Abrí el mío y saqué los libros que necesitaba para las primeras tres clases: Economía, Cálculo e Historia.
Ella cerró rápidamente el suyo cuando me vio y se puso frente a mí con su ceño fruncido.
–¿Dónde te has metido, sabes cuantas llamadas, mensajes, mensajes de humo y rescate te he enviado? –exclamó, como siempre exagerando.
Resoplé, sacando el aire que necesitaba.
–Lo siento, mi madre me ha castigado –dije mientras la hacía a un lado.
Entonces ella cambió a una expresión de incredulidad.
–¿Castigada? ¿Tú? Eres como la santidad en persona, antes tus padres, claro, ¿cómo es posible?
–Jas.
–Oh, no, esa lagartija hizo meterte en problemas. Lo sabía, sabía que no era buena idea tenerla en tu casa –la miré con los ojos entrecerrados, no era usual que Gwen utilizara la palabra 'lagartija'.
–Sí, incluso mi abuela resultó castigada –el sonido de la puerta del casillero cerrándose sonó.
Ella sonrió.
–Me agrada tu abuela.
Me uní a ella en el camino a nuestro primer periodo de clase matutino, y de pronto recordé algo importante.
–Hey, ¿qué pasó con Jackson? –pregunté vacilante.
–Pues... le hablé –dijo, pero luego se quedó sin decir nada más.
–¿Y entonces?
Ella sonrió, pero no fue una de esas sonrisas de Gwen que me esperaba, más bien era una forzada que decía "todo está bien".
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Please Don't Say You Love Me
Teen FictionEsta es la cosa: hay un chico en mi clase de Literatura llamado Jaffe Wayland, y lo conozco desde mi nacimiento, literalmente. Él es un maldito chico arrogante, quisiera aventarlo de un pozo pero temo que regrese en venganza saliendo de alguna telev...