-Vámonos de aquí -Jaffe me tomó de la mano y prácticamente me arrastró para moverme; no me quejé, sabía que no era momento para eso, ni mucho menos necesario.
- ¿Por qué todos están huyendo de tal forma? -pregunté, mientras nos abríamos paso entre las personas para llegar exactamente a no sé qué lugar.
Pero no me respondió, no sabía si era porque no había escuchado mi pregunta o si simplemente me ignoró.
Llegamos hasta la planta baja y salimos corriendo hacia la entrada, todo era un caos: algunos policías ya estaban tomando y aprehendiendo a varios de los chicos que minutos antes estaban bailando y bebiendo como si la vida dependiera de ello. Jaffe me guió, y me di cuenta de que estábamos subiéndonos a un auto en menos de lo que esperaba tardar, luego el condujo con una rapidez impresionante.
-No podemos pasar por la entrada, hay policías y nos rodearán -dije, intentando hacer algo más que estar desesperada.
Pero de nuevo, el no me hizo caso/no escuchó/ ignoró. En vez de ir en reversa, para salir del estacionamiento, él siguió adelante, y en pocos segundos rebasó el límite del pavimento y se introdujo al jardín trasero. Se dirigía al bosque.
¿Pero qué demonios? ¿Acaso quería estrellarnos contra un maldito árbol?
Mientras que Jaffe esquivaba con agilidad cada árbol que se nos atravesaba, yo gritaba como loca, "¡Cuidado!", "¡Oh, por dios!", "¡Nos vamos a matar!". Hasta que salimos directo a la carretera, dando un fuerte brinco con el auto que casi me dejaba sin cuello.
Las sirenas aún se escuchaban detrás de nosotros, asomé la cabeza entre los asientos y vi como estaban a punto de alcanzarnos.
-Dios, soy tan joven como para ir a la cárcel por una estúpida fiesta -murmuré, al borde de un colapso. - ¡Jaffe, más rápido! -exclamé, pero en cuando pisó el acelerador mi cuerpo casi caía encima de él. Gruñí.
Él rió.
Las patrullas se fueron alejando de poco a poco, o quizás nosotros íbamos a tan alta velocidad que en cualquier curva podríamos matarnos. Minutos después, y cuando las luces de los policías sólo se distinguían como dos pequeños focos en la oscuridad, Jaffe dio un giro hacia la derecha. Los habíamos perdido.
Me acomodé en el asiento, y hasta ese momento decidí que era hora de ponerme el cinturón de seguridad. Estaba casi tranquila. Más minutos pasaron, y ninguno de los dos habíamos dicho nada. Estaba feliz con ello porque no tenía ganas de hablar, estaba furiosa. Lo único que quería era partirle la cara a Kyle Rollan. Supuse que no fui la única que se dio cuenta de que me había quedado como idiotizada por quién sabe cuántos minutos viendo hacia la guantera del coche, porque sentía como Jaffe me miraba de reojo a cada rato, hasta que habló.
-Oye, ¿estás bien?
-No lo sé -respondí después de un rato. Estuve a punto de tener sexo inconscientemente con el idiota más grande de la escuela; la policía intervino en la -probablemente-, peor fiesta a la que alguna vez haya ido; y, para salir mejor, estuve a punto de pasar el resto de mi vida con un expediente que tenga registro de arresto. Estaba en cualquier posición, excepto "bien".
- ¿Kyle te hizo...?
-No -le interrumpí. -Ese idiota no pudo conmigo. Lo único que quiero hacer es... -apreté los dientes.
De reojo vi cómo Jaffe apretaba las manos en el volante y se acomodaba en el asiento.
-Él es un bastardo -mencionó.
No sabía si era mi imaginación pero lucía molesto, realmente molesto.
-Sabes qué, debí de haberle dejado un recuerdito en su estúpido cerebro -volvió a decir.
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Please Don't Say You Love Me
Roman pour AdolescentsEsta es la cosa: hay un chico en mi clase de Literatura llamado Jaffe Wayland, y lo conozco desde mi nacimiento, literalmente. Él es un maldito chico arrogante, quisiera aventarlo de un pozo pero temo que regrese en venganza saliendo de alguna telev...