"Your last first kiss"

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Mi respiración se alteró un poco al sentir de nuevo sus labios cálidos sobre los míos. No podía dejar de besarle, me sentía nerviosa, no sabía qué hacer. Sólo sabía que no quería dejar de besarle. Era un muy buen besador, aunque no sabía con certeza cuantas más habían estado ahí. Jaffe besaba, y mucho, así que eso no debía sorprenderme. Tomó los costados de mi cintura y sentí como se movía junto conmigo hasta chocar con algo sólido, recordándome que seguíamos en la calle, públicamente. Quería alejarme, pero yo misma lo impedía. Enredé mis manos en su cabello, no era tan largo ni tan corto, lo suficiente como la poder mis dedos entre mechones de cabello. No podía respirar, pero eso no parecía ser una excusa para que dejáramos de hacer lo que estábamos haciendo. En un momento, sentí sus manos bajar hasta mis piernas y, de alguna mágica manera que sólo los chicos sabían cómo hacerla, las alzó para que le rodeara la cadera con ellas. Se despegó un poco de mis labios, para mirarme a los ojos y darme una sonrisa que no podía explicar más que con el derretimiento de mis emociones. Y jadeé.

Sacudí la cabeza, obligándome a volver a la realidad.

Mis ojos se enfocaron de nuevo en mi libro de Ciencias Sociales, y deseché ese pensamiento. Me había hecho soñar con él. La primera vez que lo veía en mi mente. No era precisamente el tipo de sueño que quería tener con él, más bien siempre pensé que cuando soñara con él sería porque lo estuviese aventando al precipicio o en el que él fuera un diminuto humano y yo lo perseguía como hormiga para pisarle. Pero en lugar de eso, soñé besándolo.

Idiota. Idiota. Idiota.

Suspiré y bebí agua de la botella, tenía que dejar de pensar en ello. Mire los libros esparcidos alrededor sobre la mesa de la biblioteca, hacía mis deberes pero mi hoja seguía en blanco. Ojalá mi cabeza estuviese de la misma manera. Debía terminar con ciencias sociales, no por el hecho de entregar la tarea para tener puntos, sino para no pensar en otra cosa.

Apunté el lápiz sobre el encabezado de la hoja, tenía que buscar un título para el trabajo, un comentario acerca de la natalidad o algo. Ni siquiera pensaba bien, porque lo único que venía a mi mente cuando intentaba pensar era en él y su maldito beso.

Idiota. ¡No tenía motivo por el cual hacer eso! Estaba llena de un coraje que sólo quería desembocar en llanto. Llorar por enojo, eso no me ocurría usualmente. Tenía ganas de golpearlo, ir a buscarlo y estrellarlo contra una pared o un vidrio, algo.

Me había robado el momento especial que tanto había esperado para dar mi primer beso, él no sólo se había robado el primero, sino también el segundo... Y el tercero, si contamos el sueño. Probablemente sonara como monja, teniendo en cuenta de mi edad y la cursilería de la importancia del primer beso, pero en realidad me importaba porque no hubiese querido que sucediera así, no con alguien que me inspirara ganas de golpearlo.

Mi mano comenzó a escribir inconscientemente sobre el papel y no me di cuenta de todo lo que había escrito hasta que lo terminé.

Eso era prometedor. Y no tenía nada que ver con los nacimientos.

Suspiré, me había desahogado con una hoja de papel. Dicen que para olvidar malos recuerdos debes escribirlos y luego romper el escrito para poder desecharlos. Eso era lo que estaba haciendo, pero vi a Gwen caminar hacia mí y me alarmé escondiendo la hoja haciéndola una mediana bola de papel arrugada.

Ella llegó hasta mí.

–¿En dónde has estado? Te estuve buscando desde la primera clase –dijo sentándose frente a mí.

–Lo siento, es que he estado haciendo los deberes de Ciencias Sociales –respondí con una sonrisa.

Ella miró la mesa, donde había estado la hoja de papel, y donde ahora no había nada más que madera. Gwen me miró encarnando una ceja.

Please Don't Say You Love MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora