∆ Capítulo 18: Gran Dios y todas tus...

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Gran Dios y todas tus películas de Marvel ***

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Gran Dios y todas tus películas de Marvel ***

Seguimos besándonos, y siento que debo parar antes de que se salga todo de control. Me separo un poco de él y lo observo, ambos estamos algo agitados por el beso desesperante. Su mirada está oscurecida por el deseo y las verdaderas ganas de hacerlo.

—Creo que deberías ducharte. —susurro.

Sonríe.

—¿No me quieres así todo sudado?

Me sonrojo como tonta y desvío la mirada.

—Ve a ducharte, te preparé algo de comer.

Ríe a carcajadas y asiente no muy convencido, levanto la vista y le saco la lengua. Se acerca y me da un beso corto para luego acariciar mi nariz con la suya. Luego se aleja sin quitar la vista de mí y se va hacia el baño.

Dios me está volviendo loca y necesito controlarme.

Mientras cocino un bistec con una ensalada escucho algo de música, la verdad no tengo ganas de ver televisión. No, si se está hablando del tal "romance". Sebastian aún sigue en la ducha, y de verdad cualquiera de ustedes hubiese entrado al baño "sin querer" sólo para observar o quién sabe qué, pero yo no lo haré. No soy una degenerada.

Sí, claro.

Bailo al ritmo de la música y corto unos tomates, estoy de humor y se nota. Supongo que sabrán por qué pero debo decir que tenerlo a Seb al mi alrededor me pone nerviosa y del buen sentido. De que tan sólo me vea con esos tiernos ojos hacen que me tiemblen las piernas.

Sé lo que estarán pensando, pero no.

Mientras sigo bailando y cantando me giro dando una vueltecita y me paralizo al verlo. Sé que ya estoy roja como el tomate que estaba cortando. Lo observo y está apoyado en el borde de la puerta con una toalla en la cintura, su torso marcado está mojado y una sonrisa pícara se forma en su rostro. No dejaba de verme como yo a su pecho desnudo.

—¿Ves algo que te guste? —pregunta en forma de burla.

Trago duro y me aclaro la garganta. Malditos nervios.

—No, la verdad no. Estas mojando todo el suelo —bufo señalando a sus pies.

Él ríe con una pequeña carcajada que me hace fruncir el ceño.

—Claro, si. Vine a tomar mi bolso para cambiarme, ya que lo olvidé en el sofá, hasta que vi un lindo espectáculo y me fue imposible no seguir viéndote.

Vuelvo a sonrojarme.

—Ve a cambiarte y deja de mojar el suelo, por favor. —obligo.

—A la orden mi pequeña diabla. —contesta haciendo un gesto de soldado.

Ruedo los ojos y sigo cortando los tomates pero una sonrisa estúpida se forma en mi cara. Una vez que termino la cena pongo la mesa, Sebastian se aparece y lleva una camiseta blanca con una pantalón de chándal, y Dios, se ve hermoso o tal vez esté alucinando.

Todas quieren un Sebastian | ♡ Sebastian Stan ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora