Cap. 7- Estatus: Vengador

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Steve Rogers despertó del leve letargo en el que empezaba a caer cuando un grito ahogado llegó a sus oídos. A su lado, en la cama de la enfermería, Alex acababa de incorporarse de golpe, temblando como una hoja bajo el viento invernal, y con los iris todavía teñidos de ese tono dorado que indicaba que sus poderes estaban en plena efervescencia.

―¡Se ha escapado! ―exhaló la joven con la voz entrecortada―. No he podido pararlo, se ha ido...

De manera apresura, Steve se levantó del sillón y se acercó a la chica para tomarla por los hombros con delicadeza. Sin embargo, ella no reaccionó, parecía estar a kilómetros de distancia...

―Alex, escúchame, estás a salvo. ―Deslizó una mano hasta la mejilla de la joven y la tomó suavemente, animándola a mirarlo―. No pasa nada, tranquila.

De algún modo, la voz del supersoldado logró penetrar en las defensas mentales de la joven, que se aferró a ese sonido desesperadamente. Poco a poco sus ojos regresaron a su tono natural.

―Steve ―musitó apartándose un poco, no porque no le agradara la presencia del soldado, sino porque no podía evitar ponerse nerviosa al tenerlo tan cerca. Casi podía oír los latidos de su propio corazón acelerándose... Y en ese momento necesitaba centrarse, no dejarse llevar por sus hormonas―. ¿Dónde estamos?

Él reprimió un suspiro de alivio. Bruce y Tony le habían explicado cómo funcionaban los poderes de Alex; hasta ese momento había temido que le costase más volver a su cuerpo.

―En nuestro cuartel. ―Cogió un vaso de agua de la mesilla junto a la cama y se lo pasó a la joven―. Tu idea funcionó, nos diste tiempo suficiente para salir de la base con la pieza.

Ella agradeció el líquido con un cabeceo. Tenía la garganta seca y los labios cortados; a saber cuántas horas había pasado inconsciente. También le estallaba el cerebro, pero eso no era ninguna novedad... Siempre le pasaba lo mismo cuando usaba sus poderes a gran escala.

―¿Cuánto he dormido? ―quiso saber. No era sencillo llevar la cuenta del tiempo cuando su mente vagaba entre cuerpos robóticos y redes wifi extraterrestres.

―Un día y medio ―respondió él. Después la miró con una mueca de preocupación―. ¿Has estado luchando contra Hiperión todo este tiempo?

―No, no todo el tiempo. ―Ella negó, todavía un poco confusa―. Solo pude entretenerlo unas horas, él se los cargó a todos y se marchó. Es muy poderoso, más de lo que nos mostró ―explicó―. Tengo que contaros a todos lo que vi en el Zenit.

Steve asintió y la ayudó a ponerse en pie, aunque ella ya no lo necesitara.

―Hay algo que deberías saber ―le dijo a la chica mientras la acompañaba hasta su habitación. Los demás todavía tardarían un buen rato en estar listos para otra reunión improvisada, aún era demasiado temprano; había tiempo de sobra para que Alex pudiera cambiarse y descansar un rato en su dormitorio―. Y no te va a gustar, pero teniendo en cuenta las circunstancias, no hay otra opción ―empezó a decir en tono serio, adoptando la pose de Capitán y líder.

Trojan » Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora