20. Bajar la guardia

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 Aceptación y miedo.


Tres días.

Tres días desde su última conversación en persona. Tres días en los cuales no pudo admirar sus brillantes ojos oscuros, así como su sonrisa.

Hablaban seguido por mensajes. La mantuvo al tanto de lo que sucedía con su padre, prometió verla pronto, prometieron acordar la fecha de la cena; sin embargo, no lo habían hecho aún. La verdad era que, estaba perdiendo la cordura. ¿Qué pasa conmigo? Quería ir lento, no quería abrumarla, pero de alguna forma era imposible no seguir el ritmo de sus deseos.

Quería invitarla a cenar, decirle lo magnífica que era, asegurarle una vez más que irían a su ritmo y admitir que estaba loco, inquieto, tal vez desesperado por asegurarle que no huiría.

"Creo que deberíamos agendar nuestra cena, ¿no crees?". Se detuvo en la mitad de la estancia, rodeado de cajas. Su corazón perdió el control al leerla, ¿acaso había leído bien? ¿acaso era ella quién había tomado la iniciativa?

"Estoy completamente disponible".

Espero su respuesta, ansioso. Caminó por la estancia asegurándose de haber sellado las cajas, miró el celular: nada. Guardó la ropa restante en la maleta, miró el celular, nada aún. Revisó el armario asegurándose haber dejado algo de ropa decente para utilizar antes de irse por completo, luego miró el celular por tercera vez, todavía no tenía respuesta alguna.

Su padre llegó quince minutos después para llevarse las cajas restantes, asegurándole que su habitación ya estaba lista y que podía dirigirse a su casa para descansar por las noches.

—¿Has hablado con tu madre? — se detuvo al escucharlo, recordando aquello que tanto quería decirle — ¿tomó alguna decisión respecto al apartamento?

—No, aún no he hablado con ella — en realidad, había ignorado sus últimas tres llamadas.

—Está bien, avísame si decide alquilar el apartamento, si desea que llevemos todo o solo unas cuantas cosas — asintió hacia su padre — ¿te veo en la cena?

—Creo que tengo planes — su padre asintió sonriente.

—Bien, diviértete — le regresó la sonrisa. Peter sacó unas llaves de su bolsillo y las dejó cerca del sillón — No las pierdas y por favor mantenme al tanto de la decisión de tu madre.

—Lo haré.


🌕🌕🌕


Decidieron hacer un maratón de películas Disney a petición de su hermano menor. La lista de películas era interminable y la discusión por decidir cual ver primero estaba más reñida que de costumbre, pero había algo que su padre y hermanos habían olvidado: Morgan siempre tenía la última palabra. De esta forma, la primera película fue Mulán, película favorita que compartía con Morgan, así que sí, también había ganado la batalla.

Luego de la discusión por cuál película ver primero comenzaba la pelea por escoger la persona que prepararía más palomitas. A decir verdad, se acabaron a tan solo veinte minutos de haber comenzado la película y uno de ellos se tenía que sacrificar; por supuesto, fue su hermano quién perdió, otra vez.

Cuando el reloj marcó las cinco con veinte minutos se preguntó por qué Matthew no había respondido su mensaje aún, ¿tal vez estaba ocupado? ¿o cambió de opinión respecto a la cena? Pero la realidad era completamente lo opuesto. No había enviado el último mensaje en donde le pedía que la cena fuese esa misma noche. Qué despistada.

|Deseos a la luna| BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora