Bajo su mirada curiosa, adictiva y atractiva, disfrutó de contarle sus pasatiempos. Él escuchó atento, como si tratara de grabar cada pequeño detalle en su memoria, como si todo lo que saliese de su boca fuese importante.
Cuando sus labios se abrieron para hablarle sobre él escuchó atentamente. Fue extraordinario conocerlo un poco más. Saber sobre lo mucho que amaba la arquitectura, lo bien que se sentía por su elección de carrera pese a los deseos de su padre y lo emocionado que se encontraba de terminar en cuestión de un año.
—¿Volverás el año que viene? — pareció dudar de su respuesta, pero al final asintió en silencio — ¿No estás tan seguro?
El mesero se acercó a tomar los platos. Cuestionó sobre si la comida fue de su agrado, lo cual realmente lo fue, y luego trajo el postre que ambos habían pedido.
—No me complace dejarlos solos, la última vez fue una completa locura — guardó silencio por unos minutos.
—¿Me es posible preguntar sobre ello? — sus ojos se iluminaron de asombro al degustar el postre, contemplando el pastel con admiración, casi como si fuera una obra de arte. Luego, bajo la influencia del exquisito sabor, no pudo contenerse en decir: — Dios mío, esto está delicioso.
Matthew sonrió al escuchar su declaración. No desvió la mirada de ella en ningún momento; la contemplaba y sonreía, como si cada instante de su presencia durante la noche no hubiera sido suficiente.
—¿Por qué me miras de esa manera? ¿qué es esa sonrisa? — preguntó mientras extendía su mano para tomar una servilleta.
—Te ves hermosa, absolutamente radiante — su declaración le dificultó organizar sus pensamientos. ¿Debía solo sonreír o confesar que se sentía tan nerviosa que su mano temblaba al llevar cada bocado a sus labios? Estaba a punto de revelar que sus palabras provocaban una intensa reacción en su corazón y todo su ser. En lugar de eso, una tontería salió de sus labios.
—Estaba a punto de sonarme la nariz, pero ahora no podré hacerlo — su risa cálida inundó su corazón.
En ese instante descubrió, una vez más, una de las tantas razones por las cuáles se sentía atraída hacia él; además de su mirada, su risa era la melodía perfecta que brindaba serenidad a su corazón. Era alegre y contagiosa, un suave recordatorio que los momentos simples podían convertirse en recuerdos inolvidables.
—No te detengas por mí — oh, todavía sonreía, y ante ello, tampoco podía dejar de mirarlo y sonreír — No cambiaré de opinión.
—No dejas pasar la oportunidad de expresarlo — Matthew apoyó el codo sobre la mesa y descansó el mentón en la palma de su mano. Su sonrisa permaneció inquebrantable, como si sus mejillas no sintieran el menor dolor luego de sonreír tanto en toda la cena, como si cada gesto, cada palabra que saliera de sus labios estuviera destinada a provocar una sonrisa.
—Te lo recordaré todas las veces que sean necesarias — le guiñó el ojo, ¿y adivinen qué? Aún sonreía.
—Creo que ya lo has mencionado algunas veces — quiso recordarle.
—No las suficiente — ahora fue su turno de sonreír. La simpleza de sus palabras no debería aumentar su ritmo cardiaco, pero lo hizo, una vez más se sintió nerviosa bajo su mirada.
—Tengo una pregunta — el asintió incitándole a continuar — Todo este tiempo te has asegurado de saber si yo estoy bien. Ahora quiero tomarme el tiempo de preguntarte, ¿tú estás bien?
Dudó el responder, tardó un poco, pero al final aquella sonrisa que tanto le gustaba estuvo presente en su rostro.
—Lo estoy — afirmó tomando la copa de vino — Una parte de mi está en paz finalmente. Peter sabe que son sus hijos y los pequeños están en un lugar seguro. Me causa conflicto y me es difícil entender el porqué de sus decisiones. No comprendo por qué cuida de él. No entiendo por qué no está con los pequeños en lugar de un hombre como él, pero tampoco quiero que sienta que odio sus decisiones. No deseo que sienta que no encontrará un apoyo en mí, aunque me cuesta dar mi mayor esfuerzo para que ella no note mi molestia.
ESTÁS LEYENDO
|Deseos a la luna| BORRADOR
RomanceHuir no es la respuesta a nada, pero esta vez fue su respuesta a todo. Conocer su sonrisa en medio de una oleada de problemas, un fracasado escape y un deseo, fue parte de la solución. Porque, al final del día, encontrarse a sí misma fue su principa...