14. Cascadas

234 5 2
                                    

Nic me hizo entrar al camino de hojas secas y tierra roja. Era perfecto para sacar fotos. Saqué la cámara y empecé a grabar.

-¡Hola! Bueno, acá estamos con Nic -La enfoqué-, que me está llevando bosque adentro. Si no me ven más, sepan que fue su culpa.

Nic me miró me hizo caras y nos reímos.

-Nos vemos cuando lleguemos. -Dije, y acerqué la cámara a mí frente para hacer una transición.

Seguimos caminando y bromeando. El paisaje era hermoso. De repente Nic se frenó e hizo que me frenara con ella.

-Quiero que te tapes los ojos -Dijo dándome un pañuelo verde que traía en el bolsillo de mí campera-, así es más linda la sensación.

La miré y asentí. La dejé que me pusiera el pañuelo y la seguí, agarrándola de la cintura.

Seguimos hablando un rato hasta que Nic me hizo callar. Seguimos caminando pero en silencio. A la lejanía se escuchaba el sonido de agua, como una corriente constante.

Se me puso la piel de gallina. Seguimos caminando hasta que noté que cambió la superficie sobre la que caminábamos. Ahora era sobre algo duro, parecían tablones de madera. Nic se frenó y me hizo frenar con ella.

Sentí como se acercó y comenzó a besarme. El ruido del agua nos acompañaba y calmaba la situación. Era hermoso.

-¿Que sientes? -Dijo ella contra mis labios.

-Paz. -Dije seguro.

-Bueno, siéntate. -Me ordenó ella. Le hice caso y me senté en lo que confirmé, eran tablones de madera.

Ella se sentó en mis piernas y me abrazó. Iba a quitarme el pañuelo de los ojos, pero no me dejó.

-Voy a contarte una historia -Dijo Nic-, ¿Si?

Asentí y esperé a que comenzara.

-Hace no muchos años, una niña pequeña e inocente, podría decirse, comenzó a vivir la vida. Decidió que estaba cansada de no tener libertad. Quería tener la actitud de comerse el mundo. Salir por la calle y no tener miedo de nada -Dijo Nic mientras se acurrucaba contra mí-. Lamentablemente ella vivía intimidada porque constantemente le decían que no podía hacer nada. Que era muy gorda para usar cierta ropa. Que dejara de comer, que ni siquiera saliera de su casa. Ella estaba atrapada en estereotipos. Tanto le habían dicho los demás que era de una forma, que incluso sin serlo, comenzó a actuar como si lo fuera.
Dejó de ponerse la ropa que amaba, dejó de juntarse con amigos para ir a una piscina, por ejemplo. Dejo que el mundo se la comiera. Por suerte un día, su madre se dió cuenta de que su hija no estaba bien. Que la estaba pasando mal. La veía deprimida, agobiada. No comía, no salía, no bailaba (Que era algo que ella amaba hacer), no nada. Entonces su madre decidió dejar su trabajo y comenzar una aventura. Decidió llevarla de viaje a Disney. Bien sabía su madre que un par de muñecos y hoteles de lujo no harían que su hija volviera a ser esa niña hermosa que era. Pero pensó que esa sería la mejor oportunidad para despejarse. Tanto para su hija como para ella.

Nic suspiró y se levantó para ir atrás mio y abrazarme por la espalda.

-Entonces fueron, hicieron ese viaje que, más allá de su inseguridad, a la niña la tenía muy emocionada -Continuó Nic-. Su madre había pagado un viaje de un mes. La primera semana había sido normal, no era aburrido, pero tampoco era lo que la niña esperaba. Había llegado al Punto de decepcionarse. No había estado bien la primera semana. Estaba perdiendo las esperanzas de encontrar felicidad allí, hasta que el primer día de la segunda semana, anunciaron que un niño, con su madre, se estarían hospedando en la habitación continúa a la suya. La niña se emocionó, pensando que aquello quizás le alegraría un poco aquel viaje que había organizado su madre. Y así fue. Desde que hablaron con el niño de al lado, se habían vuelto inseparables. Ella adoraba contarle sus problemas a el, porque el la ayudaba en todo. Siempre le repetía lo hermosa que era, y lo bien que le hacía. Y ella caía enamorada ante sus palabras. Claro que nunca se animó a decírselo. Ambos se hacían bien mutuamente. Las siguientes semanas pasaron volando. El niño y la niña se quedaban a dormir en una habitación, y las madres, que se habían llevado de maravilla, dormían en la otra. Todas las noches hablaban, jugaban, se abrazaban y caían rendidos ante los brazos de Morfeo. Todo iba de maravilla. Hasta que, lamentablemente, la niña cayó en que quedaban tan solo tres días para su vuelta a casa. Su madre notó lo mal que estaba su hija, y decidió hablar con la madre del niño. Juntas llegaron a la conclusión de que lo mejor sería quedarse dos meses más. Y así fue. Pasaron tres mese en total, increíbles, los niños se hicieron inseparables. Ella gracias a él, había vencido sus inseguridades, y el le había dicho que junto a ella, todo era mejor. Ambos tuvieron desde el primer momento, una conexión increíble. Lamentablemente el tiempo pasó, y una vez que los tres meses se agotaron, ambos tuvieron que separarse. Se prometieron que se hablarían por teléfono, que más adelante organizarían viajes en conjunto. Pero nada de eso pasó. Por cosas de la vida los contactos se perdieron y nunca más pudieron volver a encontrarse. A la niña sin embargo, nunca se le fue la seguridad en si misma que le había dejado su amigo. Se prometió a si misma amarse por el. Y así fue. Nunca más dudo de que ella era hermosa, tanto por dentro como por fuera.
Pasaron los años y ella seguía agradecida con su amigo, aunque no lo hubiera visto más. Por cuestiones de la vida, ella decidió irse a vivir a México, con una amiga suya. Pero se pelearon y no pudo quedarse con ella. Tuvo la suerte de encontrar un muchacho en uno de los centros más recorridos de México. Para sorpresa de ambos, ese chico era su amigo, el del viaje. Como era de esperarse, tuvieron química al instante. Y al día de hoy siguen escribiendo su historia, solo que está vez juntos de otra forma, y prometiéndose jamás volver a alejarse.

Nic desató el pañuelo, lo guardó en su bolsillo y me miró.

-Esta es nuestra historia -Dijo sonriendo tímidamente-. Es la historia que yo decidí, hace mucho tiempo, escribir junto a tí. Y prometo jamás fallarte.

Me acerqué y la besé. Me paré y la ayudé a levantarse conmigo. Miramos a nuestro alrededor. Había una mini cascada hermosa. Nos encontrábamos en un puente en medio del bosque.

-Yo decido continuar mí historia con vos, Nic -Dije mirándola a los ojos-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Yo decido continuar mí historia con vos, Nic -Dije mirándola a los ojos-. Porque nunca dejé de sentir lo que sentí la primera vez que te ví. Porque me llenas el corazón. Y porque nosotros somos como una cascada... Una cascada infinita que cae separada para en el fondo juntarse, y formar un paisaje hermoso.

Me acerqué, la besé y disfruté el momento junto a ella.

Mi Más Esperada Casualidad ~Fedecole~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora