Mi Más Esperada Casualidad ~Fedecole~

34. Conflictos

Narra Fede

Me hervía la sangre cuando pensaba en Santi. ¿Cómo podía haberle dicho esas cosas a Nic?
Mientras estábamos volviendo a casa del Team, Nic me empezó a relatar todo lo que había pasado con Santi, exactamente. El le había dicho que "Según el, yo no era bueno para ella".
No tardé mucho en comprender que el tenía sentimientos por ella, pero no de los que tienen los mejores amigos... Si no algo más fuerte.

En cuanto Nic se hubiera dormido, yo bajaría a hablar con el. (Se estaba quedando en la habitación que ocupaba Christian).

—¿Amor...? —Intenté llamar a Nic. Se había quedado dormida.

Salí lento de la cama, para no despertarla y bajé a la habitación de Christian.

Toqué la puerta despacio. Del otro lado se escuchaba música... Bastante fuerte.

—¡Pase! —Gritó Santi desde dentro.

Abrí la puerta con mí mejor cara de enojado.

—¿Wtf, bo? Son las cuatro de la mañana. Puedo entender el jet-lag, pero hay gente que quiere dormir, bro. —Dije, serio. Eso era lo más pequeño de todo lo que quería decirle.

—Tranquilo hermano —Dijo, alargando la "i"—, ahora le bajo.

Dicho esto, se dió la vuelta, bajó un poco la música y siguió en lo suyo. Hasta que se dió cuenta que yo seguía ahí.

—Disculpa, ¿Quieres algo más? —Preguntó serio, acercándose ¿Intimidante? Reí internamente— No tengo tiempo para tonterías.

—Primero, te recuerdo que estás en mí casa, así que bajale un cambio al "chico malo". Segundo, ¿No tenés tiempo para tonterías? Estas escuchando One Direction a las cuatro de la mañana mientras bailas las coreos. Creo que tenés un poco de tiempo. Y, tercero —Cada punto que le aclaraba, me iba acercando. Y el iba retrocediendo—, vine a hablar de Nic. Así que te vas a sentar y vas a escuchar.

Santi chocó contra la pared y luego de revolearme los ojos, asintió y se sentó en el borde de la cama. Yo me apoyé contra la pared de brazos cruzados.

—¿Ya te dejó? —Preguntó Santi, riéndose.

Yo reí.

—¿Te importa? —Pregunté yo— Es decir, te encantaría que Nic me terminara y corriera con vos. ¿No es así?

El se puso serio.

—Bro, eso es lo que ella hace —Empezó el—. Te lo digo por tí, no por mí. Te va a ilusionar. Te va a usar por tu fama y tu dinero, y luego se va a ir. Y te va a dejar, solo, abrumado, y avergonzado. Es lo que ella hace. Luego desaparece de tu vida y tu solo quedas con el recuerdo de lo que creías que ella era.

Yo estaba por escupir de la risa que me provocaba lo que aquel chico me decía.

—Mirá, para ser su "Mejor Amigo" —Exageré las comillas con los dedos—, no la conocés nada. Por ejemplo, ¿Sabes que yo la conozco desde antes que vos? ¿Que fuimos mejores amigos? ¿Que yo la ayudé cuando ella estaba en su peor momento? Casi me llevo un año de escuela, cosa que nunca le dije, por poder acompañarla tan solo unos meses más. Y ¿Como venís acá, de un día para el otro, y le decís, con que derecho, que yo no soy bueno para ella? No sabes la risa que me das. Decís todo eso delante de ella pero, por detrás me decís que  es una buscafama, interesada, y destroza personas. Que solo quiere plata —Estaba saturado. Juraría que podía hasta pegarle—. Yo tengo errores. Soy humano, Bro. Por supuesto que he hecho cosas de las que no estoy orgulloso. Lastimé gente sin quererlo, y hoy me siento terrible por eso. Sin embargo, jamás hablaría mal de alguien que quiero. Vos, por otro lado, te rebajaste a hablar mal de tu mejor amiga. Que te quiere más que a mucha gente. Yo que vos, pensaría antes de hacer las cosas. Porque yo no me pienso callar.

Probablemente tenía hasta la cara roja. Santi se quedó serio mirándome. Yo ya no soportaba estar en ese lugar, necesitaba aire fresco.

Salí al jardín, y de repente sentí un dolor de cabeza horrible. Mareado caminé como pude hasta el quincho y me senté en una silla.

Estaba mirando las piscinas, intentando calmar la presión en la cabeza, cuando vi que uno de los perros, más exactamente Carlos, estaba intentando salir de la alberca y no podía.

Era una imágen muy graciosa. No se estaba ahogando ni nada, solo intentaba salir. Me acerqué para ayudarlo y lo saqué.

—¿Ya estás bien, Carlitos? —Dije en tono de bebé— Zi, zeñod. Ya estás bien.

Sonreí y le sobe la cabecita.

Todo esto lo había hecho de cuclillas hacia la pileta. No tuve en cuenta que estaba mareado y con dolor de cabeza.

Cuando intenté levantarme, me mareé brutalmente y caí hacia la piscina. Solté un corto grito antes de caer.

Una vez bajo el agua, ya no distinguía el arriba y el abajo. Me movía desesperado para buscar como salir. Me estaba quedando sin aire.

El dolor de cabeza, el mareo y la falta de aire, me hacían perder fuerzas. Luché intentando moverme durante lo que parecieron 3 minutos eternos, pero no lo conseguí. No logré salir.

Lentamente sentí como se paralizaba todo a mí al rededor. Y con los ojos abiertos ya no podía ver.

Llegué a distinguir un grito. Una voz femenina. Y eso fue todo. Lo último que escuché.