El tema del sexo empezó a hacerse presente en las conversaciones. Tal vez era algo a lo que ellos estaban acostumbrados a hablar, yo no.
Cuando las preguntas comenzaron, no se detuvieron. Peter fue el más insistente, seguido de Janette, Tresa hizo comentarios de vez en cuando, Hadara se limitó a escuchar.
La primera vez que Ángela y yo tuvimos relaciones ocurrió en nuestro primer año de noviazgo.
Las vacaciones de verano habían comenzado, al igual que las fiestas.
Cárter había organizado una fiesta en casa de sus tíos por su cumpleaños, Ángela y yo decidimos ir.
El lugar estaba repleto de personas a las cuales no estaba seguro de conocer (a la gran mayoría los conocí meses después). Había botellas y vasos de plástico por todas las habitaciones, personas ocupando el espacio personal de otras para bailar, música a un volumen demasiado alto, luces de colores...
Antes de que Cárter nos dejara solos para hacer su recorrido social, me dio la llave de su habitación en caso de que me sintiera fastidiado por todo el alboroto, aunque no creí que fuera necesaria. Minutos después de haber bailado y bebido demasiado, Ángela sugirió que fuéramos a aquella habitación, para conversar más tranquilamente.
Logré abrir la puerta con dificultad, y nos adentramos para recostarnos sobre la cama.
Había notado que Ángela estaba distraída, y cuando le pregunté al respecto lo único que hizo fue mirarme a los ojos y besarme.
Fue un beso torpe, no sé si por el alcohol que habíamos consumido o por el nerviosismo que ella contenía.Al principio pensé que ese beso fue un método para calmar lo que sea que ella tuviera en mente, hasta que intentó quitar mi camisa.
Intenté detenerla, ya que no quería que nuestra primera vez fuera en estado de ebriedad, pero al hacerlo, ella empezó a llorar, dejando en claro todas sus inseguridades. Según ella, yo no la encontraba atractiva, ya que no había intentado algo más anteriormente. No se me ocurrió otro modo de calmarla más que dándole lo que quería.Esa primera vez fue un desastre, no sólo por el hecho de que estábamos ebrios, ni mucho menos por el contante llanto de Ángela. Fue un asco porque no era nada de lo que yo tenía planeado (si, lo tenía planeado).
Al terminar la fiesta, Cárter me felicitó sin motivo aparente, y ahí me di cuenta de las cosas. Aquello lo tenían planeado.
