[ 𝙊𝘾𝙃𝙊 ]

836 18 4
                                    

Chan terminó de colocarse el traje y se quedó un momento observándose en el espejo mientras arreglaba su corbata, tendría una reunión muy importante hoy y quería verse impecable para causar una buena impresión. Una vez listo, salió de la habitación y recorrió el penthouse en busca de su acompañante, no tardó en encontrarlo, ya que se hallaba en la sala bebiendo un poco de whisky.

—Me parece que es temprano para estar bebiendo —comentó acortando la distancia que los separaba.

—Nunca es demasiado temprano ni tampoco tarde para disfrutar de los placeres de la vida —lo observó de la cabeza a los pies—. Veo que te vestiste para impresionar.

El moreno sonrió tomando asiento en el sofá que estaba frente a la chimenea y el alemán no dudó en acercarse, se sentó a su lado y llevó el vaso a los labios del chico invitándolo a que bebiera un poco del trago.

—No me dejes disfrutar solo.

—No me gusta beber antes de una reunión —apartó la mano del hombre.

—Es sólo un sorbo —le acarició el cabello insistiendo—. No seas malo, no me gustan los chicos malos.

—Es la última vez que me tratas como si fuera tu mascota —se levantó del sofá rápidamente—. Soy tu socio y no quiero ningún tipo de relación contigo que no sea esa.

Caminó hacia la terraza para observar la ciudad e intentar mantener la compostura, aquella situación lo agobiaba un poco. No era la primera vez que Ryan trataba de sobrepasarse con él y eso lo hacía enojar.

—Chan, no quiero que me malinterpretes —dijo a sus espaldas—. Eres mi socio y por esa razón quiero darte el trato que te mereces, necesito cuidarte y mimarte.

Lo ignoró y tomó el teléfono para marcar el número del rubio esperando que conteste, pero no hubo respuesta alguna. Revisó cuando había sido la última conexión y ya habían pasado unas horas de esta. De repente, sintió las manos del alemán apoyarse en sus hombros y se quedó paralizado ante aquel toque.

—¿Te arrepientes de estar aquí? —susurró cerca de su oído—. Puedo encargarme del negocio por mi cuenta.

—No es eso —se dio la vuelta quedando frente al hombre—, estoy algo preocupado porque nuestro niñero no contesta las llamadas.

—Mmh, quizás se está entreteniendo con mi mascota —sonrió.

—Creo que no debimos dejarle ese tipo de trabajo —suspiró sintiéndose culpable—, y sabes a lo que me refiero.

—No coincido con eso, será algo terapéutico para Minho —comentó apoyándose en el barandal—. Además, era de esperarse que se negara al principio, pero créeme que una vez que comience a jugar con el cachorro, no podrá detenerse y sacará todo el resentimiento que lleva dentro.

—No lo sé.

—Ese chico terminará por quitarte todo lo que tienes —se apartó para regresar a la sala.

—¿De qué estás hablando? —lo tomó del brazo rápidamente.

—Eres tan inocente que no puedes darte cuenta, Channie —le acarició la mejilla—. Él sabe cómo manipularte, por eso no puedes manejarlo a tu antojo y un ejemplo de esto es lo que sucedió en el aeropuerto. No me sorprende que tengas una debilidad por Minho e incluso, a veces parece que estuvieras enamorado.

𝙋𝙀𝙍𝘿𝙊𝙉𝘼𝙈𝙀, 𝙅𝙄𝙎𝙐𝙉𝙂 / 𝙈𝙄𝙉𝙎𝙐𝙉𝙂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora