Capítulo I

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Formalizar

Suspiró y se dejó caer sobre el respaldo de la silla con las manos aun sobre la mesa. Miró a la ventana. No miraba los patios, ni los árboles o las personas que pasaban; miraba su propio y lívido reflejo: el cabello lo llevaba en una coleta alta y en el rostro todavía llevaba las marcas de aquella pelea, una parte quedaba bajo su fleco y lentes.

Rotó la cabeza sobré los hombros y se reincorporó sobre la silla volviendo la vista a la clase.

Diez minutos más de historia con Jiraiya y fueron libres en cuanto el viejo cerró su libro y guardó todo en su maletín.

—Pensé que nunca se iría —mascullaron tras Hinata—. ¿Tienes planes para este fin?

Hinata giró sobre su trasero y miró a Sai con una sonrisa irónica sobre sus labios.

—¿Saldrás con Ino? —levantó las cejas y extendió más los labios.

—Touché¹.

—Lo sabía —se regocijo—. ¿A dónde irán esta vez?

—Montaremos un caballo y cenaremos en la Luna. ¿Qué? —rió ante la divertida expresión de Hinata. Suspiró—. Conoceré a sus padres.

—Van en serio —recorrió el salón con la vista. Apagó su felicidad cuando su mirada se detuvo en la espalda de Kiba—. Me alegro por ustedes.

Frotó sus manos en su regazo y se levantó de un salto antes de que Sai hablará, por tercera vez en la semana, que era normal su comportamiento tras una ruptura. Se acomodó las correas de la mochila sobre los hombros y miró a Sai.

—Estoy bien.

—No he dicho nada —copió algunos movimientos de Hinata y fue hasta la salida caminando de espaldas—. ¡Si necesitas algo me llamas!

~•~

Hacía semanas que no caminaba por los pasillos de la universidad sola, siempre iba con Shino o Kiba o con Sai; eso antes de que Shino se juntará con Rock Lee y Tenten al ver que "sobraba" en la relación que tenía con Kiba, que Sai se formalizará más con Ino y antes de que rompiera con Kiba.

Sacó un libro de pasta verde y cerró el casillero.

El estar sola, entre pasillos, no es algo a lo que se pueda acostumbrar rápido, menos si sólo ha estado así durante dos días.

Bajó por los cuatro escalones del edificio principal dando brinquitos y cuando llegó al final escucho su nombre. Miró a su alrededor y lo volvió a escuchar. A la tercera vez le tocaron el hombro y ella voltio hacia aquella persona.

—Hinata, vaya, un poco más y se me acaba la voz.

Recuperó el aliento y con una forzada sonrisa clamó: —¿¡Toneri!?

—El mismo.

—¿¡Qu-qué haces aquí!? —gritó exasperada.

Toneri unió sus cejas en una mueca de confusión.

—¿Sucede algo?

—No es sólo que... —buscó las palabras—. Me sorprende verte.

—Vine a recoger a mi novia.

—¿Shion?

—Sí —sonrió enternecido al escuchar el nombre de su amada—. Por cierto, ¿no la has visto?

Hinata abrió los ojos y los cerró de manera instintiva al sentir que se le salían.

—Sí, digo... No —tronaba los dedos una y otra vez—. Antes dijiste que es porrista, quizá...

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