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Trece años antes...

Los helados Holland, esos que se encontraban en un camión demasiado adecuado para vender ese maravilloso producto hecho por los mismos dioses. Siempre rondando las calles de una pequeña comunidad en Vancouver.

¿Es un buen empleo para los que viven en Canadá?

Sí y mucho más si son "los mejores helados del mundo" o era lo que decían varias personas, lo helados Holland eran los mejores a pesar de que el clima casi siempre fuera frío.

Además de tener grandiosos sabores y precios muy accesibles; los Holland eran conocidos por la gran familia que eran. Madre, padre, hijo e hija. El típico modelo familiar, eran conocidos por todas las personas de esa pequeña región.

Daysi Holland, vista como la madre más linda y trabajadora, donde sea que entrara a trabajar daba lo mejor de sí, sin descuidar a sus pequeños hijos.

Stephen Holland, el padre y dueño del puesto de helados, con una buena memoria y un gran carisma que nadie le quitaba.

Jackson Holland, el pequeño de seis años quien se encargaba de recibir las propinas de los clientes de su papá y a la vez cuidaba de su pequeña hermana.

Sam Holland, la pequeña bebé de tres años quien con sus pequeños balbuceos e intentos de hablar sacaba las mejores sonrisas de la gente, haciendo que su hermano tuviera más propina.

Cada día ellos cuatro salían a vender lo que a muchos niños les hacía feliz y cada día ideaban nuevos sabores con los que muchas veces conseguían  grandes éxitos y otras veces...solo sabían mal.

Era un día de trabajo duro como cualquier otro, el camión se encontraba recorriendo las calles para llegar a la hora de la salida de una primaria en la que siempre tenían cita.

-¡Helados! - gritaba el pequeño Jackson.

Sin importar que la música del camión sonará por toda la calle y no sirviera de nada sus gritos, su hermana menor trataba de seguirlo e imitarlo.

-Los pequeños Holland - saludó una señora que llegaba con sus hijos.

-Marie ¿Cómo te va? ¿Qué tal los chicos? - preguntó Stephen como cada semana a la señora Wolfhard.

-Estamos muy bien, cada día crecen más - dijo orgullosa.

-¿Qué te voy a dar hoy? - no era necesario que Stephen hiciera esa pregunta, cada semana eran los mismos sabores.

-Dos de vainilla y uno de chocolate, porfavor - pidió y después miró a su pequeño bebé - ¿No te hartas de chocolate Finn? - el pequeño negó.

-Aquí tiene - el señor Holland despacho.

-Muchas gracias.

Marie comenzó a buscar el dinero exacto para pagar cuando de pronto un gran estruendo se percibió por toda la calle y todos podían jurar que hasta cuadras más lejos pudieron escuchar ese sonido.

Al momento a todos se les fue el corazón al estómago y fue como si todo pasara en cámara lenta. Los niños hacían un intento por no gritar mientras que los adultos trataban de ocultar su temor.

Las pocas monedas que Marie Wolfhard tenía en sus manos cayeron al suelo y llevó la mirada hacia una calle en específico. Miró de vuelta al señor Holland y ya que estaba dentro del camión no observó al instante lo que estaba pasando. Abrió la puerta y observo lo que pasaba.

Dirigió una mirada hacia Marie y ella asintió muy espantada, entendió que debía cuidar a sus pequeños en lo que él iba a ayudar.

Stephen corrió unas calles muy cortas hasta que llegó al lugar de el estruendo. Había un carro destrozado contra una casa y varias personas lastimadas, comenzó a alejar a algunas que estaban espantadas.

Miró a su alrededor y fue cuando su mundo se vino abajo, miró a Daysi ahí en el suelo, inconsciente y con graves heridas. Corrió hacia ella y no reaccionaba, el ritmo cardíaco de su esposa cada vez iba más lento y los gritos desesperados de Stephen no pararon. Comenzaron a escucharse patrullas al igual que ambulancias.

-Cariño, vamos despierta - hablaba con una voz muy entrecortada y con lágrimas notables - los niños esperan, porfavor abre los ojos.

Trataba de encontrar su pulso pero ya no había nada, movía sus dedos con desesperación en los puntos en que podía encontrar vida pero fue en vano. Daysi ya se había ido.

-No, no. Por favor Daysi, no, no hagas esto. Tus pequeños esperan. - el señor Holland estalló en lágrimas y maldiciones.

Se levantó y buscó al causante de la tragedia, el causante de ese choque. Miró dentro del auto y se encontró con la persona responsable aún con vida y saliendo a pie del auto.
Stephen quería correr contra él, había lastimado y asesinado a personas inocentes.

La policía intervino y se llevó al señor mientras que trataban de ayudar a los lastimados. Se llevaron el cuerpo de la señora Holland y Stephen solo fue tras ella.

...

El causante de la tragedia y de terminar con tres vidas era el dueño de un colegio demasiado cerca. Varias personas llegaron al acuerdo de una demanda y a lo que habían dicho llevaría algunos años.

Mientras tanto había dejado a una familia sin una pequeña hija y una abuela. Al igual que sin una madre para la familia Holland.

Esa tarde los dos pequeños se quedaron en casa de los Wolfhard, Sam sin estar consciente de lo que pasaba y Jackson llorando porque sabía lo que había ocurrido. Marie trato de ayudar de la mejor manera pero ahora quién necesitaba mucha más ayuda era Stephen.

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Empezamos fuerte y serios.

-You'll float too 🎈

I C E   C R E A M [Finn Wolfhard] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora