Acto 5: Primer amor (2)

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La monja Sofía solía ayudarnos a orar cada noche en el orfanato, se encargaba de que las niñas fuésemos educadas y elegantes, nos daba clases de etiqueta y costura para llevar un papel de mujeres de hogar...
Un papel que yo no quería.
¿Por qué mi futuro esposo no podía cocinar? ¿Por qué mi futuro esposo no lavaría ni plancharía la ropa? Eso solo me lo pregunté de mayor , ya que de niña solo asentía y aceptaba cualquier cosa con el fin de no tener problemas y ser compensada; las monjas muy lindas y educadas siempre mostraron preferencia por los niños obedientes, yo era la más pequeña del orfanato en cuánto a las niñas, admiraba mucho a Jassy, la chica que 15 años que estaba ahí, siempre nos ayudaba con los deberes y nos contaba lo que había fuera del orfanato cuando la enviaban a un encargo.

Ese día estaba nevando, Jessy hacia sus maletas muy nerviosa, nos había dicho que se enrrolló con un chico de la ciudad y que tenía un bebé en su vientre, que se casaría con el chico para poder tener a su bebé y no quedar como la burla del pueblo.

-No hagan lo que yo, niñas, sean inteligentes, los hombres que valen la pena son los que enloquecen de amor por ti, los que dejarían de respirar por ti, no abran sus preciosas piernas a nadie que no lo valga, no hagan lo que yo, ni siquiera sé si esto terminará bien ó mal.

No entendí en ese momento, sólo tenía 11 años, las hermanas no hablaban de sexualidad, lo único que hablaba sobre sexo era un libro que podíamos leer al llegar la primera menstruación, y eso me llegó a los trece.
A los 14 fui con padres temporales, familias que querían niños mayores, sin embargo no funcionó, era muy callada y no me gustaban nada las casas, por lo que me enviaban de regreso al orfanato, cómo si fuese desechable, cómo si no sintiera, pero realmente estaba vacía, solo quería un papá y una mamá que me quisieran como yo fuera, que me amaran, que fuera diferente.

A los 18 salí de ahí con excelencia académica, entré a la universidad y busqué un departamento, ahora el problema, era que no sabía cómo me las arreglaría económicamente por el resto de la carrera, tenía que buscar un empleo.

***

Jeff abrió la puerta y dejó en la misma varias maletas hechas con sábanas de mi cama, sonrió al verme sentada el el sillón.

- Regresé.

Mencionó como lo haría un padre amoroso tras un día agotador en el trabajo.

Asentí ligeramente, notando cómo su entrecejo se señía demostrando que no le había gustado mi actitud.

-¡¿NO PIENSAS RECIBIRME, BASTARDA?!

Joder que mal temperamento, tuve que saltar del sillón frente a él para abrazarle con firmeza; entre lo más desagradable de estar cerca de él definitivamente era que olía terriblemente mal, a tierra, gasolina, mugre y sudor. Un hedor tan asqueroso e insoportable, era como abrazar a alguien que bien pudo haberse cagado y orinado encima, y es que era casi putrefacto, como un perro muerto en descomposición, muy vomitivo para mí nariz que estaba tan acostumbrada a la limpieza y olores suaves.

-Te extrañé .- Mentí abrazándole con fuerza, y claro que era mentira , daba asco.

- Hum ¿Mi gatita me extrañó?, Eso es bueno .- Acarició mi cabeza de manera lasciva. ¿Gatita? ¿Quién te dió permiso de ponerme un apodo tan tonto?, ¿De verdad te crees todo este teatro?.

-Trajiste mis cosas.- Le sonreí amablemente y él acaricio mi mejilla.

- Ah, puedes verlas.- Me soltó con aprobación para poder alejarme un poco.

Me acerqué lo suficiente a su vista, debía parecer sumisa, no actuar sin su permiso.
Mi ropa, mis zapatos, mi cera del baño, mis compras del refrigerador, la comida de mi pez, pero no mi pez.

F A K E -L O V E (Jeff the Killer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora