Capítulo 1

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—¡Mamá! — grité desde mi habitación buscando mis zapatos favoritos bajo la cama.

—¿Qué sucede, Ada? — dijo entrando.
Rodé los ojos desesperada mientras limpiaba el sudor de mi frente. Esto de agacharse sí que era agotador.

—¿Viste dónde puse mis zapatos amarillos? —puse las manos en el suelo y me impulsé hacia arriba.

—Ah, los tiré ayer por la noche, ya estaban viejos — mencionó tranquila.

—¡¡Eran mis favoritos!! — me puse unos deportivos de color gris que no reflejaban felicidad en absoluto, salí por un lado de la puerta y bajé apresuradamente por las escaleras para encontrarme con papá tomando café.

—Hija, el transporte público se te va a pasar si no te apresuras — paré en seco y regresé a ver.

—Pero...el auto está en el garaje, ¿No vas a llevarme? — dije mientras mi madre llegaba a mi lado.

—Lo siento cariño, el combustible no me alcanza.

Sabía que mentía, ayer lo había acompañado a una gasolinera y llenó el tanque.
Salí molesta de mi casa para ir corriendo a la parada de bus. Hoy es Lunes, lo que significa que no puedo llegar tarde o el profesor de química no me dejará entrar, suficiente tengo con odiar la materia.

Una vez que llegué, me senté en el banco a esperar mirando el reloj en mi muñeca, no entiendo cómo algunas personas pueden vivir viendo la hora en su celular, las calles son peligrosas, cualquiera puede robarte y quedarse sin celular hoy en día es un martirio. En fin, faltaban 5 minutos para la clase y el transporte aún no pasaba, los señores del transporte son increíbles, algunos eran como rayo Mcqueen, y otros parecían buses de turismo, pero para mi mala, o buena suerte, todo cambió cuando localicé el auto de Homer Witmore venir por la calle en donde yo estaba parada.

Para explicarme mejor, Homer es el chico mas guapo e irresistible que mis ojos alguna vez han visto, como se han de imaginar, él ni si quiera sabe de mi existencia, pero yo lo llevaba observándolo durante los últimos 3 años; en los recreos, en algunas clases, y cuando pedía permiso para el baño, tal y como una acosadora.

Por lo que había escuchado, era encantador con las chicas y todo un caballero con modales, pero supongo que nunca lo conocería realmente, ¿quién sabe?

De acuerdo, ¿en dónde estaba? Oh si, su carro se acercaba...

Inmediatamente pensé.....¿Y si alzo el pulgar para que se detenga? No seas tonta, Ada, quedarías como una total estúpida. Pero voy a llegar tarde...No, es patético, detente.
Pero no tuve tiempo de seguir discutiendo conmigo misma porque mi dedo gordo ya había sido alzado inconscientemente. Bru.ta.

¿QUÉ PASA CONMIGO? Debería hacerle caso a mi voz interior.

Como era de esperarse, Homer pasó con una sonrisa en su cara mirándome por una décima de segundo.
Pensé que tal vez no me reconoció porque vamos, él no sabe que existo, está justificada su falta de sentido común a detenerse y ayudar a una pobre necesitada, además tiene unos bonitos ojos, en realidad, todo en él es perfecto, no tiene nada que ver con el hecho de que no haya parado, pero tenía que mencionarlo.
Concéntrate, vas a llegar tarde.

Después de 10 minutos armando una discusión mental con un señor conductor de bus, por fin llegó el transporte.

Llegué a clases cansada y sudando después de haber subido las escaleras para llegar al salón, si yo fuera la encargada, ya habría puesto escaleras eléctricas. Como era de esperarse, me dejaron afuera por lo que quedaba de la clase, pero luego de repetirme mentalmente que ni siquiera iba a prestar atención adentro, me calmé y esperé la siguiente hora sentada en el suelo.

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora