¿Qué estaba haciendo?
Levanté la mirada al chico que estaba a mi lado y me tensé en segundos.
Las imágenes de ayer por la noche se me vinieron a la mente, yo encerrada, gritando, pidiendo ayuda mientras me repetía una y otra vez lo estúpida que fui por confiar en él.
¿Cómo pude creerle?
Sabía desde un principio que algo no andaba bien en su manera de mirarme, no era la misma de siempre, pero me repetía una y otra vez que todas mis sospechas no eran más que paranoias, pues no esperaba que se recuperara rápido después de la muerte de Mason.Sin hacer ruido, me levanté y entré al baño, me miré al espejo y suspiré. Había sido la peor experiencia que viví.
Hace años, todo fue una broma cruel que se salió de control, pero esta vez era distinto. Él sabía por lo que pasé, conocía mis debilidades y era testigo de lo mucho que me dolía esa etapa de mi vida.
Se aprovechó de mis miedos y me hundió hasta lo más profundo del infierno.Respiré profundo y me cambié rápidamente por mi vestido destrozado. No estaba tan mal, cualquiera que me viera pensaría que soy una loca escapando de algún manicomio, pero la realidad era totalmente distinta.
Me puse mis zapatos y salí en silencio. Tomé el bolso que estaba en la mesita de noche y lo ví dormir, me fijé en las bolsas bajo sus ojos, sentí que los ojos se me llenaron de lágrimas y me fuí de su habitación.
Lo amaba, había creído que todo volvería a la normalidad entre nosotros dos, a excepción de lo que le pasó a Mason. Pero...¿Cómo iba a perdonar lo que me hizo? Yo nunca le habría hecho algo así, ni siquiera en sueños, pero ahí estaba el problema, Homer no era yo, no era Mase, y no era nadie más que si mismo.
Llegué a la calle y tomé un taxi que pasaba por ahí. Le di la dirección de mi casa y mientras conducía me puse a ver mi teléfono. Tenía dos llamadas perdidas de mamá y un mensaje que decía "llámame". Lo hice y fingí que todo estaba bien, le dije que había salido a desayunar afuera y que la cena con Homer había estado genial.
Me entraron unas horribles ganas de llorar cuando cerré los ojos e inconscientemente me hallé encerrada en un cuarto sin puertas ni ventanas. Empecé a tener dificultades para respirar y sentí que el taxista bajó las ventanas para que entrara viento. Susurré un pequeño "gracias" y asintió con la cabeza.Minutos antes de llegar a casa, mi teléfono empezó a vibrar. Era Homer.
Decidí ignorar las tres primeras llamadas y los mensajes que llenaban mi buzón, cuando creí que era suficiente, apagué el teléfono y me recosté en el asiento deseando que todo terminara.***
Cuando llegué a casa, me senté en el sofá después de cambiarme de ropa por algo más cómodo y empecé a formular preguntas en mi cabeza.
¿Por qué no estaba llorando en mi cama y deseando desparecer?
Quizá porque desde un principio había sentido que sus disculpas no eran sinceras.
¿Lo seguía amando?
Por muy masoquista que pareciera, la respuesta era si. No podías dejar de amar a una persona en cuestión de horas o en pocos días, así no funcionaba el amor, y lamentablemente, mi corazón eligió a una persona que yo creía correcta.
Me sentía cansada, agotada, exhausta y todos los sinónimos posibles que pudiera pensar en este momento.
Pensé en el dolor que había sentido Homer al perder a Mason, pero yo también lo había amado, quizás no el mismo tiempo que lo había hecho Homer, pero cuando de amar a una persona se trataba, las excusas sobraban y las razones se hacían presentes.
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A falta de amor
RomanceAda es torpe, pero a la vez la más brillante de su salón, tiene la capacidad de llegar a ser un completo dolor de cabeza, y nunca ha besado a un chico. Homer es apuesto, inteligente, y con un futuro prometedor. Su nombre es sinónimo de suspiros, y s...