Capítulo 18

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Homer.

Navidad se acerca y aún no sé exactamente lo que le voy a regalar a Ada.

Envuelve tu cuerpo en un papel de regalo y dáselo gritaba mi mente, y aunque era una gran idea, eso sería riesgoso en caso de que me asfixiara ahí dentro, idea descartada.

Me encontraba con Mason en el centro comercial buscando regalos para mi familia y amigos. Iba a pasar noche buena con la familia de Ada y Navidad con la mía y la de Mason como normalmente hacíamos, no iba a negar que estaba emocionado.

—¿Ya lo tienes? — preguntó Mase sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué cosa? — contesté confundido.

—Mi regalo — dijo algo obvio. Reí y negué con la cabeza —¿Quieres que me tape los ojos para que lo vayas a comprar? — Mason adoraba la Navidad, era su época favorita del año. En realidad, ya tenía su regalo en casa, pero no se lo iba a decir.

—Vamos, hermano, dame una idea para el regalo de la chica que adoro — pensó mucho y al final negó con la cabeza.

—No tengo idea de lo que puedes darle — suspiré e intenté de nuevo.

—¿Qué le compraste tú? — sonrió con orgullo y tocó su corazón.

—Una saga de libros que quería hace tiempo — abrí la boca sorprendido — pero no puedes decirle que son una copia. Los originales estaban muy caros, pero no se nota la diferencia.

—Tu secreto está a salvo conmigo — cerré la boca e hice la imitación de un cierre con mis manos.

—¡Mira eso! — gritó entusiasmado señalando algo con el dedo índice. Miré en esa dirección siguiendo su paso.

—¿Una lámpara? — asintió con una enorme sonrisa.

—Es una lámpara para libros! — gritó en mi oído.

Una pequeña lámpara blanca que tenía una especie de pinza en la base para poder engancharla a cualquier cosa, en este caso, un libro.

—¿Le compro esto? — pregunté revisando el precio.

—Señores — dijo una señorita que trabajaba en el local — sólo por este mes, les ofrecemos la promoción de la lámpara que tiene en sus manos, más un objeto de regalo de aquella sección — estiró el brazo señalando una mesa con distintos objetos — por el mismo precio del producto que compre.

Nos dirigimos a la mesa que nos indicaron y observé todo con atención.

Habían desde camisetas con logos de series que nunca ví, hasta collares que probablemente le gustarían a Ada. Pero uno llamó mi atención más que los otros, un colgante que tenía como dije algo que me recordaba a ella.

—Quiero este — dije tomándolo en mis manos.

Al final del día, ya tenía en una bolsa de regalo lo que iba a darle a Ada, estoy seguro de que le iba a encantar.

Tomé un libro de la estantería y leí el primer verso que ponía antes de empezar la historia. Un versículo.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá.

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora