Capítulo III

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-Hola preciosa –la miro de arriba abajo, detallando de nuevo su esbelta figura –Nos encontramos de nuevo.

- ¿Usted me está persiguiendo Licenciado Ferreira? –Su coquetería es en extremo atractiva. Sin embargo, sé lidiar con eso, y no me muestro ansioso.

-Yo llegué a este local hace horas y no la vi. Es decir que usted se presentó luego. En conclusión, la persecución es a la inversa ¿No cree?

- ¿Y por qué debería perseguirlo?

-No lo sé. Averigüémoslo en la pista de baile -Le tomo la mano y la guío.

Tiendo a ser dominante. Ella se da cuenta y me sonríe, mostrando sus dientes relucientes.

Suena una salsa suave de Eddie Santiago y en la pista solo hay tres parejas más. Me coloco frente a ella y tomo su mano. Mi mano derecha va directo a su cintura.

Bailamos los primeros minutos divirtiéndonos y sonriendo. Hacemos más contacto visual que físico. Es una conversación sin ninguna palabra.

Bajo mi mano hasta su espalda baja donde reposa gratamente mientras aprieto sus senos contra mi pecho.

¡Dios que senos!

Llevo mi rostro a su cuello. Aspiro ese excitante olor a rosas. Suspiro.

Mi aliento recorre su cuello y hombro, lo que la hace estremecer rápidamente. Noto que muerde sus labios.

-Me vuelve loco su aroma Señorita Abdul –Digo suavemente a su oído.

-Gra... Gracias.

- ¿Está nerviosa? –Mi sonrisa la hace sonrojar.

-No. Para nada.

Se separa de mí, en un intento por ocultarme sus reacciones. Es inútil. Su cuerpo me dice todo lo que necesito saber.

Luego de un rato me doy cuenta que el local está bastante lleno. Debo ir a echarle un ojo a Dorothy. No es la idea que la deje sola en la mesa. «Buena clase de basura sería»

-Gracias por bailar conmigo preciosa. Es momento de que vuelva.

-De nada Licenciado. Espero que no se olvide de mí el resto de la noche. Baila muy bien.

Respondo con una sonrisa y me dirijo al lugar donde se encuentra Dorothy.

Casi al llegar noto que hay un hombre sentado a su lado. A pesar de ello, no puedo distinguirlo.

-Damián, al fin llegas –Dorothy se levanta –Ven, te presentaré a alguien. Él es Jeremías.

-Un placer, Damián Ferreira –Le extiendo mi mano.

-El placer es mío, Jeremías Cooper.

-He escuchado algunas cosas de ti.

-De seguro que han sido buenas –Dice de forma divertida y un tanto egocéntrica –Yo también he escuchado de usted. Mucho en realidad. Dorothy no para de hablar del Licenciado Ferreira.

-Somos buenos amigos desde hace unos años y he notado que ella es de pocas amistades –acaricio el cabello de Dorothy –A veces pienso que soy su único amigo... pobre chica.

Ambos reímos. Ella por su parte nos golpea en el brazo, haciendo una rabieta. La verdad en ella se ve súper tierna, lo que nos hace reír mucho más.

- ¡Muy graciosos los niños! Ya paren. Quise que se conocieran porque sabía que se llevarían bien, no para que me fastidiaran.

-Es por cariño, Doro. Sabes que te amo –la abrazo y beso su frente –Ahora es su turno. Vayan a bailar. Yo espero en la mesa.

Aún no lo sabes... Pero serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora