Capítulo II

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-Disculpe señor. Me daría un permiso por favor.

Su voz es tierna. Cálida. Con un cierto grado de egocentrismo.

-Para nada princesa –Digo colocándome frente a ella. Mirándola fijamente con una sonrisa pícara –No, hasta que me digas tu nombre.

- ¿Y cree que colocándose en mi camino le voy a decir mi nombre?

-Exactamente ¿Señorita...? –Ella sonríe

-No piense que me intimida. Pero, no nos hará ningún daño saber nuestros nombres. Primero los caballeros ¿No?

-Licenciado Damián Ferreira, Corredor de Seguros –extiendo mi mano – ¿Y usted?

-Gianna Abdul. Pero dejaré los detalles de lado –Me da su mano. «Que piel tan delicada y suave» pienso al instante.

-Un placer Señorita Abdul. ¿Hará algo esta noche? ¿O puedo invitarla a tomar algo?

-Muy veloz Licenciado, pero tengo planes. Será para otra oportunidad.

-Entonces deja que tome nota de tu número telefónico y luego le ponemos fecha.

Ella se ríe, me ve a los ojos. Siento que nuestros pensamientos se fusionan. Me desea tanto como la deseo, lo sé.

-Adiós Licenciado Ferreira –pasa por mi lado sonriendo –Fue un placer, pero tengo cosas que hacer.

Se desplaza moviendo sus caderas de una manera divina.

Su forma de caminar en tacones es excepcional. Y a eso le añadimos que tiene un trasero prominente. No puedo quitarle la vista de encima hasta que entra al baño.

Se ve que es joven. Calculo que tendrá alrededor de 20 años. Además, es de baja estatura, alrededor de 1.65 metros. Justo como me gustan.

-Damián ¿Ya terminaste de comerte a la chica con la mirada? –me interrumpe Dorothy.

La veo y cierro los ojos mientras muerdo mis labios.

- ¿La viste? Tengo que conocer a esa lindura.

-No puedo contigo –gira sus ojos –Deja de pensar en eso y vámonos que quiero conseguir alguna mesa. Hoy no tengo ganas de quedarme en la barra.

Sonrío y dejo que me tome por el brazo para emprender nuestro camino.

Siempre he sido un hombre que aprecia la belleza femenina. Desde lo más simple, hasta lo más complejo. Y esa mujer es simplemente hermosa.

La empresa está ubicada en Chacao, así que decidimos ir caminando hasta Chacaíto. Sólo son unas pocas cuadras hasta nuestro lugar de destino.

Durante el trayecto hablamos sobre temas laborales de poco impacto, pero que se pueden resolver rápidamente. Ser Corredor de Seguros me empuja a aprovechar cualquier oportunidad que tenga de satisfacer las necesidades de mis clientes.

Estas pequeñas conversaciones me aseguran que las pólizas se mantendrán en movimiento. Soy muy cuidadoso con mis negocios.

En cierto momento de la conversación, el móvil de Dorothy suena.

-Aló... Hola mi vida, ya salí ¿Y tú?... Ok te espero allá entonces, chaito –cuelga la llamada.

- ¿Quién era? –Pregunto inmediatamente - ¿Con el que perderás tu santidad hoy?

- ¡Cállate! Por supuesto que no perderé nada con nadie ¿Estás loco?

- ¿Es decir que pretendes morir sin sentir una verga dentro de ti? –Se sonroja de nuevo y me da un golpe en el brazo. Me encanta hacerla sonrojar –Dime quien es.

Aún no lo sabes... Pero serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora